f. gómez
Domingo, 8 de mayo 2016, 12:42
Más allá de la alarma puntual ocasionada por el descaro con el que ha actuado el autor o autores de los últimos ataques con pintura, lo cierto es que la ciudad convive con un serio problema de vandalismo, presente en muchos elementos singulares de los barrios y también muy notable en el propio centro histórico de la ciudad. Y es que aunque se trata de preservar de pintadas a los «grandes monumentos», lo cierto es que la trama viaria del casco monumental tiene numerosas cicatrices vandálicas que, además, se perpetúan en el tiempo.
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Es el caso de algunas calles que vienen sufriendo, con escasa respuesta, la acción de pintadas que se van perpetuando en el tiempo. Uno de los más llamativos es el que se produce en la calle de los Mártires, que transcurre entre el acceso del Real Convento de Santa Clara y la trasera del colegio de las Siervas de San José. Una pequeña calle peatonal convertida en lienzo para la más grosera expresión artística a solo unos metros del claustro de San Román, donde en los últimos años se lleva a cabo un esfuerzo mayor por tratar de eliminar las pintadas.
Si malo es el estado de las paredes de Los Mártires, no mucho mejor es el que presentan otras calles como Miñagustín o Consuelo. En algunos de los inmuebles apuntalados hay tal proliferación de pintadas que ya cuesta apreciar el elemento constructivo original. El problema, en este caso, es que se trata de bienes privados que en algunos casos no han solicitado al Ayuntamiento la intervención. Sin embargo, Ciudadanos por la Defensa del Patrimonio insiste en que «son episodios tan flagrantes que deberían llevar a actuar al Ayuntamiento, como primer interesado en mantener el ornato en la vía pública».
Más allá de las pintadas, el vandalismo es una amenaza constante para el patrimonio. Atrás quedan casos ya históricos como la pérdida del brazo del astronauta de la Portada de Ramos de la Catedral Nueva o los destrozos en el Cerro de San Vicente, pero una vez más junto a episodios tan llamativos suceden otros que pasan más desapercibidos aunque sean igual de graves.
Ciudadanos por la Defensa del Patrimonio ha denunciado recientemente cómo los restos de la iglesia de San Cebrián que se conservan expuestos en la Cueva de Salamanca han sido vandalizados, dedicándose un asaltante a quemar con un mechero los canecillos de madera.
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