La imagen de la madre que abraza a sus hijos en la estación de Simón de Cirene.

El secreto mejor guardado del Vía Crucis de Núñez Solé en Fátima

Las investigaciones del proyecto Fe y Arte desvelan que el artista dejó su firma en forma de imagen de su familia en la estación quinta

Cecilia Hernández

Viernes, 7 de abril 2017, 12:47

«Don Santos, el párroco de aquella época, no quería una iglesia como las que se hacían entonces, que eran naves, quería un lugar de oración y un lugar en el que acoger a los nuevos vecinos de Garrido, por eso contrató a artistas». Tomás Gil, párroco de la Unidad Pastoral Cristo Luz de los Pueblos junto a Juan Andrés Martín, enmarca en esa intención de don Santos el descubrimiento realizado hace pocos días en el vía crucis que decora las paredes de este templo, obra de José Luis Núñez Solé.

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Y es que a través del grupo Fe y Arte, que se dedica a explorar y a divulgar el patrimonio artístico de la diócesis y de la capital, los sacerdotes han estudiado con detenimiento las 14 estaciones de ese vía crucis, realizadas en hormigón por el artista zamorano, pero salmantino de adopción, en 1959. Tal y como anunciaron hace algunos días, en la estación quinta, la que representa a Simón de Cirene ayudando a Jesús con la cruz, aparecieron una serie de particularidades que han llevado a una curiosa conclusión: Núñez Solé dejó en esa estación su firma para la posteridad en forma de recuerdo a su familia.

En primer lugar, las particularidades comienzan con la escena en sí, ya que el escultor representa al Cirineo acompañado de sus hijos. Una «rareza iconográfica» de algunos vía crucis historicistas de finales del siglo XIX o principios del XX, tomada del relato del Evangelio según San Marcos: «Pasaba uno que volvía del campo, Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo; y lo obligan a llevar la cruz» (Mc. 15, 21). Es decir, en principio esta estación se inspira en este pasaje evangélico al incluir a los dos hijos de Simón de Cirene, llamados Alejandro y Rufo. Pero además, señala Tomás Gil, en la estación representada por Núñez Solé aparece una mujer, la esposa, se supone, del propio Cirineo. Y uno de los hijos en realidad es hija, por el velo que cubre su cabeza. «Esta libertad del artista no es fortuita, tiene la intencionalidad de dejar su huella personal en este vía crucis». Y es que entre 1958 y 1959, período en que realizó las catorce estaciones de Fátima, Núñez Solé estaba casado con Pepita López desde 1955. Fruto de este matrimonio tuvo dos hijas llamadas Amparo y Elena, que tenían casi tres años y apenas unos meses en aquel tiempo, edades coincidentes con las de las dos niñas representadas.

Además, esta teoría está confirmada a través de fotografías de la propia familia, obra del propio Núñez Solé. «Los numerosos retratos sacados por el artista de sus viajes familiares, conservados actualmente por su viuda,nos han permitido comparar e identificar a cada persona». De igual modo, Tomás Gil relata que, conversando de este tema con Pepita, la viuda del escultor, logró la confirmación de este descubrimiento. «La viuda nos contó que un ayudante del taller le comentó a su marido, mientras realizaba en barro las figuras de Fátima, que esa familia se parecía a la suya, ante lo cual guardó un silencio pudoroso al verse descubierto».

No hay duda de que nos encontramos ante el hallazgo de un retrato autobiográfico de la familia de Núñez Solé, «Un detalle precioso que demuestra que fue una persona extraordinaria y un gran artista, del que todavía nos queda mucho por reconocer e investigar», concluye Gil.

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