CHEMA SÁNCHEZ
SALAMANCA
Martes, 18 de agosto 2020, 17:34
Hace ya más de cuatro años Jesús María Santos me sorprendió con su 'Las Hurdes, tierra con alma', un documental –o algo mas- en el que hay una reivindicación de mejora de la imagen, entre leyenda y testimonio, que nos dejó Luis Buñuel con su ... controvertida 'Las Hurdes, tierra sin pan' (1933).
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Sabía que un placentino como él, que hace ya bastantes años descubrió la zona norte de Cáceres que limita con Salamanca, se había vinculado en cuerpo y alma con Las Hurdes, que, por cierto, nada tienen que ver con los pueblos y gentes que conocimos en los años 50 del pasado siglo.
Lo que desconocía es que, el que fuera compañero de pupitre en las redacciones de 'El Adelanto' y 'La hoja del Lunes' de los años 70 y 80, se hubiera imbuido de la manera que lo ha hecho de Las Hurdes y de lo hurdano.
A Chuchete –así firmaba sus artículos, crónicas y entrevistas- lo conocí como estudiante de la 'Ponti', compañero de Moriñigo y Losada, y pretendiente de mi alumna y amiga Inés de Castro. El invento de 'Casa Grande' fue el primer escalón de una carrera periodística alada y con la que ha llegado a tocar el cielo informativo y creativo, desempeñando altos cargos en TVE, la SER, Telecinco o Antena 3, entre otros. No es de extrañar que cuando ha alcanzado su jubilación siga inventando, soñando y realizando proyectos como el de esta exposición de fotografías, 'Las Hurdes, tierra de mujeres', y la publicación que la acompaña.
Las fotografías de la exposición, de José Benito Ruiz, son auténticos retratos. Me explico: son algo más que la reproducción de la fisonomía de una persona. Intentan –y creo que lo consiguen- meterse en el interior de la protagonista y buscar la relación con el discurso de las entrevistas realizadas, que se han plasmado en unos textos que deberían ser de lectura obligatoria para nuestra juventud. Una juventud a la que es difícil hacerle entender que ha existido –y existe- un mundo sin móvil, sin 'tablet', sin internet, sin wifi y sin unas terrazas que nunca podrán competir con las charlas al serano de una noche hurdana en pleno estío.
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Impresionante el resultado obtenido. La España de la posguerra fue dura, pero fue mucho más dura en algunas regiones concretas, en algunos espacios a los que por no llegar no llegaban ni las malas noticias. Paradójicamente, no llegó el progreso pero tampoco lo hizo el hambre.
Recuerdo mi niñez en Ciudad Rodrigo, a donde llegaban los 'pididores' hurdanos, o los 'carruchinos' con carbón, cisco, fruta o aceite y, como no, las cuadrillas de segadores y 'atarines'. Lógicamente a mí no me suenan a nuevas algunas de las historias, juegos, tradiciones y fiestas. Y hasta me ha recordado mis visitas al hospicio mirobrigense.
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La metáfora de la película de Buñuel baja al ruedo de la realidad más cercana a través de los relatos de estas mujeres que parecen esculpidas en material noble con el cincel y la maza de la vida. Son figuras recias, austeras y poderosas a pesar de la humildad de sus palabras. Y quiero adivinar que en más de un momento, a lo largo de estas entrevistas, fueron regadas con las lágrimas que suelen acompañar los recuerdos más evocadores.
El intento de 'almaHurdes', y de las personas que le dan vida en la trastienda de este proyecto, busca hacer realidad, por un lado, que el libro y la exposición se conviertan en ese eslabón que evite la desmemoria y, por otro, que los jóvenes tenga acceso a una realidad que no conocieron pero que no esta tan lejana.
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Me hubiera encantado estar detrás del objetivo que captó esas imágenes. O haber grabado en mi memoria los testimonios de las entrevistadas, que quizás no tenían la fluidez que aparece en las transcripciones, pero que tendrían el valor y el interés que acompaña a la verdad, a lo genuino y a lo íntimo.
La realidad que captan esas fotografías, la enjundia de la que se nutren los textos, superan ampliamente las imágenes que nos han llegado a través del cine, la literatura o la historia. 'Las Hurdes, tierra de mujeres' son el banderín de enganche para evitar la decadencia de una memoria que sería lamentable que cayera en el ostracismo de algún sórdido archivo o, lo que es peor, en el abismo del como no lo veo, ni existe ni ha existido.
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Las Hurdes de hoy pueden tener que ver con las de ayer lo mismo que pueden tener los desplazamientos andando o en un burro con un viaje en Ave o en avión. O quizás el de un silbo gomero con un 'WhatsApp'. Y el que no se lo crea que se acerque a 'Las Hurdes: tierra de mujeres'.
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