San Andrés bendice a los quintos y a las gentes de Palaciosrubios

Por ser San Andrés, los quintos de Palaciosrubios sacan en procesión a este santo apóstol, algo que hicieron ayer y que fue, prácticamente, el final de la fiesta de los quintos, que en Palaciosrubios la celebran cada año los jóvenes que cumplen la mayoría de edad, es decir, los 18 años. Este año, además, para mantener viva esta tradición, al menos de forma bianual, también la celebró un joven de 17 años.

Nacieron en el año 1997 y en 1998 y durante este final de semana han estado unidos preparando la fiesta de estos jóvenes pero que regalan a todo el pueblo, ya que desde el sábado han contado con actividades en las que han implicado a todos sus vecinos y amigos de la localidad y de otras cercanas. Por ejemplo, la noche del sábado fue muy amena gracias al baile en el salón multifuncional, donde tuvieron también discoteca, a ella se sumaron los nacidos en 1970 y los miembros de la Asociación de Mayores San Andrés, que también lo celebraron ese día con una misa.

El domingo, fieles a la tradición, Raúl Quintas, Alejandro Alonso, Sara Esgueva, Irene Rodríguez, Miriam Cáceres, Paola Seco y Elena Marín subieron al campanario de la iglesia para hacer tañer las campañas de este templo mudéjar. Posteriormente se unieron entorno a la mesa para disfrutar de una cena, cuyos manjares más sabrosos fueron las anécdotas compartidas, recuerdos anhelados de su infancia y, sobre todo, el fuerte vínculo que los une por ser de una manera u otra de Palaciosrubios.

La fiesta de los quintos es algo muy importante. Ellos mismos las describen para este reportaje así: en palabras de Alejandro Alonso, «es algo que se vive sólo una vez y la recuerdas toda la vida»; Raúl Quintas incidió en que «es algo muy bonito porque estamos todos unidos para celebrarla»; Miriam Cáceres destacó la «ilusión» de este momento; Sara Esgueva puso el acento en la fiesta que comparten; Paola Seco tildó la «alegría»; Elena Marín consideró que es una buena ocasión para juntarse todos; Irene Rodríguez recordó que «es una tradición que es muy bonita seguir porque generaciones pasadas la han hecho y ojalá que sigan nuestros hijos».

La fiesta se intensificó ayer, y tal como viene siendo habitual cada 30 de noviembre, la iglesia de San Andrés de Palaciosrubios recogió entre sus robustos muros a los fieles de esta localidad que quisieron festejar al santo y acompañar a los quintos. Los asistentes participaron de la eucaristía oficiada por Lauren Sevillano. Aprovechando la presencia de los siete quintos y quintas que ocupaban uno de los bancos delanteros, el sacerdote en su homilía aludió a la «voluntad natural, disponibilidad y generosidad» que precia a la juventud, además aprovechó para aconsejar a los mayores que sirvan de «referencia» para iluminarlos. Entre otras palabras llenas de sentido y cargadas de valores, Sevillano recordó que «si algo le caracterizaba a San Andrés era la alegría», al igual que a los jóvenes, a quienes recomendó buscarla en su interior.

En la ceremonia celebrada en el interior del templo no faltó la música guiada en todo momento por el coro de mujeres de esta localidad, que ocupaban uno de los bancos de la parte delantera, junto a ellas estaba el tamborilero Florencio del Río García, quien dotó de armonía musical a la bella estampa creada por los jóvenes quintos en el momento de las ofrendas. Éste también participó en la posterior procesión por las calles que contornean la iglesia. Los jóvenes se turnaron para llevar la gran imagen de San Andrés y también para portar las cuatro varas de este santo. La procesión iba encabezada por los ciriales y la cruz. En la parte de atrás acompañaban el sacerdote y el resto de feligreses.

En el desfile religioso no faltaron las tradicionales jotas al santo, que fueron bailadas con salero por varias mujeres beleguinas. Antes de entrar en el templo, el sacerdote bendijo a los quintos y también al resto de asistentes y pronunció un ¡Viva San Andrés!, ¡Vivan los quintos! y ¡Viva Palaciosrubios!, tras lo cual se produjo un sonoro aplauso impregnado del entusiasmo de los asistentes. Para concluir, los quintos ofrecieron una pasta y un vino en el salón multiusos.