Jorge Holguera Illera
Viernes, 30 de septiembre 2016, 14:05
Para conmemorar el acto de jubilación de don Miguel de Unamuno, un 29 de septiembre de 1934, la Asociación de Amigos de Unamuno en Salamanca realizó ayer un homenaje al exrector, con ofrenda floral ante el busto de don Miguel, esculpido por Víctor Macho, situado en la escalera del Colegio de Anaya, que ejecutó Antonio Miguel Gaspar, tesorero de la Asociación.
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Previamente, en el Aula Magna de Filología el presidente Francisco Blanco Prieto, ofreció una conferencia titulada Unamuno, profesor y rector. Dicho discurso fue presentado por Vicente González González, decano de la Facultad de Filología, quien escuchó atentamente la alocución tras pronunciar unas palabras. González recordó que a Unamuno «no hay que hacerle caso en una afirmación, porque en otro momento te puedes encontrar con la contraria». El decano de la Facultad Filología destacó esta inteligente peculiaridad del fascinante y poliédrico don Miguel, que atiende al «derecho del hombre a contradecirse natural e intelectualmente según los momentos», aclaró. Además, Vicente González, quiso animar a una renovación del estudio acerca de Unamuno porque «se avecinan tiempos en que conviene que comencemos a revisar la obra de Miguel de Unamuno y comencemos a estudiar otras facetas de su personalidad que no se han estudiado», argumentó. Aconsejó profundizar en «por ejemplo su proyección en la literatura, que es clave amplia en algunos países europeos;revisar algunos episodios de su vida y actividad como rector». Justificó esta necesidad en que se avecinan «tiempos nuevos», por ello quiso mandar este mensaje tanto «a los jóvenes, para que aborden Unamuno con otras miradas», como «a los que somos más viejos, para buscar nuevos caminos». El decano recordó que Unamuno odiaba a los que se decían unamunistas, por ello recomienda que los apasionados por este maestro se denominen «estudiosos o entusiastas de Unamuno», como así calificó a Francisco Blanco.
El presidente de la Asociación de Amigos de Unamuno en Salamanca deleitó al público asistente a dicho homenaje con un discurso bien ordenado, en el que tanto los más doctos en el querido profesor universitario, como los menos avezado es esta figura clave de la sociedad salmantina, pudieron quedar satisfechos, aunque cabe destacar que los asistentes a dicho acto eran cuanto menos, grandes conocedores de la vida y obra de Miguel de Unamuno.
Francisco Blanco comenzó su alocución aludiendo al calificativo más apropiado para describir a Unamuno. Aunque muchos le denominan docente, catedrático, profesor, instructor, formador, e incluso sabio, al propio don Miguel, le gustaba ser tenido por maestro. Y recordó una frase propia del profesor, que decía «por maestro me tengo, poniendo todo mi ahínco y todo mi amor por ser tal». Por ello consideró que «no hay ningún término que lo defina mejor que el de maestro».
Otro de los tamices de Unamuno que quiso subrayar Blanco, fue el de la vocación política y la docente. La primera, manifestó que «está claro que estuvo guiada por su abuela Benita y su padre Félix, que impregnaron de liberalismo su voluntad», sin embargo «su vocación docente no tiene referentes ni en su familia, ni en su entorno bilbaíno», recordó.
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Francisco Blanco quiso romper el dicho por el que «se ha asegurado muy categóricamente su permanencia invariable de un deseo de Unamuno por estar en Salamanca», argumentando que «no está muy claro». Pues «de 1891 a 1899, hizo tres intentos por salir de Salamanca».
En cuanto a su tarea como docente, durante 39 año como profesor universitario, quitando a los 45, los 6 de destierro. Cabe destacar en sus inicios, «su actividad docente alejada de los planteamientos escolares al uso». Pues según Blanco, «cuando llega a Salamanca, las clases que impartían los profesores eran leídas basadas en un libro de texto, normalmente recomendado por el docente». Cuando llega Unamuno rompe estos esquemas y en su caso, «modifica completamente el sistema educativo, no sigue libro de texto, no explica gramática vieja, el forjaba mentes, es decir, helenistas, amantes de la cultura clásica, fue su empeño en sus clases de cultura griega y luego de lengua griega».
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En un breve resumen de fechas, el presidente de la Asociación de Amigos de Unamuno, recordó que en 1891, el maestro obtuvo la Cátedra de Lengua Griega;en 1899 se hizo cargo de la de Literatura Griega y acumuló la de Filología Comparada de Latín y Castellano;y en 1930, se hace cargo de la Cátedra de Historia de la Lengua Castellana. El 26 de octubre de 1900 es nombrado rector, pero el día uno del mismo mes había pronunciado la Lección Inaugural del curso, que es, en opinión de Blanco, «una pieza de arquitectura literaria y pedagógica que merece la pena tener en consideración».
Entre otras aportaciones de Unamuno, Francisco Blanco recordó, que en aquellos tiempos también se vivían continuos cambios educativos con cada nuevo ministro del ramo, ante este denominado por Unamuno, «penelopismo administrativo», el maestro propuso lo que denominó un Estado Mayor de la Enseñanza para alcanzar un acuerdo con permanencia en el tiempo.
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