Baños de altura en busca de aire libre de virus
Sierra de Béjar ·
José White es el director de la estación de esquí de La Covatilla en la localidad salmantina, que abre por primera vez en la temporada estival con propuestas de turismo activoSecciones
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José White es el director de la estación de esquí de La Covatilla en la localidad salmantina, que abre por primera vez en la temporada estival con propuestas de turismo activoSi en algún lugar habían pensado vivir un verano diferente ese era en la estación de La Covatilla, en la salmantina sierra de Béjar. Antes de que el mundo se viera azotado y cambiara por la inesperada pandemia, tenían un proyecto para abrirse al turismo ... activo en la temporada estival. La situación consolidó la idea, que ya es una realidad.
José White, bejarano de 60 años, apasionado de la bicicleta y «más de pueblo que las gallinas» lo dejó todo para regresar a su tierra y ponerse al frente de la estación. Ya había sido su director entre los años 2001 y 2014, fecha en la que la empresa concesionaria entró en concurso; el Ayuntamiento, propietario del complejo, asumió la gestión y decidió rescatar a José en otoño del año pasado.
«Sacaron a concurso la plaza y me volví al pueblo», cuenta al tiempo que explica que su objetivo era actualizar el proyecto hasta que se coló el virus en nuestras vidas. «Ahí hubo un parón importante, aunque veníamos de una temporada de esquí malísima, la peor desde que la estación abrió a principios de este siglo».
Algo había que hacer y qué mejor que desestacionalizar el producto y abrirse al turismo activo veraniego. «El ocio ha evolucionado mucho y todos queremos volver a la naturaleza después de estar encerrados en casa tantos meses», explica. Y así ha sido con la llegada de viajeros en busca de aire libre de virus. «El turismo de cercanía es lo que viene, por miedo a la enfermedad y por razones económicas», asegura.
A finales de junio comenzaron las actividades y el Ayuntamiento se implicó con la contratación de una persona responsable de coordinar esta oferta novedosa. Con denominaciones atractivas como baños de altura, el objetivo es ir a la montaña en lugar de que la montaña venga a ti. «Utilizamos el telesilla para hacer cumbre y arriba es fundamental que alguien interprete lo que ves con una explicación», afirma para que el usuario sepa que el espectáculo que su vista alcanza es el valle del Jerte, la sierra de Francia «o incluso Salamanca en un día claro».
Y allí a 2.250 metros, donde te deja el telesilla y está la cafetería, uno se da el baño de altura o mira las estrellas, otra de las actividades. «La observación es preciosa; es coincidir el atardecer y el anochecer y que alguien te cuente cómo se pone el sol por la sierra de Francia; te lo pasas pipa en un ambiente distendido», señala con entusiasmo. El descenso en bicicleta, el yoga y pilates en la montaña o la marcha nórdica – «parecido a esquiar pero sin nieve», especifica– son parte de la oferta que también contempla clásicos como las rutas de senderismo y de naturaleza.
José es consciente de la oportunidad para La Covatilla que supone la situación atípica que vivimos. «Tenemos 3.000 contactos y hay mucha respuesta; sin duda, la suspensión de campamentos y piscinas y limitación del baño en los ríos por parte de las administraciones nos beneficia, porque aquí no hay límites, salvo los propios de las normas de seguridad», detalla al tiempo que indica que no tener cabina, sino telesilla, ayuda. «Las limitaciones son menores que en otros lugares de ocio, parece que hay menos riesgo, aunque no debemos bajar la guardia», afirma.
«Teníamos en la cabeza evolucionar y visitamos una estación de Andorra donde prevalecen las actividades de montaña respecto al esquí; queremos hacer algo parecido, pero a nuestra escala, claro», indica para reflexionar sobre el futuro: «Hemos de ir a por todas, porque hay estaciones que se pueden permitir no abrir en verano, pero nosotros, no».
José White ama su montaña singular que considera «una gran salida para olvidarse del virus; es impresionante conocerla en verano, como cambia la luz y el color, del amarillo al verde del piorno» e insiste en que «debemos saber explicárselo». Y asume que «estamos obligados a darlo a conocer, a enseñarlo, porque a la gente le interesa».
Un verano raro pero de oportunidad turística para una comarca que cuenta con una aliada especial para combatir la secuela emocional del virus: la montaña y sus altas posibilidades.
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