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Cecilia Hernández
Viernes, 15 de julio 2016, 13:14
El pasado fin de semana el barrio de Buenos Aires debería haber celebrado sus fiestas. Pero, por segundo año consecutivo, no hay ganas, no hay animación, no hay fuerzas ni motivos de festejar nada. La situación de degeneración social en esta zona periférica de la capital no ha mejorado desde que hace justo doce meses, en julio de 2015 los vecinos volvieron a salir en manifestación, espoleados por varios tiroteos sucesivos que tuvieron lugar en el barrio.
En aquella protesta, que incluyó el corte de las rotondas de entrada desde las autovías A66 y A62, los partidos políticos con representación en el Ayuntamiento se conjuraron para buscar una salida para los vecinos normalizados de Buenos Aires. Así, en el pleno del 31 de julio del año pasado se aprobó una moción, presentada por la oposición y apoyada por el PP, en la que se formalizaba ese compromiso de la nueva Corporación con el barrio periférico.
De este modo, una comisión municipal tomó el relevo de aquella interinstitucional que se reunió en la Subdelegación del Gobierno en febrero de 2014 con inmejorables intenciones que, finalmente, quedaron diluidas en el paso del tiempo y en la indefinición.
El grupo de trabajo comenzó a reunirse en el Ayuntamiento en otoño de 2015, integrado por representantes de los cuatro grupos políticos y de las asociaciones del barrio, así como por técnicos y personal de la delegación territorial de la Junta de Castilla y León y de la Subdelegación del Gobierno. La primera decisión tuvo que ver con los bloques de la calle Villanueva de la Serena, cuyos actuales ocupantes tienen poco o nada que ver con los primeros adjudicatarios. Ese proceso de identificación y, en su caso, desalojo, continúa. Al menos así lo dijo ayer la concejala delegada de Familia e Igualdad de Oportunidades, Cristina Klimowitz, durante la comisión informativa de Bienestar Social.
Y es que la oposición se pregunta por qué no se ha vuelto a convocar la comisión de trabajo desde el mes de febrero, más cuando la promesa de Klimowitz era fijar una reunión para el mes de junio. Como decíamos, ayer la respuesta de la concejala fue remitirse a la «muy delicada» situación del barrio, debida, manifestó, a las «actuaciones que se están realizando desde la Subdelegación del Gobierno en materia de desalojos». Según Cristina Klimowitz, los vecinos están de acuerdo y ella misma los tiene informados directamente.
Habla Emiliano Tapia
Pero no dice eso el párroco del barrio y coordinador de la asociación Asdecoba, Emiliano Tapia, quien define como «una vergüenza» el comportamiento de los políticos y acusa al Ayuntamiento, entre otras cosas, de poco tacto a la hora de tratar los problemas del barrio, que se reproducen y aumentan durante las semanas de verano. «Por las noches esto parece Babilonia», se lamenta Tapia, que habla de barbacoas, música y, en general, incivismo hasta bien entrada la madrugada. Altercados nocturnos que hacen imposible la convivencia y que amedrentan a los vecinos, que están, como poco, hartos de tener que vivir así. «Ha llegado al extremo absolutamente todo y la gente ya no puede más», señala Tapia.
La desilusión campa así a sus anchas entre la población normalizada del barrio de Buenos Aires. Emiliano Tapia reta a los políticos y a las instituciones a que «sean valientes y reconozcan que son incapaces de solucionar nada» y a que, de una vez por todas, dejen las promesas y las falsas ilusiones. «Que no nos vengan con mentiras», remarca Tapia, que recuerda las palabras del anterior subdelegado del Gobierno, Javier Galán, «que se ha jubilado sin haber hecho nada», y del alcalde de Salamanca, Alfonso Fernández Mañueco, «que no está ni se le espera».
«¿En qué creemos? ¿Es esto un Estado de Derecho?», inquiere asimismo Emiliano Tapia, que reitera, no obstante, su intención de seguir luchando, pese a las dificultades con las que se encuentran, como esa reducción de efectivos policiales a causa del verano que ha sido denunciada por los sindicatos y que afecta, de modo especial, al barrio de Buenos Aires. «Si nunca hacen nada, en verano hacen menos».
Cabe recordar que los vecinos presentaron, en aquella reunión de hace ya dos años y medio, un decálogo de medidas que, a su juicio, las instituciones debían poner en marcha para mejorar la situación del barrio. De aquellas propuestas, está en marcha ese desalojo de los ocupantes de los bloques de la calle Villanueva de la Serena al que se refirió ayer la concejala Cristina Klimowitz. Del resto, poco o nada se sabe.
Por ejemplo, del control sobre la propiedad de las armas de fuego, cuya tenencia se hace visible en los periódicos tiroteos que se producen, o aumentar la presión sobre las familias que se dedican al narcotráfico, incluyendo análisis de su situación a ojos de la Hacienda pública dado el elevado nivel de vida del que presumen. También se propuso aumentar el control sobre el frecuente absentismo escolary realizar revisiones sanitarias de las viviendas, que, en su mayoría, se encuentran en un lamentable estado de conservación.
Y es que en las últimas dos décadas, según datos aportados en aquella comisión, las familias dedicadas al negocio de la droga se han aumentado por diez, mientras que los vecinos normalizados abandonan el barrio en cuanto tienen oportunidad. Como nadie compra un piso en Buenos Aires, dada la situación, esas viviendas acaban en manos de los narcotraficantes, que extienden así sus tentáculos más allá de la tristemente famosa calle Villanueva de la Serena.
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