Vecinos de Salmanca durante el confinamiento. LAYA

«Un balcón vale ahora más que un dormitorio»

Arquitectos y constructores analizan cómo la pandemia de coronavirus ha cambiado la percepción sobre nuestras viviendas y las carencias que tendrían para afrontar un nuevo confinamiento

v. vela / d. bajo

Domingo, 22 de noviembre 2020, 12:01

En realidad, nuestra casa, esa colección de paredes, huecos para puertas y ventanas, muebles y felpudo en el acceso no es solo nuestra casa.«Lo que nosotros creíamos que era vivienda se ha convertido en oficina, en gimnasio, en escuela, escenario para otras muchas actividades», ... explica Gloria Hernández Berciano, arquitecta urbanista. Lo que parecía pensado para comer, dormir, descansar se ha transformado con la pandemia en un espacios multiusos donde además había que trabajar, que mantener reuniones, que seguir clases a distancia o que caminar (pasillo arriba y abajo)para hacer algo de ejercicio. El largo confinamiento de marzo y abril destapó las carencias de nuestras viviendas cuando hay que estar durante semanas encerrados en ellas. Aquellas carencias motivaron reflexiones en el ámbito de la construcción. Arquitectos, ingenieros y promotores dan vueltas a la cabeza pensando en qué consecuencias tendrá la pandemia en el porvenir de las viviendas.

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Las patronales salmantinas del ramo lo tiene claro: los efectos del coronavirus ya se notan en la demanda de residencias y se notarán en el futuro de los edificios.

El presidente de la patronal Aescon, Manuel Prieto, ve efectos a corto y largo plazo. La pandemia «puede cambiar la tendencia y que se viva en casas con más terrazas e incluso en viviendas unifamiliares. Ya estamos viendo que hay más demanda de este tipo de residencias con jardines, de pisos con balcones...»

Ahora bien ¿se trasladará esa demanda puntual a las nuevas construcciones? ¿Habrá leyes que obliguen a instalar balcones en detrimento de la edificabilidad total de una parcela? Prieto cree que «lo primero que tendría que cambiar es la normativa, porque es un tanto estricta y no permite cambios bruscos. No se puede cambiar de la noche a la mañana. Hay que adaptar las normativas y es un proceso largo». Si todas las viviendas de Salamanca quisieran tener una terraza, por ejemplo «habría que retocar incluso el Plan General de Ordenación Urbana». « La construcción», insiste «se mueve muy lenta».

Prieto aclara que las leyes y los reglamentos impiden rehacer una casa a capricho. «Cuando se plantea una promoción hay que cumplir una normativa sobre tamaños de baños, salones, dormitorios... no se puede hacer lo que se quiera». Las habitaciones, por ejemplo, tienen que medir al menos seis metros cuadrados, por lo que construir una promoción con cuartos más pequeños para habilitarlos como 'oficinas' podría ser una cuestión peliaguda. «Y también tienen unos máximos, han de tener una ventilación, una superficie para que entre la luz... es todo un proceso, aunque en los nuevos proyectos es probable que se adopten algunas medidas, como usar pintura bacteriológica, el tema de las ventilaciones... y otras cuestiones, para adaptarse al tiempo que vivimos». El nuevo código técnico de la edificación, explica, ya preveía algunas cuestiones sobre aislamientos y ventilaciones que ahora cobran todo su sentido. «Las casas actuales están más preparadas que las de hace 20 años, tienen más circulacion de aire».

Manuel Prieto cree que la pandemia «nos ha enseñado que quizá debería haber espacios libres que no existen, pero quizá no existen porque no se pueden contruir por la normativa. No se pueden prever todas las variables».

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El presidente de la patronal Aconsa, Javier Tamames, coincide en varios puntos. Así, comenta que «desde luego» que la pandemia ha modificado las preferencias y que «ahora mismo un balcón está más valorado que un dormitorio muy amplio». El quid de la cuestión, también para él, está en la normativa, que establece que los balcones consumen edificabilidad. Al menos antes de la pandemia, muchos preferían sacrificar éstos en favor de más metros útiles dentro de los pisos. La obra nueva «ya contempla este tipo de soluciones, como balcones, y a mayores se tendrán más en cuenta aún» en las futuras edificaciones.

La visión de los arquitectos

Tras el estado de alarma, los arquitectos alertaron de que habría que caminar hacia soluciones creativas que hagan las casas más habitables. Y ahora que se avecina la amenaza de un nuevo confinamiento, vuelven a reflexionar sobre la situación.

