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D. BAJO / WORD
SALAMANCA
Viernes, 10 de noviembre 2017, 12:43
Una entrega de Honoris Causa es uno de los actos más protocolarios que existen. Los doctores desfilan hasta el Paraninfo, los homenajeados pronuncian discursos y la familia universitaria presume de tradición. Nadie se sale del guión, aunque entre el público esté el presidente del Gobierno ... y el nuevo Honoris Causa sea el presidente de la Comisión Europea. El único cambio fue la presencia de autoridades: vinieron todas.
Juncker y Rajoy se llevaron casi todas las fotos, pero también se dejaron ver los ministros de Exteriores, Alfonso Dastís, y Cultura, Íñigo Méndez de Vigo; la delegada del Gobierno, María José Salgueiro; el presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera; y el alcalde y secretario regional del PP, Alfonso Fernández Mañueco.
Todos aguardaron a Rajoy ante la fachada de la Universidad, soportando el frío que ayer campaba a sus anchas por el centro de la ciudad. El presidente se presentó poco después del mediodía, saludó al público y entró en el edificio histórico, donde fue recibido por el rector, Daniel Hernández Ruipérez, en su último gran acto académico antes de las elecciones.
El rector, como manda la tradición, es el encargado de cerrar el acto institucional (en el que, por cierto, se usó el latín en varios momentos. Más europeísmo imposible). El rector situó a Manuel Marín (ausente ayer, pero representado por varios miembros de su familia) y a Jean Claude Juncker en el mismo grupo de ‘hombres de frontera’ que un día soñaron con una unión aduanera en el viejo mundo, como Adenauer, Schuman o De Gasperi. Los pioneros convirtieron «las fronteras en bisagras y las separaciones en articulaciones» y los dos nuevos Honoris Causa han contribuido a reforzar su ideal. El rector citó el ejemplo del programa Erasmus, nacido de una idea de Manuel Marín. En su día pareció una excentricidad y hoy la educación europea no se entiende sin él. «Creo firmemente que, algún día, en nuestra universidad se les estudiará a ambos como unificadores de esas divisiones y entonces estaremos aún más orgullosos de contarles entre los nuestros», aseguró Hernández Ruipérez.
El rector presentó la máxima de Suárez («La concordia fue posible») como esencia del plan europeo nacido de las ruinas de la Segunda Guerra Mundial. «La palabra concordia refleja perfectamente el significado del proyecto europeo», comentó, «por cuanto hace referencia a la conjunción de la mente y el corazón, podríamos decir que de la razón y los sentimientos. No quisiera extenderme sobre las tristes circunstancias que estamos viviendo en España, pero me temo que en la raíz de esta situación se sitúa un abandono absoluto de la razón». Con esta premisa, el rector agradeció «la llamada a la cordura» de Juncker «pues no otra cosa es la defensa de la ley en naciones democráticas».
El ‘susto’ de la mañana lo dieron cuatro alumnos presentes en el acto, que fueron expulsados por los servicios de seguridad después de que mostrasen un papel contra el nombramiento de Juncker y comenzasen a gritar en el Paraninfo. Muchos pasan por la Universidad, pero definitivamente ésta no pasa por todos.
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