La directora del colegio intercambia opiniones con dos trabajadoras del centro. LAYA

Un apoyo para intentar paliar la pobreza educativa agravada por la covid-19

El colegio Nuestra Señora de la Asunción de Salamanca es uno de los beneficiarios del programa PROA+ destinado al alumnado más desfavorecido

ROSA M. GARCÍA / WORD

SALAMANCA

Lunes, 23 de noviembre 2020, 11:19

La covid-19 ha agravado los índices de pobreza educativa en esos centros con alumnado más desfavorecidos social o económicamente. La suspensión de la actividad lectiva presencial durante el confinamiento evidenció que centros, docentes, familias y alumnado no estaban preparados para una educación a distancia, ... pero algunos de ellos sufrieron en mayor grado las consecuencias de la repentina ausencia de la educación presencial. De esta manera, ese impacto negativo del confinamiento en el bienestar y el progreso educativo de los alumnos fue especialmente importante en el alumnado desaventajado, no solo por la brecha digital, también por aspectos como unos hogares sin condiciones para el trabajo escolar en casa, entre otros, lo que supuso un incremento de las posibilidades de desconexión de la escuela, incrementando el riesgo de fracaso escolar y abandono de la educación.

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Ante esa situación que puso al descubierto el confinamiento, para el curso 2020-21 se barajaron y barajan diversos escenarios dependiendo de la situación sanitaria y unas posibles limitaciones a la asistencia presencial a clase. La situación del curso pasado también evidenció que la comunidad educativa tiene que desarrollar competencias para la enseñanza y la evaluación en escenarios distintos a la enseñanza presencial.

Aunque el presente curso haya empezado de manera presencial, existe incertidumbre sobré qué modalidad puede acabar utilizándose, ya que todo depende de la evolución de la pandemia. Por este motivo y ante la necesidad de apoyar a los centros sostenidos con fondos públicos que lo precisen con actuaciones para poder afrontar los distintos escenarios con éxito, se ha puesto en marcha un nuevo Programa de Cooperación Territorial (PCT) para la orientación, avance y enriquecimiento educativo en la situación de emergencia educativa del curso 2020-21 provocada por la pandemia de la covid-19. Se trata del PROA+20-21, enmarcado en un programa más amplio, el PROA+21-27.

PROA+ son programas de refuerzo, orientación y apoyo adaptados a la situación de este curso marcado por la covid-19

El PROA+20-21 es una adaptación a la situación de emergencia educativa del presente curso del programa pluarianual PROA (Programas de Refuerzo, Orientación y Apoyo), que aborda las necesidades asociadas al entorno sociocultural del alumnado mediante un conjunto de acciones de apoyo a los centros. Así, ofrece recursos a los centros para que, junto al resto de actores de la educación, como la familia, trabajen en debilitar los factores que generan la desigualdad y garanticen la atención a los colectivos más vulnerables para mejorar su formación y prevenir los riesgos de exclusión social.

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Para este programa especial, PROA+, el Ministerio de Educación ha transferido una dotación inicial de 40 millones de euros a las comunidades. Para Castilla y León, son algo más de dos millones de euros los que se destinarán a los 59 centros acogidos a unas ayudas que quieren evitar que los centros más desfavorecidos queden 'descolgados' por la covid-19. 28 de esos centros son de Educación Especial y otros 31 pertenecen al 'Programa 2030', cuyo objetivo es favorecer la educación inclusiva de calidad mediante la prevención y eliminación de la segregación escolar por razones de vulnerabilidad socioeducativa.

En Salamanca diez centros recibirán este apoyo. Se trata de los Centros de Educación Especial (CEE) Reina Sofia, La Cañada, Los Tilos, en el capital salmantina, y El Camino, en Villamayor de Armuña; y de los colegios de Educación Infantil y Primaria (CEIP) Nuestra Señora de la Asunción, Juan del Enzina, Buenos Aires/Gabriel Martín, Nicolás Rodríguez Aniceto y Alfonso X, en la capital, y Arrabal del Puente, en Ciudad Rodrigo.

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Desfavorecimiento social

Ubicado en un barrio de Salamanca donde «los intereses educativos son bastante limitados, no son una prioridad», se encuentra el CEIP Nuestra Señora de la Asunción, con 80 alumnos, un 90% de etnia gitana. Es uno de los colegios salmantinos que se han sumado al proyecto PROA+, «porque somos un centro del Programa 30, un colegio con características de desfavorecimiento social y económico», explica Esperanza González, su directora.

«Nos propusieron entrar en el proyecto PROA+ y en un principio pensamos que era para trabajar por las tardes en talleres, como hace tiempo nació PROA, pero era para darnos un dinero que podríamos utilizar para trabajar con este tipo de alumnado e intentar subsanar algunas de las lagunas que ellos pudieran tener por ser un colectivo desfavorecido».

