Ricardo Rábade
Jueves, 20 de abril 2017, 11:39
El Paraninfo de las Escuelas Mayores es el escenario que acoge esta mañana el tributo a la prolífica y extensa trayectoria del poeta cordobés Pablo García Baena con motivo de su investidura como nuevo Doctor Honoris Causa del Estudio salmantino. El profesor del departamento de Filología Clásica e Indoeuropeo, Juan Antonio González Iglesias, glosará sus méritos en su condición de padrino académico, en el transcurso de una solemne ceremonia que presidirá el rector Daniel Hernández Ruipérez.
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El nonagenario literato (Córdoba, 1923) se autodefinió ayer, durante su comparecencia ante los periodistas, como «un personaje lento», al que le gusta «reposar» sus versos «durante años». Lanzó también un mensaje sobre la capacidad salvífica de la poesía en los convulsos tiempos actuales al proclamar que «las contiendas seguirán en el mundo y los rivales estarán en pugna mientras no se escuche a la poesía».
García Baena, que es Premio Príncipe de Asturias de las Letras y Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, reflexionó sobre el ejercicio poético al apuntar que «la poesía es un problema en sí mismo que cada poeta tiene que resolver», de manera que «no es algo mágico que se pueda convertir en perfecto», dejando claro que es «un triunfo sobre los problemas de la vida cotidiana».
Interrogado por los periodistas sobre la galopante corrupción que padece España, indicó que «los que organizan han dejado atrás a la poesía» que, en su opinión «tendrá que regresar». Reivindicó en este sentido «una vuelta a los trovadores», entre los que incluyó a Bob Dylan, recientemente galardonado con el Premio Nobel de Literatura. «Por encima de la corrupción se debe estar con el pueblo» y la España actual debe ser «la que queremos todos».
Durante sus reflexiones, el veterano literato consideró que el gran problema que padecen los españoles es «la falta de acuerdo en las cosas que son importantes para el bien del país». Pese a ello, se mostró convencido de que «pasarán estos tiempos malos, como han pasado antes otros y llegará el entendimiento».
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La impronta literaria de García Baena se jalonó por su activa militancia poética en el grupo Cántico, que germinó a partir de la revista del mismo nombre en la segunda mitad de la década de los 40. Cántico reivindicaba una mayor exigencia formal y estética con una clara sensualidad y constituyó el puente literario que engarzó la Generación del 27 con los Novísimos. «Fue una revista de afinidades en los gustos poéticos y también de amistad», porque los poetas que se agruparon en sus páginas «fuimos compañeros de instituto y éramos amigos antes de la poesía».
Respecto a las corrientes poéticas, García Baena fue tajante cuando subrayó que «el poeta debe ser siempre libre y personal y no debe ser llevado por esa entelequia que es el grupo». Además, derrochó sinceridad cuando rememoró sus primeros años literarios, desvelando que no se tropezó con trabas para publicar, dado que entonces «no había tantos poetas como ahora, que es una verdadera selva».
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