Borrar
El propio Venancio Blanco dibujando su Vaquero Charro. Chema Sánchez
De Aurelio al Vaquero

De Aurelio al Vaquero

Aniversario ·

Mañana, 12 de octubre, se cumplen 35 años de la inauguración de la obra de Venancio Blanco

CHEMA Sánchez

SALAMANCA

Lunes, 11 de octubre 2021, 12:27

En la Historia del Arte el caballo ha tenido una importancia muy significativa por dos razones fácilmente asumibles. Por un lado la belleza y elegancia intrínseca del noble bruto. Por otro por haber servido de pedestal a príncipes, guerreros y autoridades. En los frisos del Partenón el maestro Fidias ya nos dejó algunos relieves exquisitos. Los emperadores romanos fueron inmortalizados a caballo para resaltar su grandeza. Lamentablemente la mayor parte de las obras romanas fueron destruidas.

Cuatro obras maestras

Han sido cientos o miles los personajes de la historia que quisieron ser inmortalizados a lomos de un caballo. En los cinco continentes tenemos ejemplos de esta tendencia en la que no faltan desde Pancho Villa a George Washington, Simón Bolívar, Gengis Khan, Alejandro Magno, Carlomagno, Napoleón, Francisco II, Carlos III, Carlos IV, El Cid, Felipe IV…

Imposible hacer un ranking de cuáles son las mejores esculturas ecuestres de la historia. Nuestro añorado amigo Venancio Blanco –muerto hace tres años con 94- me decía que para él las tres mejores que conocía eran el Marco Aurelio (anónima), el Colleoni (Verrochio) y el Gattamelata (Donatello). A esas tres piezas yo añado por mi cuenta el Vaquero Charro, del propio Venancio

Marco Aurelio

Autor anónimo. 174 d. c. Bronce. Altura 424 cm.

Testimonio que se conserva de la escultura ecuestre romana debido a una curiosa confusión: en la Roma del pontificado la esculturas de broce de los emperadores se fundieron para hacer monedas o cañones.

¿Y porque se libró Marco Aurelio? Por un error interpretativo. Durante mucho tiempo se creyó que se trataba del emperador Constantino, el firmante del Edicto de Milán. Pero cuando se fundió (174 d. c.) faltaba más de un siglo para que naciera Constantino. .

El original, está ubicado en Museo Capitolino, exhibiéndose al público una copia en la plaza del Campidoglio de Roma

El Gattamelata

Autor: Donatello (1386-1466). Bronce, 1447-1453. Sita en la Plaza de San Antonio de Padua. Medidas 340x390 cm. sobre pedestal de 780x410 cm.

Se trata del regalo de la ciudad de Padua a Erasmo de Narmi un mercenario que controlaba dicha ciudad. Todo hace pensar que se trata de un retrato bastante fidedigno, dado que se modeló con el homenajeado en vida.

El Condottiere Gattamelata era uno de los déspotas que tomaba el poder por la fuerza de las armas y que da la impresión de desfilar después del triunfo. Donatello idealizo el gesto y la imagen del militar que parece emanar nobleza. Los mechones recuerdan los de las esculturas romanas y se adivina un carácter equilibrado y reflexivo, acercándose al ideal del concepto humanista que se avecinaba

El caballo que monta es solemne, fuerte y pesado. Adornan al personaje una espada avasalladora y el bastón de mando de general. La bola en que apoya la pata delantera el caballo puede ser un recurso técnico o una alegoría del mundo a los pies del militar.

El Colleoni de VerrocchioEl Colleoni de Verrocchio

Autor: Andrea Verrocchio (1435-1488), Bronce 1480-1488. Fundida en 1506. 395 cm de alto.

El Condottiere Bartolomeo Colleoni, había dejado en su testamento a favor de la República de Venecia con la condición de que le erigieran una estatua en Piazza San Marco. El concurso lo ganó Andrea Verrocchio, dejando terminado el modelo en arcilla en 1488 poco antes de su muerte. Dejó también fundido el jinete. Los remates del caballo y su fundición corrieron a cargo de Alessandro Leopardi. La escultura se instaló en 1506 en San Giovanni e Paolo de Venecia.

No cabe duda que Verrocchio se inspiró en el Marco Aurelio, en el Guatemala y en los caballos de la logia de San Marcos. No se trata de un retrato (el artista no conoció al condottiero) pero consiguió reflejar carácter militar y sensación de movimiento.

El Vaquero Charro

Venancio Blanco (1923-2018). Vaquero Charro 1982-1986. Bronce 350 cm alto.

Se reponía Venancio de un infarto, en la Academia de BBAA de España en Roma, cuando casi le dio otro al recibir una carta de la Diputación de Salamanca aprobando el encargo de ejecutar el proyecto de la escultura del Vaquero Charro. En el taller romano trabajo desde 1982 a 1985 en la realización de la escultura en escayola de acuerdo con los bocetos presentados. A España trajo el yeso fragmentado en piezas que fueron fundidas y montadas bajo su dirección en Capa, donde personalmente efectuó el ensamblaje y repaso definitivo.

La escultura, pensada para instalarse en campo abierto, a la entrada del Recinto Ferial, fue ubicada e inaugurada en la Plaza de España el 12 de octubre de 1986. Venancio no estuvo en la inauguración. Cuando se dirigía hacia el acto inaugural le informaron que hacia media hora que se había descubierto la escultura. El ministro de turno, tenía otras urgencias y hubo que cambiar su agenda, aunque la explicación que se dio es que fue por motivos de seguridad.

La escultura hizo de un cruce de caminos (Canalejas-Mirat con Gran Vía-Paseo de la Estación) una plaza. Representa a los viejos vaqueros del campo salmantino y es un homenaje de Venancio a su padre que monta a Basora, su viejo caballo de toda la vida, que acabo siendo el caballo de los niños. Se trata de uno de los ejemplos de cómo supo interpretar el artista la figuración y la contemporaneidad, para completar la más excelsa trilogía de su repertorio: el Nazareno, el Vaquero y el Yacente.

Leonardo y Pietro Tacca

Leonardo da Vincci, genio entre los genios, recibió el encargo del Duque de Milán de hacer un monumento ecuestre colosal. Tras numerosos bocetos modeló un caballo en barro de 7 metros de altura que tardo años en concluir, ya que no era capaz de imprimirle el movimiento que él quería. Conforme se acercaba el final empezó a tener dudas sobre como fundirlo. Hizo estudios y ensayos de auténtica ingeniería durante dieciséis años, que no dieron con la solución y que provocaron la mofa de su «intimo enemigo» Miguel Ángel.

Después del Gatamelatta y el Colleone parecía que estaba todo escrito en la escultura ecuestre. El italiano Pietro Tacca intento sacar a todos de su error realizando lo que nadie había sido capaz de hacer hasta el momento: una escultura en corveta, es decir en la que el noble bruto se apoyase únicamente en sus dos patas traseras.

Durante mucho tiempo lo intento pero no era capaz de encontrar el equilibrio. Hasta que un día hablando con Galileo –increíble y genial sabio- le dio la solución: «haz la parte trasera del caballo maciza y la parte delantera hueca y estará equilibrado». Así fue como realizo el Felipe IV que puede verse hoy en la Plaza de Oriente frente al Palacio Real

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla De Aurelio al Vaquero