En ruta por las fortificaciones

Por segundo año consecutivo la Ruta Ecuestre de las Fortificaciones de Frontera, en su séptima edición, volvió a estar pasada por agua. Al menos el momento de la salida en el que tomaron parte 24 jinetes aunque la previsión era que a medida que avanzara el recorrido se fueran incorporando más, hasta alcanzar los 44.

El objetivo que esta ruta, promovida por la asociación Los Boliches de la Torre de Aldea del Obispo, en la persona de Jesús David Fernández, ha tenido desde su primera edición ha sido el de poner en valor el territorio y por eso, el lugar elegido para tomar la foto de familia no es otro que el Registro de Ciudad Rodrigo, junto al centro de interpretación de las fortificaciones.

Desde ese punto tan concreto el grupo se dirigió hacia la plaza Mayor a través de la calle Madrid, para continuar por la Colada y poner rumbo a Saelices el Chico. En esa localidad tuvo lugar la primera parada para reponer fuerzas tomando un pincho.

El trazado fijado para este primer día, pues la ruta se extiende a lo largo de dos, continúo por Martillán, donde tuvo lugar la comida, para concluir ya por la tarde en Aldea del Obispo donde hicieron noche los participantes.

Esta misma mañana está previsto que tras tomar una chocolatada se pongan en ruta hacia la Puente-Quebrá, en el término de Villar de Ciervo. La comida se ha fijado en Puerto Seguro. Esta VII Ruta Ecuestre de las Fortificaciones de Frontera concluirá en torno a las 18:00 horas de la tarde en el Castillo de San Felices de los Gallegos.

Jesús David Fernández, al frente de la organización, indica que «lo más especial de la ruta son los caballistas». Recuerda que el primer año comenzaron cinco jinetes pero «hemos llegado a juntar 50 caballos por el camino y nunca ha habido ningún problema, somos un grupo de amigos a pesar de que muchos solo nos vemos en la ruta».

En segundo lugar, destaca el marco, «empezando por las vistas de Ciudad Rodrigo, la dehesa, alamedas, el páramo de Barquilla, la Ribera de Dos Casas, el Fuerte de Aldea del Obispo, todo es impresionante». Precisamente es en ese fuerte de Aldea donde se celebró anoche una cena de gala tanto para los participantes como para los acompañantes de los mismos.

Jesús David Fernández es de los que opina que «la gente que viene de fuera, de puntos como Valladolid o Salamanca alucina con la zona y muchas veces los que vivimos aquí a diario no nos damos cuenta de lo que tenemos». Además, se da la circunstancia de que muchos de ellos están acostumbrados a andar por zonas llanas por lo que la ruta supone un auténtico cambio.

El perfil de los participantes es el de «gente experimentada que tiene muy bien preparados sus caballos», comenta, «aunque esto no quiere decir que haya gente que no controle tanto pero el 90% de estas personas está montando a caballa continuamente».

Este matiz no les ha librado de sustos como por ejemplo, el vivido el año pasado por un jinete de Coria que se cayó con su caballo. «Es un jinete muy experimentado, con el caballo muy bien domado pero se cayó por un barranco y gracias a Dios no pasó nada pero pudo ser muy grave porque era en la subida del Puente de los Franceses», recuerda Jesús David, «otro año un caballo arrancó una verja, bueno algún susto».

La organización de la ruta tiene su complicación y supone un esfuerzo importante y de hecho «ha habido años en los que hemos tenido que ir a desbrozar zonas para que pudiéramos pasar con los caballos», concluye Fernández. Este año, por suerte, esa tarea ya se la habían hecho.

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