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Jorge Holguera Illera
Viernes, 17 de junio 2016, 12:53
Hace unos días que se han sembrado las últimas parcelas de patata en la zona patatera más conocida de Salamanca. Arabayona y Cantalpino llevan sembrando patata ya tres meses seguidos, es decir, la campaña de siembra se ha alargado un mes más respecto a una campaña normal. Las frecuentes lluvias de este año han hecho mucho bien en el secano, pero han retrasado las siembras en el regadío. La escasez de días calurosos también está retrasando el desarrollo de cultivos de regadío como la patata.
Aunque es temprano para hablar de expectativas de mercado, producción y precios, una de las personas más conocedoras de este sector en la provincia hace un balance de lo que hasta ahora se conoce en lo que se refiere al cultivo de la patata en Salamanca. Es José Blázquez Celador, gerente de una cooperativa que agrupa a 66 agricultores, de los cuales 55 cultiva patata.
La climatología ha teñido de «dificultad» las siembras de patata, pues «ha hecho que no se haya podido sembrar cuando se ha querido», en palabras de José Blázquez. El gerente recuerda las palabras de los abuelos que decían que la patata se ha de sembrar por San José y que normalmente por San Isidro ya estaban todas las parcelas sembradas, pero este año, estamos a mediados de junio y aún hay patatas que no han germinado, mientras que también hay parcelas en flor.
«La ventaja es que el tiempo ha impuesto la siembra escalonada», comenta Blázquez y recuerda que siempre se había recomendado una siembra más distribuida en el tiempo para evitar la saturación de mercado, pues «la patata es un producto perecedero que se tiene que vender en un periodo muy corto». El tiempo ha permitido una prueba que determinará si esta escalonación de las siembras da su resultado a la hora de vender el producto y que no se produzca un exceso de oferta que reduzca los precios.
La campaña no empieza con mucho optimismo sí se piensa en la posible producción en cantidad de kilos. Sí se dan las condiciones para que finalmente se fijen precios justos para el productor, pues por ejemplo, en el principal país competidor de España, que es Francia, parece que se va a producir menos. En España la producción parece que también va a ser más leve.
En cuanto a superficie se refiere, en Salamanca, Blázquez estima que se va a sembrar la misma cantidad de patata que un año tipo, es decir, unas 650 hectáreas en la zona que abarca esta cooperativa.
Región
En la región se prevé que se recupere la superficie de 20.000 hectáreas del tubérculo, teniendo en cuenta que el pasado año hubo una reducción hasta las 18.000, y en la zona de Cantalpino y Arabayona de un 10%, aproximadamente, «debido a que veníamos de una campaña pésima». Esto suele suceder porque cuando en años, como 2014, donde la patata se vendió barata y mal, por un lado «el agricultor no tiene dinero para sembrar otra vez, por el otro, hay miedo a perder más dinero».
La pasada campaña rompió nuevamente el pesimismo y trajo optimismo, pero no tanto como para elevar las superficies, sí para mantenerlas. Esa es la política que siguen desde la cooperativa -la de sembrar siempre lo mismo-. Su filosofía se basa en no hacer balances anuales, sino medias cada cinco años. No haciendo grandes variaciones de superficie es la única forma de recuperar lo que se pierde cuando vale poco la patata en años que vale más. Los cultivadores de esta cooperativa siembran patatas de diferentes ciclos, es decir, tempraneras, de ciclo medio y tardías. Pues de esta manera si por ejemplo pasa como el pasado año en que al principio la patata vale poco y al final vale mucho, se compensa.
Jaerla
En cuanto a variedades se refiere, José Blázquez destaca la Jaerla, que ha sido la patata temprana que «tradicionalmente se ha sembrado en la zona», si bien se está viendo desplazada por otras variedades más productivas pues ésta «produce pocos kilos».
En estos momentos, entre las variedades tempranas que más se cultivan en Cantalpino y Arabayona, destacan la Colomba y Ambra; de piel roja, la Red Escarlet, ésta última enfocada al mercado portugués, que, por cercanía, es uno de los potenciales clientes de esta cooperativa y de la zona en general.
Dentro de las variedades de patata de ciclo medio, las más sembradas en estos momentos son Fábula y Spunta. De las patatas tardías hay dos favoritas, la Asterix (roja) para Portugal. También tardía, pero para el mercado español, la Agria. Ésta última, al igual que el resto de carne amarilla, ya que «en esta zona no se siembra patata de carne blanca», destaca José Blázquez.
En total siembran entre 14 ó 20 variedades cada año, pues siempre prueban nuevas para testar posibles mejoras. A la hora de hablar de costes de producción, el gerente recuerda los nefastos precios a los que se empezó la pasada campaña, es decir, alrededor de 8 céntimos el kilo, -un precio que no cubre gastos en esta zona-. «Sin que nadie lo esperase», la campaña culminó con buenos precios, entre 20 y 21 céntimos de euro el kilo. En Arabayona de Mógica, según explica José Blázquez, los costes de producción son inferiores a Cantalpino, porque este segundo término no tiene canal.
A la hora de hablar de gastos, aunque hay mucha variación de unas zonas a otras y entre unas explotaciones a otras, Blázquez estima que los gastos por kilo de patata son superiores a los diez céntimos de euro, «sin tener en cuenta la mano de obra».
Esto quiere decir que un precio que puede resultar rentable para este cultivo ha de superar de los 16 a 18 céntimos el kilo. Ante esta seria de precios que puede percibir el agricultor, y las variaciones que suele oscilar el mercado de origen, Blázquez opina que «aunque las patatas estén caras o baratas en origen, el consumidor las paga caras igual». Por ello subraya que la influencia del precio pagado al agricultor es casi nula en el consumidor, sin embargo la variación de estos céntimos el kilo que el cultivador percibe si puede arruinarle.
Para cerrar esta entrevista, sirva destacar que «las patatas de Cantalpino y Arabayona culinariamente son las mejores», en este sentido «ninguna las hace sombra», según Blázquez.
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