El matrimonio de José Oliva y Dolores García con sus nueve hijas. MARJES

Encuentro de los descendientes de la familia de José Oliva y Dolores García

EL TORNADIZO ·

El matrimonio tuvo nueve hijas, de las que sólo vive una, Josefa, a la que hoy se rendirá un emotivo homenaje en su pueblo natal

M. J. GUTIÉRREZ / WORD

Sábado, 19 de mayo 2018, 12:25

Antiguamente los matrimonios tenían numerosos hijos y lejos de la tónica actual en la que lo más normal es tener uno o dos -y con tres ya se considera familia numerosa-, antes era muy corriente ver matrimonios con nueve hijos, como es el caso de José Oliva y Dolores García, de San Miguel de Valero él y de El Tornadizo ella, lo que no era tan común es que todos los hijos fueran mujeres, como es el caso.

Publicidad

José y Dolores nacieron los dos en 1885 y muy jóvenes, con tan sólo 21 años, se casaron. Corría el año 1906 y decidieron ir a vivir a El Tornadizo, donde formaron una larga familia con sus nueve hijas: Vicenta, Piedad, Rosa, Amelia, Celia, Ramona, Josefa, Julia y Palmira.

Mucho esfuerzo les costó sacar adelante a la familia con lo que se producía en el campo, pero aún así supieron dar una buena educación a sus nueve hijas.

Dolores no encontró ayuda en su familia, pues sus padres y hermanos emigraron a Argentina y nunca volvieron a verse.

De sus hijas hay que señalar que Vicenta fue la primera, una mujer con una larga vida, pues llegó a cumplir 100 años. Se casó con Justo, que se dedicaba al campo, y tuvieron cinco hijos: Mercedes, José, Vicenta, Antonio y Angelita.

Piedad fue la segunda de las nueve hermanas, que se casó con Belisario y regentaron un bar en Salamanca, pero añoraban tanto el pueblo que volvieron a El Tornadizo donde se dedicaron al campo y criaron a Tita y Salvadora.

Publicidad

La tercera de las hermanas tenía por nombre Rosa. Ésta se casó con Andrés, pastor y tamborilero nacido en Monleón, pero decidieron vivir también en El Tornadizo y dedicarse al campo. Tuvieron cinco hijos: Maxi, Vicente, Paulino, Amable y Rosi, a los que criaron con lo que sacaban del campo y también con lo que él ganaba tocando el tamboril en las fiestas de los pueblos, a los que iba caminando de noche y cobraba 5 pesetas de las de entonces.

Amelia nació en cuarto lugar y se casó con Cesáreo, con quien formó una familia y tuvieron tres hijos: Amelia, Pepe y Juan Ignacio. Ellos decidieron salir del pueblo y trabajaron durante muchos años en una finca en Retortillo, pero como el resto, volvieron a El Tornadizo.

Publicidad

Celia fue la quinta de las hermanas y la primera de todas ellas que murió, con tan sólo 61 años. Al terminar la guerra se casó con Alfonso, hermano de Andrés (y marido de su hermana Rosa), y como éste, también tamborilero. Ellos decidieron irse a vivir a San Esteban de la Sierra, municipio cercano. Tuvieron dos hijos: Alfonso y Luisa.

Tras cinco hijas, José y Dolores tuvieron una sorpresa en el siguiente parto, pues vinieron mellizas, a las que llamaron Ramona y Josefa, ésta última la única que aún vive.

Ramona se casó con Amable, hermano de Cesáreo (marido de su hermana Amelia) y se fueron a vivir a Linares de Riofrío, donde trabajaron en una serrería y después abrieron un bar. Tuvieron dos hijos: Dioni y Ramón. Mientras que Josefa se casó con Sebastián, hermano de Belisario (marido de Piedad) y se dedicaron al campo. También tuvieron dos hijos: Estrella y Miguel.

Publicidad

Siete hijas iban ya, pero aún quedaban dos más por llegar. La siguiente fue Julia, que se casó con Florián y en El Tornadizo, donde siempre vivieron, criaron a sus cinco hijos: Leo, Jesús, Manolo, Miguel y Loli.

Y por último llegó Palmira, que muy joven se casó con David y vivieron en Torrejón, donde combinaron el campo con un bar y una tienda, entre otros trabajos. También tuvieron 5 hijos, a los que llamaron María Jesús, Isabel, Tito, Miguel Ángel y Amador.

Publicidad

Hoy los descendientes de aquel matrimonio -José y Dolores-, sus hijos, nietos, bisnietos... recuerdan a esos padres y el sacrificio que hicieron para sacar adelante a nueve hijas y rendirán un especial homenaje a Josefa, la única que está viva de todas ellas, en un encuentro que se iniciará en El Tornadizo con una misa de acción de gracias y proseguirá con una comida en San Miguel de Valero.

Será un encuentro en el que, además, muchos de los asistentes se conocerán y pondrán cara, pues muchos de ellos no se han visto en sus vidas, ya que sus caminos no se han cruzado, aunque algunos residan en el mismo lugar.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad