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El Paraninfo de las Escuelas Mayores se llenó ayer de público con motivo de la solemne y doble ceremonia de investidura del carismático artista balear Miquel Barceló Artigues y del eminente crítico e historiador Francisco Calvo Serraller como nuevos Doctores Causa del Estudio salmantino.
El ... rector de la Usal, Daniel Hernández Ruipérez, definió este acto como «el homenaje de la Universidad de Salamanca al arte y a los artistas» y catalogó la celebración del VIII Centenario como «la gran ocasión para consolidar a la Universidad y a la ciudad de Salamanca como una referencia en el arte contemporáneo, con una presencia acrecentada de obras».
En su discurso, el rector agradeció a Barceló su vinculación con el Estudio salmantino, hasta el punto de crear la imagen iconográfica de los actos conmemorativos de la celebración de los 800 años de su fundación, como es «su poderosísimo y vibrante logo».
Ruipérez enfatizó que «tengo que reconocer que su obra me ha llegado siempre muy dentro y que he encontrado que su comunión con materias, formas y cromatismos fuertemente enraizados en formas de vida ancestrales, es deslumbrante. Más que despertar admiración, fascina, de forma a veces difícil de explicar, gozosa pero incómoda, provocadora de imágenes mentales, de sensaciones, de pensamiento», subrayó el rector.
Si la imagen de Miquel Barceló representa el mundo de la creación artística, la del profesor Calvo Serraller refleja la conceptualización del arte y su explicación histórica. El rector destacó sus facetas de historiador, profesor, comisario de exposiciones, director del Museo del Prado y crítico de arte, desde las cuales «ha contribuido extraordinariamente al entendimiento vital, estético, histórico, literario, social y culto de la obra artística».
Durante su distendido discurso de agradecimiento en el Paraninfo, Miquel Barceló precisó que no sabe si nació pintor ni si merece «este honor que me hacen ustedes». Añadió que «tampoco sé por qué me dedico a esto. Sé que si lo supiera seguramente haría otra cosa», apostilló antes de glosar parte del trabajo realizado en alguna de sus obras más emblemáticas, como la capilla de la catedral de su Palma de Mallorca natal o la cúpula de la sede de Naciones Unidas. Ambas facetas fueron acompañadas con la proyección de imágenes sobre la fecunda aportación creativa de Barceló a ambas propuestas artísticas.
Refiriéndose al caso concreto de su aventura creativa en la catedral de Palma de Mallorca, Miquel Barceló rememoró que aquel verano de 2003 fue «uno de los más calurosos del siglo, con lo que teníamos que trabajar de noche hasta el alba... Recuerdo las gotas de sudor cayendo sobre la placa de tierra casi como lluvia». Reflexionó en este sentido que «si considero esta obra como un fresco, creo que introduce la novedad de trabajar por delante y por detrás: a manotazos y con los cuatro dedos por delante, a puñetazos por detrás. Bultos y agujeros, como el mundo».
Ciñéndose a sus claves artísticas, Barceló confesó que «la desazón y la desconfianza en el éxito final es parte integral de mi trabajo», al tiempo que desveló que «no se puede emprender ninguna obra si uno no está dispuesto a fracasar en ella, incluso totalmente hasta su destrucción final». Barceló reveló, además, que todas sus obras «son, a mi pesar, consecuencia de obras anteriores y anuncian sin que yo lo sepa otras a venir». De hecho, reconoció que «todo lo que hago siempre me parece que lo he hecho antes». Otro de los rasgos de su proceso creativo es, dijo, «la autocontradicción», una estrategia que le define como artista. Además, el prolífico creador mallorquín puntualizó que «siempre me ha gustado esta sensación de derrumbe en mi obra».
El discurso de Miquel Barceló, tras recibir la distinción que le convirtió en nuevo Doctor Honoris Causa del Estudio salmantino, se salió de los solemnes estereotipos habituales en este tipo de ceremoniales. En un tono distendido, el creador del ‘Gran Elefant’ rememoró cuando adquirió en el año 2007, coincidiendo con el colosal hundimiento económico que generó la crisis del ladrillo, kilos de arcilla para una posterior producción artística. También recreó visualmente a los asistentes las creaciones artísticas que cristalizaron en las vidrieras de la Biblioteca Nacional de París años después.
No faltó tampoco, en otro pasaje de su disertación, una rápida retrospectiva de sus años de estancia en Mali durante la pasada década, un país del continente africano donde encarnó una fase especialmente intensa y activa de su brillante singladura artística. «En Mali aprendí casi todo lo que sé», enfatizó Barceló ante el auditorio asistente a la ceremonia académica.
Durante la proyección de sus obras, Miquel Barceló describió las numerosas imágenes que se pueden contemplar a partir de la visión de sus pinturas, concretamente la propuesta artística con la que concurrió a la Biblioteca Nacional de París. «La gente dice que veía muchos esqueletos y pulpos», refiriéndose a las vidrieras que decoró en la magna biblioteca de la capital gala.
Barceló también se adentró en su discurso en otras veleidades de su universo artístico, retrocediendo a sus primeros pasos y apuntando que «todavía me acuerdo cuando en los últimos 70, en mi balbuceante medio lengua reivindicaba la contradicción como fuerza dinámica de mi obra, ella misma escasa y balbuceante.. Eran años en los que se reclamaba coherencia en mayúsculas en interminables asambleas».
Por su parte, la decana de la Facultad de Bellas artes, María Soledad Farré, quien ejerció durante la ceremonia como madrina de Miquel Barceló, ensalzó «ese acto de resistencia que instiga a la esperanza», que es pintar lo existente.
Para la decana de Bellas Artes, la investidura de ayer «contribuye a que el ejercicio de la práctica artística se comprenda más y mejor en la Universidad, pero no es suficiente, es preciso seguir trabajando para que se tengan en cuenta las especificidades de la creación artística en la docencia y en la investigación universitarias».
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