«El encuentro con el Evangelio y con Jesús revoluciona a las personas»
Pilar Alonso Bazo - Misionera deVerbum Dei ·
Japón fue su primer destino, más tarde Colombia, donde llegó a conocer a Pablo Escobar y convivió con la violencia de MedellínSecciones
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Pilar Alonso Bazo - Misionera deVerbum Dei ·
Japón fue su primer destino, más tarde Colombia, donde llegó a conocer a Pablo Escobar y convivió con la violencia de MedellínEva Cañas / word
Salamanca
Domingo, 14 de enero 2018, 12:07
Aunque Pilar Alonso se considera «muy salmantina», con el «muy» delante(nació en Barbadillo en 1953), en realidad, esta misionera de la Fraternidad Verbum Dei reconoce ser ciudadana del mundo. Desde que en el año 1974 entrara a formar parte de esta comunidad ha viajado ... y vivido por todo el mundo:Japón, Colombia, Brasil o Filipinas, entre otros destinos que de una forma más temporal o permanente han dejado huella en su vida.
En la actualidad, su misión está centrada en Salamanca ya que forma parte del denominado servicio diocesano de Misiones, desde donde dan apoyo a los cerca de 200 misioneros salmantinos repartidos por todo el mundo. Y otra de sus misiones más personales es estar junto a su madre, de 95 años, de la que habla con inmensa ternura y cercanía.
Pilar también se presenta como una persona rica en experiencias, en personas, en amigos, «no por mí sino porque Dios me ha regalado ser misionera».
Los primeros cuatro años de su infancia vivió en su pueblo natal, Barbadillo, junto a unos padres que como ella recuerda, «trabajaron mucho para sacarnos adelante a mi hermano y a mi». Después, se fueron a vivir a la capital, donde esta misionera del Verbum Dei estudió, primero en el colegio Francisco de Vitoria, y más tarde, en el Lucía de Medrano. Su parroquia era La Purísima, donde hizo la Primera Comunión y se confirmó. Además, también fue catequista.
Pero ese vínculo con la parroquia lo dejó de lado cuando empezó sus estudios en la Universidad de Salamanca, en la Facultad de Filosofía yLetras, «mi deseo era hacer Historias, y dentro de la misma Arqueología». Pilar confirma que en COU tuvo una fuerte crisis de fe,«de la Iglesia, no creía en nada». En esa época dejó de ir a misa y en su casa se respiraba por ello cierta preocupación. En esos años fue voluntaria y trabaja con la comunidad gitana. Y en toda esa crisis alguien que la marcó fue un tío Jesuita que la preguntó la razón de estar así:«Le contesté que la Iglesia no vivía lo que decía, que no veía lo mismo en el Evangelio, y me preguntó, ¿tu qué haces con tu vida?, porque cuando ya no estemos aquí, Dios no nos va a preguntar qué ha hecho la Iglesia sino tu». Y para Pilar, esas palabras fueron un revulsivo, y salió al encuentro de unas misioneras que había conocido en su humilde casa del barrio de San Vicente cuando estudiaba quinto de Bachillerato, «en aquel momento no entendía cómo gente joven podía vivir allí, en una casa tan pobre». Con todo eso en la mente, Pilar empezó a plantearse que podía estar equivocada y que Dios tenía algo que ofrecerla.
Desde ese momento, esta religiosa volvió a acercarse al Evangelio y a orar, «para conocerlo personalmente, no de oídas», y a través del Evangelio vio a una persona con coherencia, que para ella es un valor importante, «preocupado no por las cosas sino por los demás». Porque como indica Pilar, Jesús no tenía agenda, el salía al paso de las situaciones que se encontraba, «estaba en camino, en salida, como se dice mucho ahora». Fue en ese momento cuando Pilar conoció al hijo de Dios que estaba para los demás, «y respondía a mis inquietudes». Llegó a la conclusión de ella quería ser una persona para los demás.
En un momento dado, Pilar ya se planteó formar parte de Verbum Dei, «si es lo mío seré feliz y sino es lo mío será una experiencia, no podía vivir con esa incertidumbre». Ya con 21 años, en el año 1974, comenzó a formar parte de la Fraternidad Misionera Verbum Dei, diez años después de haberse creado. «Mi familia lo llevó mal al principio, aunque eran religiosos, de hecho, mi padre pensaba que no duraría más de un mes debido a mi timidez y el hecho de que tenía que predicar», relata. El periodo de formación lo realizó en Valladolid durante un año, la comunidad era nueva, hoy en día ya hace 54 años de su fundación.