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«La arquitectura no es solo hacer fachadas bonitas», asegura Eduardo Carazo, catedrático de expresión gráfica y arquitectónica en Valladolid, quien evoca cómo la gran pandemia del siglo XIX, la tuberculosis, generó un nuevo urbanismo que transformó de lleno las ciudades. «Fue el momento en el que se proyectaron las grandes avenidas para resolver los problemas de aireación y saneamiento», indica. «Y fue el modo en el que se acabó con aquellos viejos cascos antiguos que eran importante foco de infecciones», añade Darío Álvarez, director de la Escuela de Arquitectura, convencido de que de esta crisis del coronavirus «saldrá una nueva visión de la ciudad». Y de nuestras casas. «Desde el siglo pasado, la arquitectura se preocupa por los ambientes limpios, puros:las ventanas, la ventilación», defiende Carmen Rosa Lancharro, arquitecta de la consejería de Educación. «La arquitectura del movimiento moderno, con sus superficies tersas, con su mobiliario liso, se convirtió en la antítesis de lo que existía hasta el momento. Porque la decoración moderna también buscaba amientes sanos, por ejemplo, al eliminar el terciopelo de los sillones, donde se acumulaba el polvo».

«La covid durará lo que dure, pero es evidente que la huella que va a dejar es importante. Nosotros no somos médicos, pero la arquitectura sí que puede dar algunas respuestas», indica Carazo. Algunas apuntan al bienestar. «Nos hemos dado cuenta de que necesitamos una relación con el exterior en nuestras casas. A veces son pequeñas, con ventanas minúsculas, sin terrazas. El concepto de terraza parecía banal. Las cerrábamos porque hacía frío. Ahora resulta que las echamos de menos». Y apunta Carazo algunas soluciones imaginativas ya planteadas por arquitectos de otros países, como esas terrazas que, «al modo de estructura metalica, se pueden adosar a las fachadas». La normativa actual encorseta muchas de estas posibles soluciones, pero «habría que habilitar grupos de trabajo para ver, desde ya, ideas constructivas ante la covid, o las pandemias que puedan venir en el futuro». «No basta solo con reflexionar desde el punto personal, tenemos que empezar a recoger ideas, por ejemplo en la facultad», propone Álvarez, quien lanza una pregunta:«¿Podemos pensar que las casas del futuro permitirán abrir una de las fachadas para convertirla en terraza, por ejemplo?».

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«Las viviendas actuales serían distintas si hubiéramos sabido que nos íbamos a ver obligados a trabajar en ellas», apunta Manuel Vecino, presidente del Colegio de Arquitectos de Valladolid. «Más del 70%de las viviendas no estaban preparadas para esa actividad sobrevenida», defiende Carazo. «Los portales inmobiliarios constataron que durante el confinamiento se había pasado de una demanda de vivienda tipo loft a una más compartimentada. Se defienden las viviendas abiertas, los espacios flexibles... y luego resulta que necesitábamos un cuartito para trabajar, para impartir una clase o asistir a una videoconferencia», añade Óscar Miguel Ares, doctor arquitecto.

«Las mayores transformaciones urbanísticas, en las ciudades, siempre han estado vinculadas a sucesos trágicos (guerras, pandemias), de evolución tecnológica, industrialización o desarrollo del comercio. Pero el cambio se ha efectuado después de esos fenómenos. Ahora hay que adelantarse, convertir esta situación en una oportunidad», defiende Hernández Berciano, quien reivindica los espacios públicos «que se puedan utilizar». «En muchas ciudades se han puesto en cuarentena los parques y jardines, cuando deberían ser los espacios saludables. El problema es que están llenos de artefactos extraños que antes no existían y en los que la gente se sube, se sienta...Los parques entran en la ciudad en el siglo XIX con un concepto de higiene. Es el lugar de paseo, movimiento. Pero los hemos llenado de cosas», lamenta Álvarez. «Y llenado de prohibiciones. Deben ser mucho más abiertos para que puedan ser disfrutados como espacios abiertos de paseo o de estancia. En España parece un crimen pisar el césped, echarme en él en primavera al leer un libro», añade Hernández Berciano.

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Arquitectura escolar

Ese diálogo entre espacios públicos y privados se puede extender a los centros educativos, que se han tenido que readaptar con patios parcelados, nuevos usos para las aulas por el desdoble de cursos. «Hemos tenido que adoptar soluciones rápidas e ingeniosas para el nuevo curso.No se pueden hacer grandes inversiones en reformas para algo que, de momento, es temporal», apunta Lancharro, quien subraya un hecho:«Los mismos niños que se marcharon con el confinameinto en primavera han vuelto ahora a clase y no han podido crecer los colegios de la noche a la mañana». «La arquitectura es lenta dando ese tipo de respuestas», añade. Pero sí que hay soluciones que se pueden plantear de cara al futuro. «Quizá cada unidad que se construya ahora en un colegio debería venir asociada con un espacio propio de patio, algo que ya tenían las escuelas nórdicas desde mediados del siglo XX», apunta Darío Álvarez.

«Es difícil saber qué va a pasar, si de verdad ha cambiado nuestra mentalidad o al final volveremos a los hábitos anteriores. Parece que se va hacia una arquitectura más humanizada, de espacios agradables, de luz, en contacto con el espacio abierto. Pero vivimos en un sistema en el que todo tiene un precio y eso no parece que vaya a cambiar», dice Ares.

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