Imagen del estado en el que se encontraba antes de las obras de restauración del convento de comienzos del siglo XX.

Sitúan el origen del claustro de la Vega como parte de un cenobio románico

francisco Gómez

Domingo, 29 de mayo 2016, 12:15

Subsisten únicamente de primitivo dos series de arcos románicos, como de claustro, dejados hoy a la intemperie». Así comienza el célebre historiador granadino Gómez Moreno su descripción de las ruinas del antiguo convento de Santa María de la Vega. En su Catálogo Monumental, el historiador apunta a que esos restos deben de proceder de la Catedral Vieja de Salamanca, del desaparecido claustro, hipótesis muy respetada hasta hoy. Sin embargo, una investigación del historiador salmantino Antonio Ledesma que verá próximamente la luz supone una auténtica revolución al aportar claras evidencias de que los arcos en realidad permanecen junto a su lugar original y nunca formaron parte del claustro catedralicio, sino de un espacio capitular del antiguo cenobio de la Vega.

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Conclusión de un apasionante recorrido histórico con el que Antonio Ledesma pretende no solo reconstruir la evolución vivida por esta arcada románica, sino «difundir y valorizar un monumento relevante y que desgraciadamente es muy desconocido».

Tanto que, efectivamente, han sido muy pocos quienes se han atrevido a poner en duda la primera aseveración realizada por Gómez Moreno antes del año 1903. El historiador señalaba en el tomo correspondiente a la provincia de Salamanca de su catálogo que la situación de los restos, con reposiciones «no muy cuidadosas», llevaba a pensar «su traída desde otro sitio».

En concreto, apunta a que «la variedad de labor y estilo en su talla prueba que estas piedras fueron recogidas al azar entre otras muchas y al reconocerse las mejores como hermanas de lo que subiste en el claustro de la Catedral». Por este motivo, apuntala ya como hipótesis central «la sospecha» de si la Catedral «podría ser su procedencia».

Los avatares del antiguo convento, con varios momentos de abandono y los sucesivos proyectos de restauración llevaron a que esta posibilidad fuera asumida como la más probable por la historiografía, hasta que el investigador Antonio Ledesma ha realizado la actual relectura que supone «un giro de 180 grados en la interpretación de este monumento».

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Para ello, el historiador ha analizado diferentes documentos, imágenes históricas y evidencias presentes en la actual arquería, para concluir en su artículo de próxima publicación que la arquería no formaba parte de claustro alguno en la Catedral o en algún otro templo de la ciudad, sino que siempre permaneció en su lugar actual, el convento de Santa María de la Vega , donde los cinco magníficos arcos que se conservan constituían de hecho «la fachada de acceso de la primitiva sala capitular del claustro monástico».

Un artículo

En La memoria recuperada: la fachada de la sala capitular de Santa María de la Vega, Ledesma se remonta precisamente a un artículo publicado por Javier Vargas y Aguirre, el célebre arquitecto de la Casa Lis y el encargado precisamente de la restauración del antiguo convento de La Vega para la Fundación Vicente Rodríguez Fabrés, publicado en 1908 en el Boletín de la Sociedad Castellana de Excursiones.

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En este artículo, Vargas ya apunta a que «la circunstancia de haberse encontrado en sus inmediaciones urnas funerarias de piedra y multitud de huesos humanos hace presumir si dicho claustrín formaría la fachada de ingreso al lugar destinado para enterramiento a los religiosos».

Por cierto, que en el momento de escribirse el artículo, ese claustrín los cinco arcos que se conservan hoy- se encontraba ya desmontado con motivo de las obras en el antiguo convento. «Desmontado y recogido cuidadosamente, no habiendo sufrido lo más mínimo por ello, siendo probable que se coloque en el interior del templo cuando este se restaure, para su mejor conservación», escribe el arquitecto, mientras que ya apunta que los restos de la otra galería de seis arcos «de pobrísima decoración y escaso valor artístico» habían sido definitivamente derribados a causa «del estado de ruina en el que se encontraban».

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A partir de estas evidencias, Antonio Ledesma ha llevado a cabo un completo trabajo de reconstrucción histórica en el que ha localizado precisamente una fotografía previa al desmontaje del conjunto a comienzos del siglo XX en el que se localizan una serie de sillares que constituyen el punto de unión entre el muro y la arquería «que conducen inequívocamente a época medieval, es decir, vendrían a confirmar que la arquería no había sido desplazada y que en ese momento se hallaba en su lugar original», destaca el historiador.

Reconstrucción 3D

Con el fin de que el público pueda hacerse una idea mucho más clara de lo que supone este hallazgo, Antonio Ledesma ha realizado una reconstrucción en 3D de la situación original previsible de las dos arquerías citadas por Gómez Moreno y Javier Vargas y Aguirre y su evolución hasta nuestros días. Un trabajo de años desarrollado por la productora salmantina MasKurios que ha creado además una música original para acompañar los avatares del monumento, compuesta por Joaquín Bernáldez.

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La situación de la arquería románica en una capilla anexa al actual templo no facilita su visita y difusión, a pesar de los esfuerzos realizados recientemente con motivo del centenario de la Fundación Rodríguez Fabrés.

No obstante, estamos ante un notable tesoro patrimonial salmantino que además enlaza el antiguo cenobio de Santa María de la Vega con la configuración del célebre monasterio burgalés de Santo Domingo de Silos.

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Según la investigación de Antonio Ledesma, en los dos casos, se encontrarían cinco arcos que componen la fachada de la sala capitular, a la que se accedería por el arco central, de mayores dimensiones que los otros, formando un conjunto muy cuidado en lo estético.

Tal y como recogió el arquitecto Javier Vargas, estamos ante capiteles de composición «verdaderamente hermosa y delicada», que recogen figuras animales y humanas con un tratamiento rebosante de fantasía y que entroncan directamente con las escuelas que tallaron los mejores capiteles de la Catedral Vieja o San Martín.

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