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Jorge Holguera Illera
Viernes, 4 de marzo 2016, 12:35
El agricultor Juan del Pozo de Cabezabellosa de la Calzada recibe el lunes la Insignia de Oro de Asaja Salamanca, organización de la cual fue su primer presidente. Además de ser una de las personas que haría posible que se creara esta agrupación, fuerte y sólida para la defensa del sector y los pueblos. Ahora es patrono de la Fundación Vicente Rodríguez Fabrés y es vocal en la mesa de cereales de la Lonja de Salamanca.
- ¿A qué se dedica usted?
- Soy agricultor y también fui ganadero, aunque lo dejé precisamente para dedicarme al asociacionismo agrario. Cultivo cereales, legumbres, girasol y colza de secano; en regadío fui remolachero y ahora soy patatero y cultivo legumbre en regadío: alubias.
- En su zona hay buena legumbre.
- Estamos en La Armuña pura y dura, terreno negro y apropiado para legumbres: lentejas y garbanzos de secano.
- ¿Lo de agricultor es de herencia?
- En mi época empezó a marchar la juventud de una manera fuerte. Se abrían otras posibilidades y la gente joven empezó a emigrar mucho. Yo fui agricultor por vocación, me gustaba esto y me quede en el campo.
- ¿Cuál fue su papel en Asaja?
- Nosotros creamos Asaja, que nació como fruto de un proceso de fusión y acercamiento entre la Confederación Nacional de Agricultores y Ganaderos (Fenag) con Jóvenes Agricultores y la posterior unión de la Unión de Federaciones Agrarias de España (Ufade). Fui presidente desde 1984 de la unión de la Asociación Independiente de Agricultores y Ganaderos (AIAG) en Salamanca y uno de los vicepresidente de la Fenag. De ahí mi participación en la fusión a nivel nacional de las tres organizaciones que se llevó a cabo entre los años 1989-92, pues fue un proceso largo y además hubo que hacerlo en las regiones y provincias.
- Además, fue el primer presidente de Asaja en Salamanca.
- En 1992, cuando ya estaba consolidado el proceso de unión, se convocan las primeras elecciones de Asaja ya constituida, me presento y salgo elegido. Estuve dos legislaturas completas, hasta el año 2000.
- ¿Cómo llegó hasta ahí?
- A raíz de mi participación en unos grupos de agricultores de secano y regadío, creados por el servicio de Extensión Agraria, que por entonces pretendía modernizar el campo. En ellos estuve aprendiendo y recibiendo una gran formación agrícola y técnica que junto con la gran experiencia que mis padres me trasmitieron fue una mezcla muy oportuna.
- Eran nuevos tiempos.
- Cuando llega la Democracia estamos muy activos en esos grupos y desde ahí arranca mi participación inmediata en los primeros movimientos que hubo de organización del sector, que fueron a partir de abril de 1977. Ese año se creó la Ley de Libre Asociacionismo, al amparo de la cual se crearon las Opas.
- Un momento decisivo.
- Desde entonces empecé a integrarme en movimientos y participé en la primera Asamblea Constituyente de la Aiag que se celebró un domingo de finales de agosto del 77, en la iglesia de Pajares de la Laguna. Ahí se creó la gestora que daría lugar a la creación de la asociación. Me afilié, fui socio de base, participé todo lo que había que participar y por el año 81-82 fui elegido miembro de la junta provincial de la asociación. Desde ahí colaboré y estuve muy cerca del presidente de entonces, que era Ignacio de la Mora. Esa fue la razón por la que en julio de 1984 me eligieran presidente.
- ¿Participó en la creación de Asaja?
-Como la Aiag estaba integrada en la Fenag, yo como presidente tenía derecho a participar en la federación nacional. Me encuentro que va a haber unas elecciones en las que participo y salgo elegido vicepresidentes de la Fenag (uno de los cuatro que había). Razón por la cual estuve muy próximo al proceso de incorporación de España al Mercado Común, que se lleva a cabo en el 86, y a todo el desarrollo posterior e inmediato a la entrada en Europa del sindicalismo agrario, que fue cuando se creó Asaja.
- ¿Qué originó la creación de Asaja en ese momento?
- Para mí fue consecuencia de un viaje a Europa para ver en los distintos países la situación y el desarrollo de las organizaciones agrarias. De allí trajimos la clara conclusión de que en España no podía haber cinco organizaciones agrarias. Teníamos que hacer asociaciones fuertes y unidas, con una voz lo más unánime posible, como ocurría en el Reino Unido, Alemania, Francia o Italia,
- Pero todo esto supone mucho trabajo por el sector.
- Siempre he tenido una cosa clara, los intereses generales del sector han estado siempre por encima de mis propios intereses. En esos pasos de fusión dejé puestas a otras personas. Estoy orgulloso de haber hecho la fusión y haber dado pasos atrás en muchos casos, porque consideraba más importante la creación de una organización fuerte que mis propios intereses.
- ¿Ha cambiado mucho la situación desde cuando usted era joven?
- Ha cambiado mucho. Este reconocimiento lo tengo que compartir con mucha gente, mi familia, mi mujer y otros hombres y mujeres del campo, jóvenes de aquella época, que han estado luchando con mucha vocación y ganas. Ellos son los verdaderos merecedores de este reconocimiento. Nosotros teníamos mucha vocación, muchas ganas, y posiblemente poca preparación. Teníamos la clara idea de defender los intereses del campo, de buscar la dignidad del sector, la rentabilidad del campo, el valor añadido, es decir, hacer que la agricultura fuera reconocida y eso nos movió con un ambiente asociativo, de colaboración, desinteresado en lo económico, con muchas ganas y mucha ilusión. Los jóvenes de ahora tienen ilusión y son valientes, porque hay que ver el esfuerzo que se necesita para montar hoy una explotación agraria. Hay que ser valientes para hacerlo. Pero tal vez no vean en el asociacionismo la solución que para mí es. Ahí está el cambio, en una sociedad agraria volcada en una actividad sindical que pedía la época, la que vivimos los jóvenes de mi época, y en otra sociedad, la actual, que son valientes, quizá mejores empresarios, pero que no le dan la importancia, que a mi juicio, tiene el tema de un sector unido y fuerte.
- ¿Cree usted que ahora es más difícil ser agricultor que cuando usted empezó?
- Siempre ha sido difícil. Depende con qué bases empieces. Yo comencé con el apoyo de mi padre y desde muy joven creando una propia explotación mía, a la sombra suya, con mucho esfuerzo. Yo tuve un plan de incorporación con el que hice un sondeo. Toda la ayuda de aquel plan consistía en un crédito que te daba la Administración, que era del 11% y que, después de pagar toda la anualidad correspondiente, te devolvían el 2% de los intereses. Esa era toda la ayuda oficial que existía en aquel momento. Ahora bien, el margen de beneficio de la explotación, comparativamente con los gastos e ingresos, era mucho mayor que el de hoy. Eso hay que reconocerlo. El cultivo estrella entonces era la remolacha y un agricultor que trabajara fuerte en un par de años podía amortizar una inversión importante. El beneficio de cualquier cultivo es infinitamente inferior en este momento. De hecho la única salida que tienen las explotaciones es redimensionarlas, hacerlas más grandes, pero que conste que esto no es gratis. Sólo hay dos maneras de hacerlo: o comprar tierras, cosa imposible; o arrendarlas. Si arriendas y los beneficios son escasos, la rentabilidad para amortizar esa maquinaria es muy difícil. Hoy ser agricultor es algo enormemente caro.
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