La maleza y la suciedad se apoderan de las calles del popular barrio de La Vega

La sensación de entrar en un pequeño pueblo, aislado y diferente, se mantiene al embarcarse en una excursión por el barrio de La Vega. Las casas bajas, los jardines y el ambiente de cercanía son las características esenciales de este curioso enclave de la periferia salmantina, que sufre también de los males que aquejan a los barrios trastormesinos. Suciedad, dejadez y una población cada vez más envejecida que no puede hacerse cargo de llegar a donde no llega la acción pública. «Algunos vecinos todavía cuidan los jardines pero muchos ya se van haciendo mayores y es imposible», recalca Pepita Mena, concejala del Grupo Municipal Socialista. Es lo mismo que sucede en el cercano barrio de San José, de suya asociación vecinal Mena es presidenta.

Dejadez, suciedad y bastante incivismo, como denuncian en los establecimientos comerciales de la plaza de la Vega, el centro neurálgico de esta barriada. Y es que los excrementos de animales son una plaga en la zona. «Por mucho que se limpie poco se puede hacer si los dueños de los perros no asumen sus obligaciones», recalcan algunos propietarios de comercios.

A este incivismo que golpea a la convivencia vecinal se une la falta de atención a los jardines y espacios comunes del barrio. Rosales que han crecido sin medida y sin podas, césped completamente agostado, basura en los parterres son algunas de los problemas que se pueden observar tan solo con darse un paseo por el barrio. Un barrio diferente, como decíamos al principio, inaugurado por Franco en el año 1954, ya que fue construido a través del Instituto Nacional de la Vivienda de la época. Incluso las crónicas de la época cuentan que el dictador pasó un par de noches en una de las viviendas.

Sin fiestas

«Aquí ha habido mucho ambiente vecinal y aún queda algo, pero nada es lo mismo», apunta por otro lado un vecino que pasea por la plaza. Y es que en La Vega llevan cuatro años sin celebrar, por ejemplo, las tradicionales fiestas del barrio. Las relaciones entre las asociaciones que trabajan en el centro cívico situado en la plaza no son precisamente idílicas, como se lamenta Anabel Nuevo, presidenta de la asociación cultural La Vega. «Nosotros tenemos nuestras actividades pero no podemos entrar en el ámbito de la asociación vecinal que sería la encargada de llevar a cabo las fiestas y otras muchas iniciativas», recalca Nuevo, pendiente ya del inicio de curso para su organización.

Mientras tanto, La Vega languidece entre jardines casi selváticos y hojas que ya empiezan a caer de los árboles y que presagian el otoño. «De vez en cuando viene un jardinero de la empresa concesionaria pero no puede atender a todo lo que hay», apunta en este sentido Pepita Mena, preocupada también porque la situación no mejora en su barrio de San José, donde continúan los problemas de convivencia con algunos vecinos, así como la dejadez general que afecta a la zona más antigua de esta popular barriada.

«El alcalde me dijo que iba a visitar algunas de las plazoletas de la parte más vieja, pero aún le estamos esperando», apostilla Mena, que ha llevado este asunto al turno de ruegos y preguntas de los plenos municipales en varias ocasiones sin obtener respuesta.

Cabe recordar que en el barrio de San José la asociacióon vecincal denunció incluso la presencia de ratas, así como la desidia general en la que vive sumido el barrio, en el que abundan los espacios públicos abandonados, como juegos infantiles rotos sin arreglar desde hace años y fuentes de aguas estancadas.