La yihadista andaluza mutó en Topas y se enroló en la pastoral católica

La joven onubense María Ángeles Cala Márquez monopolizó minutos en los informativos televisivos y titulares de la prensa diaria cuando fue detenida por la policía, el 20 de octubre de 2015 en el aeropuerto de Barajas, justo en el momento en el que iba a embarcar en una avión con destino a Turquía, con el inequívoco propósito de trasladarse de forma inmediata a la vecina Siria para alistarse en la rama femenina del temible y sanguinario Estado Islámico.

Justo un día después el 21 de octubre de 2015 esta chica andaluza ingresaba, con tan solo 22 años de edad, en la cárcel salmantina de Topas, en régimen de prisión incondicional y sometida a un riguroso y estricto régimen de aislamiento por órdenes del juez, por su presunta militancia en una banda armada de corte islamista.Desde entonces, la joven yihadista que antes de su delirante radicalización trabajaba como otras tantas chicas que huyen del galopante desempleo que asola Andalucía como empleada en un hotel en el turístico municipio onubense de Matalascañas estuvo ingresada en una celda individual del módulo de aislamiento, donde desayunaba, comía y cenaba en la más austera soledad, disponiendo de ducha y servicio su interior.

María Ángeles Cala Márquez buscó refugio y consuelo durante estos últimos meses en la Pastoral Penitenciaria, una red perteneciente al organigrama de la Conferencia EpiscopalEspañola y que dispone de presencia en las diferentes cárceles repartidas por todo el territorio nacional. La joven yihadista encontró apoyo en las actuaciones de laPastoral Penitenciaria y asistía de forma regular a las actividades programadas.

Sin embargo, la sorprendente metamorfosis de la joven yihadista se vio truncada semanas atrás por culpa de la violenta pelea que protagonizó con otra reclusa. La virulenta trifulca alcanzó tales dimensiones que María Ángeles Cala Márquez tuvo que ser ingresada en la enfermería de Topas por culpa de las lesiones que acarreó para ella la reyerta. La joven onubense permaneció varios días ingresada y su estado anímico degeneró de forma alarmante, llegando incluso a amenazar con quitarse la vida si era devuelta a la celda del módulo de aislamiento.

Los responsables de Topas tuvieron que poner en marcha y aplicarle a la fanática islamista andaluza el protocolo antisuicidios, con el fin de prevenir y evitar cualquier posible tentativa para atentar contra su propia vida.El agravamiento del caso desembocó finalmente en la reubicación de la interna, que se negaba en rotundo a ser devuelta, durante los días que permaneció ingresada en la enfermería, a su celda individual y continuar soportando las estrictas condiciones y penurias que conlleva el régimen de aislamiento.

Cambio de prisión

Finalmente M.A.C.M. iniciales que corresponden con los nombres y los apellidos de la joven almonteña ya no se encuentra durmiendo a la sombra en el centro salmantino, dado que la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias la trasladó a otra prisión. Aunque no hay confirmación oficial, todo apunta a que actualmente permanece encarcelada en la prisión de Aranjuez.

Las vicisitudes que envuelven el nombre de esta islamista andaluza indican que, justo después de su detención en el aeropuerto el 20 de octubre de 2015, la Guardia Civil consiguió recuperar un teléfono móvil del que intentó desprenderse Cala Márquez, quien lo arrojó primero a un water y después a una papelera. El móvil resultó muy dañado y sufrió una avería al haber sido sumergido en el agua, pero los agentes de la Benemérita trataron de reactivarlo con el fin de recabar más pistas e indicios, así como contactos de la yihadista con otros militantes islamistas.

La joven residía antes de su detención en su Almonte natal con su madre. Los testimonios vertidos por los vecinos de su barrio desvelaron que había comenzado a portar el riguroso velo musulmán en fechas recientes, del cual solo se desprendía cuando acudía con su madre al complejo hotelero de Matalascañas.