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Vista exterior del convento de Las Bernardas.
Las últimas religiosas abandonan definitivamente el convento de Las Bernardas

Las últimas religiosas abandonan definitivamente el convento de Las Bernardas

La congregación traslada a las tres monjas a una residencia para mayores en Toledo. La valiosa talla de Nuestro Padre Jesús del Perdón permanece en Salamanca

francisco gómez

Domingo, 20 de diciembre 2015, 12:28

La crisis que desde hace décadas azota a las congregaciones religiosas de clausura se cobra una nueva víctima en Salamanca. Desde comienzos de este mes, el convento de las Madres Bernardas, situado en el Camino de las Aguas, se ha quedado oficialmente vacío. Era el final previsible de una historia que se venía anunciando tiempo atrás, con nulo relevo generacional y una avanzadísima edad de sus integrantes.

Ante esta situación, la orden cisterciense decidía hace dos semanas realizar definitivamente el traslado de las últimas tres religiosas que habitaban el convento. Todas son mayores de 90 años y hasta ahora recibían la asistencia durante largas temporadas de una cuarta religiosa que se trasladaba a Salamanca desde otro de los conventos de la congregación.

Ante la imposibilidad de que las religiosas continuaran viviendo en el convento salmantino sin más ayuda de la que se les podía ofrecer y al no poder la congregación aportar otras religiosas de menor edad que mantuvieran viva la comunidad conventual, definitivamente se decidía el cierre, al menos de manera temporal, de la casa de Salamanca. Mientras, las tres últimas monjas han ingresado en una residencia para religiosas de edad avanzada de la que dispone la orden en Toledo.

Así las cosas, todo hace indicar que es el punto final a la historia de este convento de las madres Bernardas en Salamanca. Una historia que se remonta a mediados del siglo XVI, cuando se inició la construcción, fuera entonces de las murallas de la ciudad, del antiguo complejo de las madres cistercienses de San Bernardo.

Con magníficas trazas de Rodrigo Gil de Hontañón y Martín Navarro, ese complejo (del que se conserva una parte en el actual colegio de San José de Calasanz) fue vendido por las religiosas a los Escolapios, trasladándose estas en 1958 a la modesta nueva casa en el Camino de las Aguas.

Ahí se ha mantenido la vida de clausura de la comunidad, muy mermada en los últimos años, y allí también se trasladó en 1959 la sede de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Perdón, ya que su imagen titular, el crucificado de Bernardo Pérez de Robles, es propiedad de las religiosas.

Precisamente, la situación creada por el cierre del convento ha generado bastante inquietud en el seno de la Hermandad, que sin embargo ha garantizado que la próxima Semana Santa la imagen del Cristo del Perdón volverá a salir a la calle y en principio lo hará también desde el propio convento de las Bernardas, aunque ya no residan las religiosas.

No obstante, la situación jurídica de la talla es complicada, ya que todos los acuerdos con la Hermandad son verbales y no hay ninguna obligación ni compromiso vinculante por parte de la orden cisterciense de ceder la imagen del crucificado para la salida procesional de la tarde del Domingo de Ramos.

Fuentes consultadas han señalado sin embargo que el alto valor de la talla realizada en el siglo XVII llevó a la Junta de Castilla y León a incluirla en el catálogo de bienes culturales, por lo que en principio en ningún caso la orden podría sacar la pieza a otro convento que no estuviera en la comunidad.

Además de esto, la permanencia de la talla en un convento de hecho ya no habitado ha generado cierta preocupación entre los miembros de la hermandad, que han garantizado la seguridad de todo el recinto del Camino de las Aguas a través de un sistema de alarmas sectorizado.

Asimismo, responsables de la cofradía pasan «a diario» por el convento, para comprobar que no hay ninguna anomalía. «La situación entre que en el convento haya hermanas o no, realmente no significa que haya aumentado la inseguridad respecto a la imagen», señalan desde Nuestro Padre Jesús del Perdón.

A pesar de todo, a nadie se escapa que la situación en la que ha quedado el convento no deja de tener ciertos visos de provisionalidad y que sería preferible una solución «que nos diera cierta estabilidad», señalan.

La Hermandad está estudiando varias alternativas con el fin de que la imagen pueda quedarse definitivamente en Salamanca. Una de ellas sería conseguir la cesión de la talla por parte de las Madres Bernardas al Obispado de Salamanca, que ya ha tomado en otras ocasiones la decisión de trasladar a su Museo de Arte Diocesano algunas de las piezas artísticas más valiosas, fundamentalmente de la provincia, que podrían presentar cierta situación de vulnerabilidad.

Ese fue el motivo, en su día, del traslado de dos tablas de Fernando Gallego desde la iglesia del Campo de Peñaranda, o más recientemente de algunas valiosas tallas medievales localizadas en la iglesia mudéjar de Galleguillos.

Otras voces son partidarias de permitir que la talla pudiera ser también objeto de culto, ya que ese fue el fin con el que fue creado por el escultor. En este sentido, en el pasado se planteó crear una capilla en el entorno del convento, por ejemplo la parroquia de El Milagro de San José, aunque por el momento ninguna de las posibilidades ha fraguado.

Sea como fuere, un problema colateral del drástico descenso de población de religiosos de clausura que se viene registrando en la provincia de Salamanca, mitigado solo muy parcialmente por la llegada de religiosos de otros países de África e Iberoamérica fundamentalmente.

Problema que también amenaza a otras comunidades de vida contemplativa tanto en la provincia como en la ciudad. De hecho, hace años que otro de los conventos también vinculado a la Semana Santa salmantina, el de Las Úrsulas, arrastra problemas por falta de religiosas.

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