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SALAMANCA
Sábado, 16 de noviembre 2019, 12:14
La profesora de Prehistoria de la USAL, Olivia Rivero es uno de los 46 firmantes, entre los que se encuentran los mayores expertos mundiales en Arte Paleolítico, de un artículo científico donde se concluye que no hay evidencias arqueológicas para afirmar que los neandertales crearan ... arte rupestre en la Península Ibérica.
En el estudio, 'Still no archaeological evidence that Neanderthals created Iberian cave art', que acaba de publicar la prestigiosa revista mundial en esta área 'Journal of Human Evolution', se demuestran los errores inherentes al sistema de datación Uranio-Thorio (U-Th) utilizado para afirmar que algunas pinturas de tres cuevas españolas son de hace al menos 65.000 años, más de 20.000 años antes de que los humanos modernos, de los Homo sapiens, llegaran a la Península Ibérica.
Fue en febrero de 2018 cuando un artículo liderado por el físico D.L. Hoffmann, del Instituto Max Planck de Alemania, revolucionaba la concepción de la Historia de la Humanidad al establecer que un signo rectangular de la cueva de La Pasiega (Cantabria), una mano en negativo de Maltravieso (Cáceres) y trazos rojos sobre estalagmitas de Ardales tenían unos 65.000 años de antigüedad y, por lo tanto, debían ser atribuidas a los neandertales.
Desde entonces, especialistas de todo el mundo han puesto en entredicho esta teoría con la publicación de varias réplicas como la que ahora firma la profesora de la Universidad de Salamanca, junto a otros arqueólogos de reconocido prestigio, no sólo de España, como Roberto Ontañon, director del Museo de Prehistoria de Cantabria (Mupac), sino también desde toda Francia, Alemania o Nueva York, para exigir nuevas pruebas objetivas, ya que «el uranio torio como método de datación tiene unos problemas metodológicos bastante graves, señalados por los propios químicos y otros investigadores, no lo decimos sólo los arqueólogos», apunta Olivia Rivero.
El uranio con el paso del tiempo se va desintegrado y se convierte en torio. Para saber la edad de una muestra se mide la cantidad de cada uno de estos elementos químicos; pero debe tenerse en cuenta que el uranio es soluble en agua, y en un entorno en el que las paredes están lavadas constantemente por el agua, es probable que el uranio se pierda, exista una proporción muy alta de torio y, en consecuencia, haya una sobrestimación de la datación.
«Los resultados presentados por Hoffman y otros investigadores son especialmente preocupantes porque contradicen más de cien años de investigaciones del registro arqueológico de neandertales y humanos modernos; se necesitan más estudios si realmente quieren plantear un cambio de paradigma en la historia de la humanidad, porque hasta ahora sólo se ha demostrado ese comportamiento simbólico complejo del arte rupestre en el sapiens», asegura esta experta.
La aportación de esta investigadora se centró en analizar el signo rectangular de la cueva de La Pasiega, donde, como explica, «para evitar distracciones, dejamos de lado la cuestión de las capacidades simbólicas y cognitivas de los neandertales en favor de un examen minucioso de los hechos arqueológicos y geofísicos».
En el caso de la cueva cántabra, hay pequeñas partículas de calcita blanca a lo largo de todo el panel visualmente iguales, todas ellas datadas por Hoffman en fechas muy recientes (2.160, 3.070 o 12.600 años) y sólo una que arroja una datación de 64.860 años. «De una gran cantidad de fechas ampliamente dispersas, solo se selecciona la más antigua para justificar la afirmación de un origen del Paleolítico pre-superior para la pintura rupestre y ni siquiera se considera la posibilidad de que esta fecha atípica pueda deberse a la lixiviación de uranio como resultado de las condiciones hidrológicas locales», explica la doctora especialista en Arte Paleolítico, para concluir que, a falta de una explicación más profunda y científica sobre por qué una formación geológica es muchísimo más antigua que todas las que hay en la pared, «la afirmación de la autoría neandertal se anula, excluyendo el debate de si eran o no capaces de tal comportamiento».
Sobre el estudio de las manos en negativo de la cueva cacereña de Maltravieso, datadas por Hoffman en al menos 66.700 años, más del triple de lo que se estimaba hasta el momento, la investigadora de la USAL recuerda que estas huellas están muy presentes en varias zonas de la Península Ibérica y Francia, con numerosas dataciones, contextos asociados perfectamente definidos y muy bien documentados cronológicamente que las sitúan en el Gravetiense de los Homo sapiens, en el Paleolítico Superior.
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