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Jaime Alejandre, con uno de sus trabajos de literatura infantil.

«La felicidad es un acto de la voluntad, cada uno puede serlo ocurra lo que ocurra»

Presenta mañana en la Facultad de Filología sus últimos trabajos, la novela ‘El cumpleaños’ y el poemario ‘Y más allá de mi vida’

l. m. p. / word

Miércoles, 16 de noviembre 2016, 12:52

Ni perdedores ni desamor. Jaime Alejandre (Burgos, 1963) se ha subido a la felicidad en sus dos últimos libros y anda contagiándola en su gira de presentaciones. Este jueves día 17 lo hará en Salamanca, donde desgranará su novela El cumpleaños y su poemario ...Y más allá de la vida acompañado de Enrique Cabero y Alicia Arés en el Aula Magna de la Facultad de Filología (Plaza Anaya) desde las 19:15 horas.

Los dos trabajos guardan en común una positividad poco común hoy día en el mundo de las letras.

Es cierto. En estos tiempos en los que todo está envuelto en pesimismo, huyo de ese sentimiento trágico de la vida para aportar un enfoque más positivo.

Jaime Alejandre igual escribe un poema que una novela, una obra de teatro o se anima con la literatura infantil, ¿cuesta cambiar tanto de chip?

No me cuesta. Hay géneros, lógicamente, a los que he llegado más tarde, géneros más complejos que necesitan de una mayor madurez literaria, y para mi lo más difícil es la literatura infantil aunque para algunos, que suelen empezar por ahí, les resulte más fácil. Con el teatro también tardé bastante en empezar, y luego el humor también me parece complicado.

¿Es posible alternar varios géneros al mismo tiempo o se requiere de una concentración máxima para terminar un proyecto antes de abrir otro distinto?

Acostumbro a escribir en paralelo. Ahora mismo estoy a punto de terminar un libro de viajes, producto de haber recorrido más de un centenar de países, pero a la vez sigo escribiendo poesía. Es verdad que hay novelas en las que necesitas concentración absoluta y encerrarte dos meses para no perder el hilo y que no pierda la coherencia. Es como cuando uno empieza a leer una novela y la abandona tres días, se desengancha.

En el caso de El cumpleaños, ¿qué le empuja a escribir de ese lazo familiar tan estrecho que es la relación entre un abuelo y su nieta?

Esta novela surge de esa falsedad que es la familia y los valores de la familia unida. En mi caso me encontré un buen día con una familia estructurada, pero en la que de repente te das cuenta de que no sabes nada de la historia de tus abuelos. Mi abuelo, que era de un pueblo de Burgos, resulta que emigró a Argentina. En esta sociedad contemporánea, la familia nuclear ha desaparecido, los abuelos están en sus casas o en la residencia, y nos sirven solo para ir a buscar a los niños al colegio. Hay muy poca relación, con lo cual se pierde la herencia de las propias familias. Entonces, si no sabes de dónde vienes, difícilmente puedes saber hacia dónde estás yendo.

De alguna manera reivindica la figura del abuelo...

Sí, porque ese pasado es nuestra historia. Cuanto más lo olvidemos y más distancia tomemos, peor enfocaremos la realidad en la que vivimos. Mi abuelo se arruinó y tuvo que coger a la familia e i rse a trabajar en una fábrica de tabaco en Argentina. Cien años después hay gente que en esa misma situación hace el camino de vuelta, y de alguna manera me hubiese gustado que a mi abuelo le hubieran tratado de la misma manera que se trata a una persona emigrante.

En el libro ese abuelo toma las riendas....

Decide que en una sociedad en la que los niños tienen de todo -tablet, teléfono, juegos,...-, seguramente lo que no tienen es la memoria de su abuelo. Entonces, empieza a contarle cada año una historia de su propia vida, y así la niña va descubriendo la diferencia que hay entre realida y ficción. Al final, el mensaje que le lanza el abuelo es que la felicidad es un acto de la voluntad, y que cada uno tenemos el derecho y la capacidad de interpretar nuestra vida.

¿Se puede ser feliz pase lo que pase en tu propia vida?

Yo creo que sí. Siempre depende de cómo enfoques tu existencia. La realidad es algo muy difuso y la crea cada uno. La felicidad acaba siendo un acto de la voluntad.

¿Es una obra, por lo tanto, destinada a un determinado tipo de púiblico?

He recibido comentarios de todo tipo, desde el abuelo que se identifica hasta mujeres, muchas mujeres, que se ven representadas tanto en la niña como en la madre.

También se verán representadas en el poemario que le acompaña, todo un canto al amor.

En España siempre hemos tenido un sentimiento trágico de la existencia, algo tan unamuniano, y por lo general la poesía que se escribe suele ser del desamor. Tomo como ejemplo a Neruda y sus 20 poemas de amor y una canción desesperada, ¡y el poema que se sabe la gente se es la canción desesperada!. No se acuerdan del resto.

¿Vende más escribir del perdedor, la tragedia y de las desgracias ajenas?

Sí, pero es que está muy trillado. Estamos saturados de la figura del perdedor en novela. Hay que tener mucho talento para escribir lo contrario. Tenemos una literatura muy conservadora, nadie arriesga y todo el mundo escribe la misma novela.

Sorprende que parte de su obra se haya traducido al braille y se haya interpretado al lenguaje de los signos.

Tengo mucha relación con el mundo de la discapacidad, y por ejemplo hice la primera y única antología que se ha hecho de poesía española desde el siglo Xhasta José Ángel Valente interpretada a la lengua de signos para que las personas sordas tuviesen acceso.

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