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Las bases son las del 'Programa 2030' , explica, «intentar llegar en la medida de lo posible a todos los alumnos dando una respuesta educativa lo más favorable posible». Ese es el objetivo, pero en un colegio como este, «lo que ocurre es que cuando intentas llevarlo a cabo, encuentras muchas dificultades, sociales, afectivas, económicas, de todo tipo», porque «a veces no es un problema de dinero, sino de pobreza intelectual, de pobreza de prioridades», lamenta González.

El confinamiento durante el tercer trimestre del curso pasado fue más difícil en un centro de estas características. «Nos dimos cuenta que durante la pandemia, además de los problemas que ya teníamos en la escolarización de los alumnos y en el trabajo diario, teníamos además otro, que no los teníamos presentes».

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«Encuentras muchas dificultades y a veces no es cuestión de dinero, sino de pobreza intelectual, de pobreza de prioridades»

Y es que, explica, «la mayoría del trabajo que realizamos con los niños es presencial, todo lo que se hace en la escuela es lo que se lleva este tipo de alumnado, porque después no se refuerza en casa, no se estudia en casa, generalmente los libros o no se llevan o se dejan en el coche, nunca se suben a casa... Ese aspecto de trabajo de fomentar el esfuerzo, de trabajar lo visto en clase, de lectura, cualquier tipo de enriquecimiento que se pueda hacer a nivel educativo en casa no existe».

La brecha del confinamiento

Por este motivo, «durante los tres meses que estuvimos sin alumnado pues se reforzó, como en toda España, la brecha» y «nosotros hemos notado esta brecha, porque los niños no entraban a la digitalización, no entraron al remoto en ningún momento, sólo en momentos puntuales y quizás ese 10% de alumnado que tenemos payo, los demás niños en algún momento igual saludaban porque tenían datos a través del móvil del padre y madre, pero conectarse a través de un correo electrónico no se pudo hacer».

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Por eso, añade, «se intentó seguir una línea en todo el centro» y en un principio «nos comunicamos con ellos a través del teléfono, pero después a la hora de trabajar era muy difícil». Todos los móviles tienen vinculado un correo electrónico, pero «la mayoría ni lo recordaba, te daban un correo y a la semana siguiente no le llegaba, los llamabas y te decían que habían perdido el móvil o cambiado...».

Ante esa situación tan complicada, «pensando en la posibilidad de que se nos pudiera volver a confinar y dado que caminamos hacia las nuevas tecnologías y la situación económica de nuestros alumnos, además de ser bastante precaria, no van a llegar a ello, porque no es un interés personal, pues pensamos en facilitar material de este tipo», señala González.

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En este centro, comenta, cada vez hay un menor número de alumnos, por lo que este curso les han reducido el número de maestros. Por eso, tienen unidos los cursos de segundo y tercero y de cuarto y quinto de Primaria; «haciendo un poco de filigranas conseguimos desdoblar matemáticas, lengua e inglés y en algún caso ciencias naturales con todos estos alumnos, con lo cual la enseñanza es casi individualizada», porque «los pocos alumnos si los repartimos entre Infantil y Primaria, quedamos a 8 ó 9 niños por aula en matemáticas, lengua e inglés», por lo que «la manera de llegar a ellos es bastante directa y sería bastante enriquecedora, aunque dadas las circunstancias del alumnado, nos cuesta mucho conseguir un nivel medianamente aceptable».

Junto a este trabajo en el aula, están fomentando el uso de la biblioteca, «pero este curso lo tenemos un poco frenado y lo que hemos hecho ha sido adquirir libros para biblioteca de aula, de manera que haya un número de libros en cuarentena y los niños puedan llevarse y se puedan cambiar». Ahora, añade, «si nos llega este dinero que nos han concedido del proyecto PROA+ intentaríamos alquilar tablet y comprar tarjetas de datos».

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Sin embargo, se encuentran además con otra traba, y es que han intentado «involucrar a los padres en el proceso de enseñanza a través de remoto, pero, mediante la coordinación con los CEAS, han propuesto un curso de formación para padres y creo que se han apuntado tres».

«No hay un gran interés en ello», lamenta González, ya que «es un problema de prioridades», porque «este colectivo de padres no está predispuesto a creer que la formación de los niños sea un proyecto o inversión de futuro», por lo que «inculcarlo en los niños es muy complicado, ya que el aspecto de la familia influye mucho más que el de la escuela, nosotros influimos hasta un punto, pero luego su vida personal gira entorno a otros intereses».

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El trabajo educativo en un centro de estas características es complicado, pero también «bonito» y «un reto», donde «lo importante es llegar a la mayoría de los niños en la medida de lo posible».

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