Primaveral atuendo en rosa para recibir el afecto del pueblo

Doña Letizia cumplió en Salamanca lo que ya ha establecido como nueva tradición para este tipo de actos castrenses. Desde que es Reina de España optó por no llevar vestido negro hasta los pies acompañado de peineta y mantilla, también negra, y, en cambio, vestir de forma elegante pero, al mismo tiempo, alegre. Así lo hizo ayer con un vestido y abrigo en tono rosa palo del diseñador Felipe Varela, perfecto para la temperatura primaveral que las nubes otorgaron al acto en la Plaza Mayor.

Un acontecimiento que fue seguido por centenares de personas, agolpadas en tres laterales de la Plaza Mayor y también en el recorrido de la calle San Pablo hasta el palacio de La Salina. La Reina, tras pasar brevemente por el Ayuntamiento, se lanzó a una carrera de saludos y efusiones, entre vivas y aplausos. Primero todo el frente del Pabellón Real y después buena parte del de San Martín, para emprender el camino hacia la Diputación, seguida en todo momento por el presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, y por el alcalde, Alfonso Fernández Mañueco, entre otras autoridades.

Como es habitual, no faltaron las fotos y los selfies, a los que Doña Letizia accedió sin problemas, en especial cuando el solicitante era un niño. Con los pequeños mostró en todo momento especial cariño, sobre todo en el recorrido por San Pablo, donde consoló a una niña que lloraba porque creía que no iba a poder saludarla. Y es que en esa calle la Reina se empleó a fondo, deshaciendo el camino andado, cuando ya estaba casi en La Salina, para saludar a aquellos que se habían quedado sin darle la mano o hacerse la consabida fotografía.

Así, finalmente Doña Letizia entró en la Diputación Provincial cuando los invitados llevaban ya más de media hora allí. En el exterior se deshizo el cordón policial, aunque por poco tiempo. La Reina saludó brevemente a los asistentes y emprendió el regreso a Madrid cuando quedaban pocos minutos para las dos de la tarde.