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El obispo Carlos López, el cardenal y gran canciller RicardoBlázquez y la rectora MyriamCortés.
«El Papa no vino a Ávila pero sí a Lampedusa y eso dice mucho»

«El Papa no vino a Ávila pero sí a Lampedusa y eso dice mucho»

PPLL

Sábado, 12 de diciembre 2015, 12:11

JuanXXIIIingresó en los anales de la historia como elPapa bueno y transformó de raíz la Iglesia católica, marcando un antes y un después, cuando convocó la celebración del Concilio Vaticano II en octubre de 1962. La figura, el carisma y los mensajes que retratan el actual pontífice, el Papa Francisco, guardan un gran paralelismo y presentan nexos comunes con la egregia figura del italiano Angelo Giuseppe Roncalli. Así lo puso de relieve ayer el presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, minutos antes de pronunciar, en elAula Magna de la Pontificia, la conferencia conmemorativa del 50 aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, hecho capital que acaeció el 8 de diciembre de 1965, festividad de la Inmaculada Concepción.

La conferencia de la máxima autoridad de la Iglesia católica y cardenal arzobispo de Valladolid, bautizada bajo el sugestivo título El ConcilioVaticano IIy el camino de la Iglesia en el siglo XXI, fue organizada por la Cátedra Iglesia, Secularidad y Consagración con motivo del quincuagésimo aniversario del broche final de una cumbre religiosa, que fue promovida por JuanXXIII y clausurada tres años después por PabloVI.El acto académico contó también con las intervenciones del vicegran canciller de la Upsa, Carlos López; la rectora de la Pontificia, Myriam Cortés Diéguez; la directora de la Conferencia Española de Institutos Seculares, Vicenta Estellés, y el decano de la Facultad de Teología, Gonzalo Tejerina Arias.

En unas declaraciones previas a los periodistas,Blázquez recalcó que «todos somos herederos del Concilio Vaticano II» y resaltó que «hay una sintonía muy notable entre el subrayado que hizo Juan XXIII de la medicina de la misericordia y el subrayado que viene haciendo el Papa Francisco en el mismo sentido, con unos términos u otros, pero con la misma finalidad».

Respecto a un hipotético viaje de Jorge Bergoglio a España tras suspenderse finalmente el que tenía previsto protagonizar en 2014, Blázquez justificó, en relación a los periplos del Papa a destinos especialmente conflictivos como Kenia o la isla italiana de Lampedusa, desbordada por la inmigración, y comparándolos con el cancelado a Ávila en torno a la celebración del V Centenario del nacimiento de Santa Teresa, que «la elección de las periferias tiene que ver en esa piedad y esa misericordia» del pontífice. Anotó en este sentido que «el Papa no vino a Ávila pero sí fue a Lampedusa y eso nos dice mucho a nosotros».

En cuanto al sentido del Concilio Vaticano II, el presidente de la Conferencia Episcopal afirmó que «no se trata de hacer una hermenéutica de ruptura, pero Juan XXIII introdujo unas actitudes y un espíritu que en aquel momento renovaron profundamente la Iglesia», tanto desde el punto de vista interno como en las relaciones con las demás iglesias cristianas y con otras religiones.

Durante su alocución, el cardenal no dudó en enfatizar que el Concilio Vaticano II es «un don de Dios» y «hay signos de ello». Blázquez indicó que los diferentes pontífices, desde Juan XXIII hasta la actualidad, han catalogado este sínodo como«una brújula para la Iglesia en nuestro tiempo», de manera que «en el mar de la historia, el Concilio, que buscó anunciar el Evangelio, nos orienta y no ha perdido su capacidad de orientación y no se han agotado sus potencialidades». Blázquez hilvanó su hilo argumental al sentenciar que el Concilio Vaticano II constituye «el mayor acontecimiento de la Iglesia en los tiempos modernos». Gracias a aquel cónclave, los cristianos han recibido «no solo unos textos excelentes, también unas actitudes y unas declaraciones frente al mundo», así como «un estilo de vida cristiana y de la Iglesia inseparables a esos documentos».

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