DANIEL BAJO / WORD
SALAMANCA
Miércoles, 14 de marzo 2018, 11:42
El economista Antón Costas lanzó ayer numerosas ideas para el debate durante su intervención en el Foro Económico de El Norte de Castilla, celebrado en el hotel IBB Recoletos Coco y patrocinado por CGB Informática, Laboral Kutxa, Enusa y Global Exchange.
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Por ejemplo: que en ... España hay «desigualdades pavorosas», que la economía de mercado «ha roto su vínculo con el progreso social y la democracia», que dicha ruptura ha acarreado «ira, resentimiento y hostilidad», que la austeridad como política macroeconómica «es una barbaridad de juzgado de guardia», que la economía española «tiene margen» para aplicar una subida de salarios, que el Gobierno quedó «atrapado» en su discurso sobre las reformas, que no derogaría la reforma laboral pero sí «retocaría» algunos artículos, que el independentismo unilateral «está muerto» pero aún hay que enterrarlo...
La intervención de Costas, que también es catedrático de Economía de la Universidad de Barcelona y expresidente del Círculo de Economía, repasó de arriba abajo la situación económica y política nacida después de la crisis y las consecuencias de algunas de las decisiones tomadas en aquellos años.
Costas defendió ante los presentes que la economía nacional «va muy bien» y que en 2018 crecerá «incluso por encima de lo previsto». La inflación está controlada y hay superávit, pero pese a todo las sociedad es occidentales están «irritadas» y la política democrática atraviesa «una situación de caos. Esta asincronía entre economía y sentimiento de la sociedad es uno de los elementos más peligrosos para el futuro, porque una economía capitalista no puede funcionar bien» en un entorno social «agitado» y con un entorno político «en vías de transformarse en modelos políticos de autoritarismo populista».
La razón, según su tesis, es que se ha «roto» el «contrato social» nacido tras la II Guerra Mundial y que en España adoptamos en los años 70. A saber: la izquierda aceptaba que la economía capitalista regulada «podría crear riquezas y reducir desigualdades» y la derecha admitía «un nuevo estado social con igualdad de oportunidades para todos sus miembros y cobertura social para los desfavorecidos (paro, enfermedad y vejez).
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El pacto «funcionó de maravilla» durante décadas y se ha roto por culpa de «las desigualdades» flagrantes, porque la economía responde, pero la sociedad no avanza al mismo ritmo. Por primera vez desde II Guerra Mundial el crecimiento económico no ha aparejado progreso social «y es algo nuevo y muy peligroso». «La economía marcha bien con indicadores convencionales como el PIB, la inflación o la balanza comercial. Desde ese punto de vista, la economía va bien, pero esa recuperación no ha llegado a todos. Es evidente. El 40% de los hogares tiene un nivel de renta bajo y 25% por debajo del umbral de pobreza». Esa «ira social» ha traído nuevas tendencias políticas proteccionistas y globalizadoras, como reflejan todas las elecciones convocadas desde 2013. El auge del independentismo catalán también responde a esta ruptura, según la tesis de Costas.
«O mantenemos el contrato o la alternativa es la barbarie», resumió el experto. «La economía va bien, pero la gente está malhumorada porque el crecimiento no se está repartiendo bien». Hay que «reducir la desigualdad» usando las herramientas de la propia economía «y no sólo con proteccionismo o con más gasto. Es la economía la que funciona mal en la distribución de lo que crea».
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¿Posibles remedios? La economía española es «maniaco-depresiva». Históricamente es «la que más crece y también la que más cae» y una posible solución pasaría por aplicar políticas macroeconómicas adecuadas. «La austeridad desde finales de 2010 en la zona euro no fue una buena política», valoró. El G-20 decidió potenciar el sector público en 2008 y 2009 y el Banco Central Europeo retiró los estímulos en 2010 «sin ver si el sector privado funcionaba» y podría recoger el testigo, al contrario de lo que sucedió en Estados Unidos. Para Costas, la austeridad «es muy loable a nivel personal e individual, pero entendida como política macroeconómica con un sector privado debilitado es una barbaridad digna de juzgado de guardia».
Antón Costas también se mostró partidario de mejorar la eficiencia de los mercados nacionales («muchos tienen precios de monopolio», comentó) y de mejorar la competitividad, pero no a base de congelar salarios. «Llevamos 10 años con el discurso de que la competitividad de empresas vendrá de los salarios y no es cierto. La competitividad basada permanentemente en los salarios es mala; la basada en el incremento de la productividad es buena para todos».
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Para mejorar la productividad habría que solventar dos problemas: las empresas españolas «son demasiado pequeñas para poder tener mejoras de productividad» y la gestión empresarial es «mala, está anticuada, es vertical, basada en el ordeno y mando». Si la productividad empresarial española llegase a la media europea, el bienestar aumentaría en torno a un 25%.
La pregunta estaba cantada. Con la economía creciendo, con un panorama social agitado por la ruptura del «contrato social» y una vez desmentido que haya que congelar los salarios para ser más competitivos... ¿Puede la economía española darse una alegría y aplicar incrementos salariales? Según Costas, España tiene un excedente bruto empresarial de 30.000 millones de euros. «Es el mayor de toda las economías occidentales. Hay margen para aplicarlo, para que vaya parte a los salarios y que lo haga en todos los sectores». El contrato social se puede «reconstruir de forma inmediata vía salarios».
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Antón Costa explicó que unos salarios adecuados, además de ser la «fuente de rentas» y de ingresos «para la mayor parte de la sociedad», son «fundamentales para el funcionamiento del capitalismo» y contribuyen a mejorar la productividad de los empleados. «¿Donde esta la lógica de creer que trabajadores mal pagados son más productivos?», se preguntó. El experto, por el contrario, se mostró partidario de «dar algunas señalas a los salarios para que retornen al alza».
Costa enlazó la problemática de los salarios con la reforma laboral de 2012. A su juicio aquélla «precarizó de manera exagerada los salarios a través de la contratación temporal y parcial que es tremenda para la productividad de las empresas». El catedrático se mostró partidario de aplicar «retoques» a la reforma laboral «para mejorar la productividad», pero no de derogarla tal cual. En esta línea, también opinó que el Gobierno quedó «atrapado en el discurso de las reformas» y «muy condicionado por la situación de 2010-2011 y las amenazas de intervención del BCE».
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El expresidente del Círculo de Economía opinó que el sindicalismo debería volver como «un elemento equilibrador tanto en la fijación de salarios como en las condiciones laborales» frente a un mundo laboral español, «especialmente tras la reforma de 2012», donde existe «un desequilibrio muy importante entre la parte empresarial y laboral». «La rectificación vendrá por la recuperación de sindicatos que tengan capacidad negociadora, pero que no miren únicamente por los trabajadores con empleo fijo y sindicados», concluyó Antón Costas en Salamanca.
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