Como Pilar admite, su Fraternidad surge como un deseo de que las mujeres dentro de la Iglesia, «tuviesen el papel que Dios quería para ellas». Al respecto, recuerda que su fundador decía que Jesús cambia el corazón de las personas, «es importante el encuentro con Jesús y esas mujeres para que ayuden a otros a que se encuentro sea real». Esta misionera también subraya que el fundador de su Fraternidad pensaba que el encuentro con Jesús y el Evangelio «eran una revolución de la estructura social y de las personas».
Cuando Pilar entró a formar parte de Verbum Dei solo existía en España, una en Perú y en Roma, «porque teníamos que estudiar al estar dedicadas a la predicación». En la actualidad, su Fraternidad tiene como tres ramas. Por un lado, los misioneros, hombres y mujeres, por otro, matrimonios misioneros, y por último, los laicos consagrados. «Estamos en proceso de experimento para analizar nuevas formas de vida consagrada», detalla.
Después de la formación en Madrid, Pilar Alonso se fue a Madrid a estudiar Teología en la Universidad de Comillas, durante dos años. Tras ese periodo se inició una formación y tras un mes de ejercicios, salieron por todo el mundo. Su primer destino, junto otras dos compañeras de Verbum Dei fue Japón.
«Fue una aventura, nos destinaron a Tokio, donde teníamos que fundar nuestra comunidad, en total nos repartimos por 27 países de tres en tres», relata. En ese momento, Pilar confiesa que tenían mucho ardor misionero, «con mucha fe, no sentimos miedo, era el deseo y la aventura de ser presencia de Dios en todos los rincones del mundo». Y llegaron a Japón sin saber nada de aquel idioma, y lo empezaron a estudiar, «para poder evangelizar», y al mismo tiempo, lo que hacían era acoger a las personas.
En la comunidad japonesa, sonreír era muchas veces la clave:«Los japoneses son curiosos por naturaleza, les gusta saber, les invitábamos a casa». En la capilla que tenían en casa les decían que Jesús estaba delante de ellos, «nunca va a estar delante de ti, aprovecha, les comentábamos». En Japón estuvo durante seis años, en una etapa que recuerda como de experiencia de Iglesia, «donde fuimos acogidas por todas las comunidades religiosa, se volcaron con nosotros». Pilar define a la sociedad japonesa como delicada y coherente, «donde los cristianos son minoría, unos valientes». De hecho, como añade, van en contra de algunos valores japoneses, «como el perdón». A diferencia de España, donde la fe es de tradición, «en Japón te preguntan mucho y te plantean preguntas».
Después, Pilar volvió a España, a Barcelona, donde terminó sus estudios de Teología y estuvo allí durante seis años, «una experiencia bonita e interesante, donde trabajé en una parroquia, con varias comunidades». De allí fue destinada a Colombia, a Medellín, donde vivió otros seis años. «Viví años muy violentos en esa ciudad, con el Cartel de Medellín. En aquella época Pablo Escobar era un mecenas que se presentaba al Senado y hacía obras de caridad por la juventud, para que no se metiese en las drogas, de hecho, lo conocí personalmente porque iba por las parroquias y financiaba campos de trabajo sociales». De hecho, las invitó a visitar su casa, «y al mes de conocerlo se descubrió que era el jefe del Cartel de Medellín».
Pilar vivía en un barrio conflictivo y problemático, «con sicarios y la muerte cerca, de hecho, he visto matar a gente a 20 metro de mi», apunta. Para ella fue «muy duro», y más que convivir con la pobre, lo peor fue esa violencia.
Pero de Colombia se queda también con que es un país «precioso», con una gente encantadora, «con un corazón y una fe sencilla pero valiosísima», pero allí, «sobrevivir es un arte cada día, la vida no tiene valor». Durante esos años, confirma que hasta el mayor sicario les pedía que rezaran por él.
Tras la etapa en Colombia regresó a España, como profesora en un instituto de Santiago de Compostela, y de ahí, fue destinada a Portugal, a Lisboa, para trabajar junto a jóvenes. «La fe en Portugal está más arraigada, se vive más que en España y el resto de Europa, y allí la pastoral juvenil era muy rica, con jóvenes muy comprometidos». Y dentro de ese trabajo con jóvenes ha hecho misiones en muchos países, durante los veranos, como en Brasil, Honduras o Perú.
Para ella, esa experiencia en misión le lleva a una reflexión:«Nos hemos acostumbrado a un estilo de vida consumista, y ver que se puede vivir de otra manera a los jóvenes les motiva y les da perspectivas de futuro». Pilar considera que con esa experiencia, los estudios de un joven pueden cobrar otro sentido, «de cómo emplear sus capacidades para hacer un mundo mejor». En el caso de Verbum Dei, lo hacen desde el Evangelio,«y creando experiencias de fraternidad».
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