Encarnación Pérez, subdelegada del Gobierno en Salamanca. Subdelegación del Gobierno
OBITUARIO

Adiós a una mujer especial que se ganó el cariño de la sociedad salmantina

Encarnación Pérez fallecía este jueves a causa de una enfermedad que sufría desde hace años

Isidro Serrano

Salamanca

Viernes, 28 de julio 2023, 13:23

Siempre resulta complicado hablar de una persona cuando su muerte te sorprende, aunque de alguna forma era, ya últimamente, esperada.

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Sin embargo, la muerte de Encarnación Pérez nos ha cogido a todos con el paso cambiado. Porque era, sobre todo, una buena mujer y aunque no la conocieras mucho, como es mi caso, cada vez que tratabas con ella era fácil entablar una conversación amena y hasta divertida si el tema lo permitía porque tenía un buen sentido del humor.

Con los profesionales de los medios de comunicación siempre fue amable. Todo lo que podía contar, especialmente sobre algunos de los casos más complicados que le toco vivir, como los vinculados a la violencia de género, lo contaba, con tranquilidad y claridad, sin alharacas. Y si algo no se debía contar, era capaz de explicarlo sin exasperar a los habitualmente impacientes periodistas.

Me enteré de su enfermedad hace ya tiempo, a través de un amigo común. Me relató lo mucho que había peleado contra el cáncer y como se le había extendido. A pesar de ello siguió trabajando y dándolo todo por los demás en la Universidad y en el cargo que asumió para reforzar aún más su compromiso con la sociedad salmantina.

Me dio la enhorabuena cuando le comenté que iba a surgir 'Salamancahoy', «a dar guerra, que siempre es bueno que surjan medios de comunicación» recuerdo que me dijo. También nos acompañó no hace mucho en la presentación oficial del diario digital y de nuevo mostró su satisfacción por nuestra presencia en Salamanca para hacer de la información más plural.

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Desde hacía ya algún tiempo nuestra relación se había vuelto algo más personal, porque que como ya habían hecho antes algunos de sus hermanos, Encarnación Pérez había decido comprarse una casita y arreglarla en Monterrubio de la Sierra, el pueblo en el que nacieron mis padres y al que acudo con frecuencia. Allí coincidimos también un par de veces, también en algún acto, con la presencia de otros vecinos, en los que se hacía evidente que en poco tiempo se había ganado su cariño, como antes lo había hecho sus hermanos.

Hoy seguro que será un día de luto en Monterrubio de la Sierra, donde acudía a descansar y desconectar de las obligaciones de su cargo, rodeada de buena parte de su familia.

Por lo que sé, se ha ido con la entereza que la caracterizaba en todos su actos, consciente de lo que estaba sucediendo, sin hacer ruido… y acompañada de los suyos.

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Descansa en paz, Encarna.

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