Habitación en la que falleció la religiosa conocida como la Dulcinea de Dios.

Huellas literarias cervantinas a su paso por la villa de Cantalapiedra

Jorge Holguera Illera

Lunes, 29 de febrero 2016, 22:39

Tal día como el martes de la semana que viene «yo nací en la Villa de Cantalapiedra, obispado de Salamanca, el día del Ángel de la Guarda, uno de marzo de 1649». Así lo escribió de su puño y letra Ángela Tabares Martínez, más conocida como la Venerable madre Ángela María de la Concepción y que se ha ganado el calificativo de Dulcinea de Dios. Pues entre otros muchos logros fue la fundadora del convento de Trinitarias que hay en la patria de la amada de Don Quijote de la Mancha.

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Esta religiosa natural de Cantalapiedra atesora otras múltiples virtudes que son orgullo de las nueve monjas de clausura que aun hoy viven en aquella casa que ella misma fundó gracias a donativos de personas que como ella eran de Cantalapiedra, conocían su valía y quisieron apoyar su causa. Fueron el entonces Vicario de la Villa de Cantalapiedra, Cipriano García, que aportó 12.000 ducados; y su hermano, Alonso Tabarés, que donó otros 3.000 ducados.

Esta monja de Cantalapiedra además de fundadora fue reformadora de las religiosas trinitarias, con ayuda de su director espiritual y apoyada por los superiores de la Orden Trinitaria redactó las Constituciones de la Recolección que aprobó el Papa Inocencio XI el 21 de febrero de 1685. Con este nuevo rumbo que emprendería en El Toboso y pasado el tiempo se implantaría en las comunidades Trinitarias de Suesa, Laredo y Suances en Cantabria; Noya en Galicia; Quintanar de la Orden en Toledo; y Madagascar (África) además del reformado convento de Alcalá la Real en Jaén. Con esta reforma se buscaba «una vida de mayor perfección», en palabras de la actual madre de la comunidad de Trinitarias de El Toboso, Sor María García.

La Recolección tiene como objetivo el «retorno a un espíritu ya dado, carisma de paternidad espiritual para regenerar y reponer el espíritu fundacional», según explica Manuel Sendín en La posada del Esposo. Se trata de una recuperación de los valores que en sus orígenes implantó San Juan de Mata, fundador de la Orden Trinitaria. La Venerable también fue una gran figura mística reconocida como escritora por su gran destreza y por ser mujer. Fue muy citada por Arintero en sus Cuestiones Místicas y muy estudiada por su carácter «emprendedor y audaz», además de ser una persona totalmente «emotiva y sensible». Todo esto se deja ver en sus reconocidos escritos, que aún hoy son inspiración sobre todo de personas que buscan en la fe su sentido de vida. Riego espiritual para nuevas plantas es su obra más conocida.

Villa quijotesca

Esta vinculación tan espiritual une a Cantalapiedra con una villa quijotesca, la del Toboso, en la que moraba Dulcinea, musa del ingenioso hidalgo Alonso Quijano;amada del personaje que más fama ha dado a Miguel de Cervantes Saavedra. Sin embargo, aunque el ilustre escritor madrileño hubiese estado en la villa del El Toboso no habría coincidido con la Dulcinea de Dios de Cantalapiedra, pues el escritor falleció en 1616 y la Venerable nació 33 años después. Sí fue muy probable que ella viera la sepultura de Cervantes pues pasó por el Convento de las Trinitarias Descalzas de Madrid, de la calle Lope de Vega, en su camino de Cantalapiedra a El Toboso, donde incluso permaneció varios días. También ambos son diestros en el uso de la pluma. Ella más inspirada por Dios y en la búsqueda de su alabanza y en la creación de una doctrina espiritual que aún hoy es ejemplo para religiosas y religiosos.

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La patria de Cortadillo y el sacristán de la iglesia de San Román

Al hilo del sexto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes, que se celebra el 22 de abril cabe destacar el recuerdo de Cantalapiedra en la huella literaria de la máxima figura de la literatura española. Lo hace a través de Mollorido, un antiguo poblado situado a medio camino entre Medina del Campo y Salamanca, hoy despoblado y agregado al término municipal de Cantalapiedra, conocido por el nombre de La Nueva Carolina, más mentado como La Carolina. Cervantes lo cita dentro de sus Comedias y entremeses, En los baños de Argel y en la novela Rinconete y Cortadillo. En Los Baños de Argel Tristán, el sacristán de San Román de Mollorido es de esta tierra salmantina y dice así: «Es mi tierra Mollorido, en un lugar escondido, allá en Castilla la Vieja». Mollorido también es la cuna de Cortado, de la novela Rinconete y Cortadillo. Cortado dice así: «nací en el piadoso lugar de Mollorido puesto entre Salamanca y Medina del Campo». Cuando se refiere a piadoso lugar, la Biblioteca virtual Miguel de Cervantes explica que es porque pertenecía a la jurisdicción del Obispado de Salamanca. Esto aclara la anécdota del cambio del lugar que quiso emplear este célebre escritor para dar patria estos dos personajes. Ya que en ediciones más modernas se sustituye Mollorido por la cercana localidad de El Pedroso.

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