Quejas en la piscina de Garrido por olor a gasóleo y desprendimientos un mes después de su repaertura

El intenso chorro de agua caliente difumina y hace desaparecer el relajante gel que asea, limpia y tonifica la piel de nuestros cuerpos. En las duchas de la piscina municipal del populoso barrio de Garrido, y tras el pertinente baño en el acuático vaso, los mortales nos burlamos y nos mofamos de las bajas temperaturas exteriores que castigan al asfalto y, mientras aclaramos el denso champú de nuestras aceptables cabelleras, nos congratulamos de que la ciudad disponga de una piscina cubierta que abra diariamente, con el encomiable fin de estilizar los cuerpos y dimensionar los músculos mediante la modélica y olímpica práctica de la natación.

Sin embargo y de forma inesperada, la trepidante presión del secador de pelo, ritual cotidiano en la hoja de ruta de los bañistas tras la reconfortante ducha, se entremezcla con un sospechoso olor a gasóleo, procedente del interior de las instalaciones de la piscina cubierta.

Esta estrambótica y explosiva combinación el sugerente aroma del gel con el molesto e insoportable tufo del industrial gasóleo se está materializando estos días en la piscina municipal de Garrido, especialmente desde su reapertura al público el pasado 24 de enero, después de que permaneciera cerrada durante largos 13 días por la inesperada avería en una caldera.El súbito y denostado fallo obligó entonces a la sustitución de una pieza y desencadenó un cierre, que se prolongó durante casi dos semanas, hasta conseguir que el agua del vaso adquiriera la temperatura mínima de 24 grados, la combinación mínima de dígitos que estipula la normativa vigente.

Sin embargo, la reapertura ha vuelto a sembrar una nueva decepción entre los bañistas, especialmente por no colmar ni las sanas aspiraciones ni los anhelos de mejora de sus usuarios habituales, que se habían quejado de forma insistente a lo largo de los últimos meses por el evidente y palpable deterioro de sus instalaciones. Y es que la piscina cubierta de Garrido, cuyo titular es elAyuntamiento y cuya gestión diaria corre a cargo de una unión temporal de empresas rebautizada bajo la acuática denominación de Piscis, no logra evadirse ni consigue escapar del ojo del huracán informativo.

Los testimonios recopilados por este diario entre los habituales bañistas de la piscina ponen de relieve que el olor a gasóleo está empañando diariamente la reapertura efectuada el pasado 24 de enero. El origen y el foco de este molesto hedor se localiza en los cañones que penetran en el interior de la piscina cubierta, con el fin de que la temperatura interior no se desplome para no generar sobresaltos entre los bañistas, cada vez que concluyen sus minutos de natación y salen del interior del agua para tomarse unos minutos de merecido descanso después de sus intensas brazadas.Estos tubos están conectados a dos grupos electrógenos, que asumiendo el rol de unas bombas de calor, tratan de mantener controlada la temperatura para que los amantes de la natación no se vean sorprendidos por una caída de la temperatura tras sus zambullidas. La colocación de estos cañones, de donde se irradia el calor, ha provocado las críticas de los usuarios, dado que no funcionan con electricidad sino con gasóleo, lo que explica el persistente olor que se respira en el interior de la piscina cubierta por la utilización de este combustible.Por si fuera poco, y a una atmósfera interior que rezuma a gasóleo, hay que agregar un nuevo incidente, que ha supuesto el precintado y el cierre de dos de las calles de la piscina. Los datos recopilados por este diario apuntan a que la clausura de estas dos calles tiene un carácter preventivo y obedece al hecho de que se han producido, desde la reapertura de la instalación el pasado 24 de enero, nuevos desprendimientos y caídas de esquilas y de óxido de la cubierta, repitiéndose situaciones de riesgo ya vividas antes a lo largo de los meses precedentes y antes de la clausura temporal de la piscina el pasado 11 de enero.

Por su parte, la empresa concesionaria de las piscinas municipales aprovechó los 13 días de paréntesis propiciados por el cierre provisional de la instalación para dar «una capa de pintura» sobre el óxido predominante en el techo, según desvelaron en su momento usuarios de esta piscina municipal. Sin embargo, esta capa de pintura no ha impedido que vuelvan a originarse situaciones de similar tipología, que han dado pie a las quejas de los usuarios, especialmente por el hecho de que la caída de estas astillas y trozos podría provocar cortes y heridas en los pies de los bañistas.

En realidad, el malestar de los socios de las piscinas municipales engarza directamente con la detallada y sutil radiografía trazada en un jugoso informe pericial, rubricado el 5 de junio del año 2015 por tres arquitectos técnicos municipales y por el jefe del Servicio de Mantenimiento del Consistorio. En dicho documento, se destapaba un sinfín de deficiencias en las diferentes piscinas que integran la red municipal, que incluían y englobaban óxido, moho y fallos eléctricos.

En el caso de Garrido, el estudio confeccionado por los peritos desvelaba la presencia de óxido y pintura descascarillada en la cubierta móvil, fisuras de considerable longitud en las baldosas de la piscina mediana y pintura deteriorada en los vasos de las piscinas. Y es que el informe en cuestión no se circunscribía únicamente a la instalación cubierta, sino al conjunto del recinto de la piscina de Garrido.