Entrega en Ismael y discernimiento en el temple de Raquel en Cantalpino

Con la plaza llena en sombra y poco público en sol, la primera cualidad a distinguir es que las temperaturas de días anteriores habían dejado paso a un ambiente más agradable que iba a ser el preludio del espectáculo.

En el redondel, las juveniles figuras de Ismael y Raquel defendían elocuentemente la simpatía que aproxima y solidariza la amistad de los tendidos. Así pues, el ambiente podía estar condicionado por la animación que engendra la actitud hacia los novilleros, o eran los protagonistas del ruedo los que crecían el ánimo de los espectadores. Ambos capitaneaban unos esbozos de acción que se reflejarían, poco a poco, a medida que transcurría la función.

Es esto, de distinguir la facultad y ver conceptos y formas de torear. En primer lugar, Ismael traía la idea de agradar, estuvo brillante con el capote y los quites que ejecuto con solvencia. Puso banderillas a sus dos novillos, llegando con soltura a los terrenos de éstos y clavando con precisión. Después sus faenas fueron de entrega y sacar el máximo partido a los murubes de Carmen Lorenzo que le tocaron en suerte. Corto una oreja a su primero, y dos orejas y rabo al segundo ante un público que le apoyo constantemente.

Raquel Martín, ya sea que se pueda percibir o no, pero esta chica torea de ensueño. Cierto es, que tuvo un segundo bueno y un cuarto muy bueno que fue premiado con la vuelta al ruedo. Pero hoy ha mostrado el discernimiento en el temple, la cadencia y la expresividad; corto una oreja en el primero de su lote y dos orejas y rabo al cuarto con el público entusiasmado gritando ¡ torera, torera…! Y así acabo la tarde, aplaudiendo el respetable la salida a hombros de los dos triunfadores.

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