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elena gómez
Domingo, 3 de abril 2016, 13:12
La localidad de Galinduste contó ayer, por tercer año consecutivo, con banda sonora propia. Un sonido que recorría las calles del municipio y que hacía que todo el mundo tararease o se animara incluso a bailar al ritmo de las canciones más tradicionales del folclore salmantino.
Yes que más de una veintena de tamborileros llegados desde distintos puntos de la provincia de Salamanca y también desde la vecina provincia de Zamora participaron ayer en el tercer encuentro de tamborileros Al Son del Tamboril que llena de música tradicional y buen ambiente las calles de Galinduste.
Este encuentro nació hace tres años de la mano de dos vecinas de la localidad: María José Nuevo Sánchez y María Jesús Moreta Jiménez, quienes por aquel entonces se apuntaron a clases de bailes charros, que imparten en el municipio los profesores del grupo Folclore Charro. «Nos apuntamos con los niños, por animarlos a que hicieran algo relacionado con el folclore y durante el curso los profesores nos hablaron de la fiesta que hacen en Mogarraz», asegura María José Nuevo en referencia a la celebración que, el último sábado de enero de cada año, se organiza en la localidad serrana para festejar a San Blas, una fiesta en la cual, además de comer el tradicional limón serrano, se produce un encuentro con decenas de tamborileros llegados desde diferentes puntos de la provincia salmantina y también de otras cercanas, como la de Cáceres.
«Bajamos a Mogarraz a verlo y nos gustó tanto que decidimos hacerlo aquí y cada año vamos creciendo un poquito más», asegura Nuevo, quien recuerda como el primer año solo participaron tres tamborileros «y este año ya hemos reunido a veintidós».
A esta veintena de tamborileros se les unieron también el acordeonista Raúl Díaz de Dios, muy ligado a Galinduste donde grabó incluso un videoclip para su último trabajo musical y dos de sus alumnos de este instrumento, y es que, aunque el encuentro en principio es de tamborileros, al final de lo que se trata es de crear buen ambiente y disfrutar de la música popular de la provincia.
Colaboración
Aunque la idea fue de estas dos vecinas, que sobre todo el primer año tuvieron que trabajar mucho para convencer a los demás de las posibilidades de este encuentro, actualmente colaboran con Al Son del Tamboril casi todos los vecinos del municipio, que o bien donan comida para el ágape popular que se prepara o dinero para poder comprar carne u otros alimentos que sean necesarios para el mismo.
También colabora activamente el Ayuntamiento de Galinduste, quien cede el uso de los locales donde se desarrolla la comida y donde se pueden resguardar en caso de mala climatología y colabora con una aportación económica para los gastos que supone este encuentro.
«Nosotras nos encargamos de ir hablando con los tamborileros e invitarlos a participar y les pedimos a nuestros maridos y otros vecinos que se encarguen de asar la carne para la comida», señala entre risas María José, que se muestra muy satisfecha por la respuesta que este año ha tenido el evento.
Los tamborileros, entre los que se contaban integrantes de los grupos folclóricos El Majuelo (de Fermoselle, en Zamora), la Espiga Charra (de Salamanca) y El Folclore Charro (que son los que enseñan a los vecinos de Galinduste a bailar las canciones tradicionales), y sus acompañantes fueron recibidos al mediodía con vino, aguardientes y dulces, mientras la música empezaba a sonar y, entre los sonidos de la gaita y el tamboril, se colaban algunos otros de instrumentos tradicionales, hechos con objetos cotidianos de casa como cazuelas, llaves o huesos.
Los bailes en la Plaza se prolongaron durante un buen rato, antes de empezar el pasacalles por el pueblo con las tradicionales paradas en el Reloj, la iglesia y una de las plazas del municipio, donde se procedió a bailar la botella. A continuación, todos los participantes en este encuentro compartieron la comida antes de empezar de nuevo otra ruta que los llevó otra vez al Reloj, al Regato y al Caño. Allí, junto al lavadero restaurado de Galinduste, la música continuó hasta caída la noche y acabado el vino y, aunque algunos se fueron marchando, otros continuaron y se animaron a compartir la cena al son del tamboril.
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