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La solemne inauguración del nuevo curso universitario español 2017-2018, que sirvió al mismo tiempo de pistoletazo de salidas para las celebraciones conmemorativas de los ocho siglos de la fundación del Estudio salmantino, abarrotó de público ayer el Paraninfo de las Escuelas Mayores y estuvo precedida de un majestuoso cortejo académico integrado por cerca de 340 miembros de la comunidad académica, de los que 35 eran rectores.
El reivindicativo discurso del rector Daniel Hernández Ruipérez, quien insistió una vez más en su conocida tesis de que la conmemoración del VIII Centenario debería ser aprovechada para acometer una profunda reforma del sistema universitario al encontrarse éste «agotado», se convirtió en el gran protagonista dialéctico del acto, especialmente porque el rotundo mensaje de Ruipérez, cuyas ideas centrales ya había expuesto anteriormente en otros actos públicos, fue desglosado ante la seria mirada del ministro de Educación, Cultura y Deportes, Íñigo Méndez de Vigo, quien optó por no rebatir en ningún momento en su alocución posterior las elocuentes argumentaciones del rector.
Don Felipe cerró la ronda de discursos para abogar por la adopción de «medidas» para impulsar el proceso de cambio y la adaptación de las universidades «a las nuevas realidades». El Monarca proclamó que «para afrontar estos desafíos es preciso tomar medidas, siendo muy conscientes del papel clave de la Universidad». Concretó sus postulados al indicar que estas modificaciones deben ir encaminadas a «la internacionalización» de las universidades y a su «acercamiento al tejido empresarial y a los ciudadanos». Por ello, es «muy importante» que las instituciones públicas, el sector privado y los ciudadanos «se sientan parte de este cambio y que participen en él, porque su éxito está ligado al futuro de todos».
Para culminar este ambicioso anhelo, es necesaria «la labor coordinada y comprometida de las universidades y centros de investigación, de los profesores, los investigadores, el personal de administración y servicios y los estudiantes». De esta forma, solo con la cooperación de los diferentes sectores se podrá impulsar «con eficacia la calidad y la equidad de nuestro sistema universitario, dotarlo de la flexibilidad que precisa para adaptarse a los constantes cambios, fortalecerlo y destacarlo a nivel internacional».
El Monarca consideró que si se cristalizan todos estos cambios se materializará «un sistema universitario sólido y atractivo, que promueva la movilidad de estudiantes, profesores e investigadores, la calidad educativa, el valor del español como lengua para la educación superior, la internacionalización de los programas educativos y las actividades de I+D+i».
Durante su disertación, el jefe del Estado trazó una sucinta radiografía de la orografía que tamiza el sistema universitario español, que se vertebra en torno a la posibilidad de elección que tienen los estudiantes entre las 84 universidades repartidas por todo el territorio nacional, que cuenta con más de 1.000 centros universitarios, más de 500 institutos de investigación y 42 escuelas de doctorado. Como gratificante balance sobresale el dato de que el número de universidades se ha triplicado desde las 27 que estaban operativas en 1975 –año de la muerte del general Francisco Franco–, lo que evidencia «un indicador objetivo del peso del capital universitario español». Globalmente, España puede presumir de «un sistema universitario de calidad, de buena calidad media», enfatizó Felipe IV, coincidiendo y haciendo suyas las valoraciones que había verbalizado anteriormente el rector en su discurso.
En otro pasaje de su alocución, el Rey lanzó un sugestivo llamamiento a las universidades para contribuir a la formación de «ciudadanos libres y responsables», capaces de decidir sobre su propio destino, ligándolo al interés general y al bienestar de la colectividad.
Por su parte, el rector Daniel Hernández Ruipérez animó a la sociedad española y a sus responsables políticos a aprovechar esta conmemoración, declarada por el Gobierno como acontecimiento de Estado de excepcional interés público, para abordar los grandes cambios que necesita el sistema universitario.
El rector defendió la calidad de las universidades públicas frente a las críticas basadas únicamente en la posición que ocupan en los ‘rankings’ internacionales, que no tienen en cuenta ni su baja financiación, «muy inferior a cualquiera de los países de nuestro entorno», ni sus rígidas normas administrativas, «que les impiden ser ágiles y competitivas».
Ruipérez consideró que el modelo universitario español «está agotado y necesita una profunda reforma», al tiempo que se mostró partidario de afrontar importantes modificaciones legislativas, «que respondan a una estrategia clara de progreso para competir con otros sistemas y estar en las mejores condiciones para servir a la sociedad».
La reforma abanderada por Ruipérez pasa por cinco ejes, como son una mayor autonomía, tanto en sus objetivos y decisiones como en los mecanismos de gestión, el cambio de los sistemas de gobernanza, el diseño de un sistema de financiación estable y suficiente basado en objetivos, el establecimiento de figuras de profesorado más flexibles, que permitan atraer y retener talento mediante condiciones salariales y de trabajo más competitivas y, finalmente, la configuración de un sistema de titulaciones universitarias de gestión ágil, que tenga en cuenta las necesidades y demandas de la sociedad.
«Debemos aprovechar la celebración del VIII Centenario de la Universidad de Salamanca y del sistema universitario español para que la sociedad española sea consciente de que su futuro depende decisivamente de disponer de una universidad moderna, ágil, robusta y abierta al mundo, que exija a nuestros gobernantes las medidas de todo tipo que lo hagan posible y a los universitarios el compromiso y la altura de miras para desarrollarlas»,
Ruipérez también condenó con contundencia los horribles atentados terroristas de Barcelona y Cambrils, que acabaron con la vida de 16 personas, y arremetió, en referencia al referéndum secesionista catalán, contra los actos de quienes quieren separar a Cataluña del resto de España «mediante una estrategia decidida de incumplimiento de las leyes y desobediencia a las resoluciones judiciales». También dirigió un mensaje de apoyo al Gobierno para «que mantenga en todo momento la legalidad», ya que «callar en este momento, inaugurar el curso de las universidades españolas como si España no tuviera la crisis institucional más importante desde el 23 de febrero de 1981, sería mantener un silencio indigno».
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