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Cecilia Hernández
Lunes, 20 de febrero 2017, 06:13
La pasada semana se presentó en el Ayuntamiento la redacción definitiva, al menos por ahora, del Plan de Gestión de la Ciudad Vieja, un documento exigido expresamente por parte de la Unesco desde el año 2003, anunciado por el alcalde en 2013 y estudiado y reformado desde entonces. Un documento imprescindible para el desarrollo de la ciudad, al igual que su inmediata consecuencia, que debería ser el Plan Especial de Protección del casco histórico, que acumula una década de retraso.
No obstante, este tiempo de espera no ha servido para crear un plan que convenza a los expertos patrimonialistas. Desde la asociación Ciudadanos por la Defensa del Patrimonio se tilda de «fracaso» al documento presentado hace unos días por el concejal delegado del área, Carlos García Carbayo. Y es que, se asegura desde esta organización, el plan «no se presenta como una estrategia de gestión ni de resolución de problemas».
Así, los patrimonialistas salmantinos remarcan que el plan «no aporta una visión integral y global que permita diseñar una estrategia de intervención mediante herramientas y planteamientos contemporáneos». Asimismo, preguntan dónde están las «prioridades en la intervención», ya que no se establece una escala de importancia de los intereses. «Hay que tener en cuenta que este plan será ejecutado por el Ayuntamiento, que suele tener la habilidad suficiente para ejecutar las propuestas más baratas o las que menos importancia tienen; si existiese dicha escala de prioridad, no habría excusa», subrayan fuentes de la asociación.
En general, para Ciudadanos por la Defensa del Patrimonio el plan sigue siendo un documento «suficientemente ambiguo» para que «nada cambie». «No se pueden identificar sus propuestas, carece de concreción, de pautas, de medidas, de plazos, no profundiza, ni teoriza ni intenta transmitir conocimientos o explicaciones con Salamanca como escenario», señalan, en una argumentación que continúa con la sospecha de que el plan «al no realizar ningún tipo de indicación sobre medidas correctoras y al no establecer límites» no va a suponer ningún cambio.
«Podemos concluir que el Plan de Gestión Integral tal y como está concebido y redactado no va a implicar diferencias con la actualidad, algo de lo que bien se han preocupado los responsables institucionales de Salamanca», apostillan desde la asociación, no sin antes lamentar que este documento no sea más que «una oportunidad perdida».
Este Plan de Gestión ha sido estudiado, cabe destacarlo, en los últimos meses por la comisión técnico-artística que cada 15 días se reúne en el Consistorio y de la que forma parte un representante de Ciudadanos por la Defensa del Patrimonio. De lo que llegó, que en líneas generales era lo que presentó el alcalde en diciembre de 2013, a lo que ha salido de allí, hay sensibles avances. Uno de los más destacados ha sido el desarrollo del capítulo relativo al patrimonio arqueológico, que era «prácticamente inexistente» en el documento inicial. También se han incorporado referencias a la arquitectura contemporánea, a la piedra de Villamayor y al turismo sostenible. Pero la asociación lamenta que «no todo han sido progresos» porque la propuesta de definición de los entornos para los Bienes de Interés Cultural puede ser, aseguran, «un notable retroceso en la protección de los monumentos de Salamanca».
De igual modo, los patrimonialistas no olvidan el pasado. Así, señalan que el retraso en la tramitación y aprobación de los dos documentos, tanto el Plan de Gestión como el Plan Especial, ha tenido «graves consecuencias» para la conservación del patrimonio histórico de Salamanca y para la preservación de sus valores universales.
La herida del Bretón
«Buenos ejemplos serían las vistas perdidas desde el mirador de Peñuelas de San Blas, que con un Plan de Gestión que las valorase y un Plan de Protección que las protegiese, no habrían desaparecido», recuerdan. De igual modo, y echando la vista más atrás, Ciudadanos por la Defensa del Patrimonio no olvida la herida abierta que el solar del teatro Bretón supone para la ciudad. Un recordatorio triste y constante de la pérdida de edificios que eran «herederos de la historia y de la cultura de la ciudad». Sin olvidar, por último, los desmanes cometidos en materia arqueológica. En este último punto, la asociación pone como ejemplo la sede social del Colegio de Arquitectos en la calle Arroyo de Santo Domingo.
«Además se ha perseverado en la celebración de cierto tipo de eventos en el espacio público para los cuales éste no fue pensado, que rompen la cotidianeidad, amenazan la conservación del patrimonio y lo utilizan para beneficio ajeno. Al igual que ciertas prácticas abusivas que han mercantilizado nuestras calles, rompen con el ambiente y con el espíritu del conjunto histórico de valor mundial que estamos llamados a preservar», apuntan de igual modo desde Defensa del Patrimonio. Y, finalmente, otro ejemplo de las consecuencias del retraso en la aprobación del Plan de Gestión fue que no pudiera coordinarse con el Plan de Movilidad Urbana Sostenible.
Porque, de un buen Plan de Gestión de la Ciudad Vieja deberían derivarse el resto de planes y documentos, como ese Plan Especial de Protección que exige la legislación, el mencionado Plan de Movilidad Urbana que debería responder a las particularidades de la Ciudad Vieja, el Plan de Excelencia Turística, las ordenanzas municipales y el Reglamento de Utilización y Uso de la Plaza Mayor.
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