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Participantes del foro celebrado ayer en la Pontificia.
Expertos en solidaridad reclaman que la acogida de refugiados sea efectiva y verdadera

Expertos en solidaridad reclaman que la acogida de refugiados sea efectiva y verdadera

El Foro de la Juventud de la Pontificia y CBG Informática apela a la conciencia de los más jóvenes como futuros responsables de pelear por un mundo mejor y más justo

Cecilia Hernández

Viernes, 13 de noviembre 2015, 13:01

«Nos corresponde a todos, aquí y ahora; ya está bien de dar largas». El Foro de la Juventud organizado por la Universidad Pontificia y la empresa CGB llegaba a su fin cuando Manuel Muiños, sacerdote y presidente de Proyecto Hombre Salamanca, tomó la palabra. En el auditorio, más de un centenar de adolescentes de los colegios María Auxiliadora y Santísima Trinidad que llevaban una hora escuchando que el futuro estaba en sus manos y que de ellos y sus actuaciones depende que el mundo sea muy diferente en unos años a como es ahora. Y entonces Muiños, desde su experiencia de varias décadas de trabajo con la «realidad más cercana», la de la drogadicción, alentó a los jóvenes a «no esperar» y a pelear por «dar de comer al hambriento no sólo en lo material, sino en lo que se refiere a la dignidad de la persona».

Ese fue el leitmotiv de la jornada celebrada en el aula minor de la Pontificia: concienciar a los adolescentes sobre la importancia de ayudar y de dedicar parte de su tiempo para construir un mundo mejor. Como señaló también Muiños, «todos tenemos mucho y muy bueno que dar», pero, reiteró, «no hay que esperar». En el aire flotaba la tragedia de los refugiados, que tanta repercusión tuvo hace unas semanas y que, poco a poco, y solapada por otras noticias de actualidad, ha sucumbido y caído en el olvido. Ahí fue donde Manuel Muiños levantó la voz y pidió que se actúe ya. «¿A qué vamos a esperar? ¿A que vengan en ataúd? ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que se empezó a hablar del tema?», preguntó a los jóvenes y a la sociedad misma.

Y es que el invierno se acerca y los refugiados de la guerra de Siria se acumulan en los Balcanes, sin más opciones que las que lleguen del acogimiento en los países de la Unión Europea que estén dispuestos. Un proyecto, este de la acogida, del que se ha hablado mucho pero que aún no se ha concretado. Y buen ejemplo es Salamanca, donde las instituciones y organizaciones solidarias se conjuraron para dar forma a esos acogimientos y donde la pregunta más repetida es, semanas después, cuándo llegarán finalmente los refugiados.

En este sentido, otro de los participantes en el foro, el secretario general de la Conferencia Episcopal de Migraciones, José Luis Pinilla, insistió en que la solidaridad no puede ser solo cuestión de un día y recordó que los emigrantes «ya los teníamos antes aquí en España», aunque ahora «se ha descubierto la gran generosidad que la sociedad española tiene y eso hay que mantenerlo no solo con refugiados e inmigrantes sino con otro tipo de pobreza». En ese sentido, el secretario general de la Conferencia Episcopal de Migraciones señaló colectivos como los parados, mujeres que ejercen la prostitución o que son maltratadas y niños que viven en la calle y explicó que «hay que saber responder a esa llamada de los más vulnerables y heridos».

Pinilla, que es jesuita, recordó sus años en la parroquia de El Milagro de San José, construida gracias a la solidaridad vecinal. «Hombres y mujeres que antes de ir a trabajar se pasaban por allí para cimentar ladrillo a ladrillo su iglesia», explicó. Allí, el ahora cargo eclesiástico reconoció haber aprendido que «la solidaridad nace paso a paso» y reforzó así su vocación de jesuita.

Y, de vuelta en Salamanca tras varios años, José Luis Pinilla no perdió oportunidad de disparar a las conciencias de los más jóvenes de la que fue su ciudad. Para ello, acudió a las fotografías, porque fue una imagen, recordó, la que movió los sentimientos de la Europa rica e hizo que millones de personas comprendieran la realidad y el drama de los refugiados. Aquel niño, Aylán, ahogado en una playa, al que Pinilla comparó con otro pequeño, Adou, aquel que apareció doblado en una maleta tratando de cruzar la frontera de Ceuta.

«El papa Francisco dice que se nos ha olvidado hasta la capacidad de llorar», añadió Pinilla, que alentó a los adolescentes salmantinos a pelear por aquellos que más sufren «porque tienen tanto derecho a mirar la luz del sol como lo tenéis vosotros».

«Que no mientan aquellos que hablan de construir vallas más altas o con concertinas más punzantes para que las heridas sean más grandes», insistió el secretario general de la Conferencia Episcopal de Migraciones, que pidió a la juventud salmantina que se implique sobre todo con los niños inmigrantes. «Hay que ponerse la camiseta con el lema Je suis Adou y sentirla en la piel». Y, en especial, que ese sentimiento «no sea flor de un día», sino que perdure y «genere en los corazones el deseo de luchar».

Injusticias

Por otro lado, en este Foro de la Juventud, la presidenta nacional de Mano Unidas, Soledad Suárez insistió en defender la solidaridad de los más jóvenes, huyendo de «los estereotipos de pasotas y egoístas» que se les suele adjudicar, y procuró en su intervención darles a conocer «las situaciones que se viven en el mundo, cómo se pueden solucionar y cómo pueden aportar ellos soluciones». Suárez remarcó que los jóvenes necesitan formación y preparación previa porque «se trata de situaciones impactantes». Y es que muchos de los alumnos de Secundaria presentes ayer en el aula minor de la Universidad Pontificia participan en actividades de prevoluntariado en sus centros educativos, con el objetivo de iniciarse en el camino de la ayuda a los demás.

«La solidaridad es un compromiso con la justicia, porque las situaciones que se dan en el mundo son profundamente injustas», remarcó Suárez, que narró a los jóvenes algunos detalles de su último viaje a Guatemala. Un país en el que la población indígena es olvidada e ignorada por parte de las instituciones y en el que los casos de desnutrición y de hambre infantil son crónicos y cíclicos. Al hilo de esta experiencia, Suárez insistió en la injusticia subyacente en un mundo donde «unos viven muy bien y otros muy mal cuando hay recursos suficientes para que todos podamos vivir y alimentarnos».

Finalmente, Soledad Suárez pidió a los adolescentes que no sean egoístas y miren más allá, ya que siempre hay algo que hacer y alguien por quien hacerlo, y recurrió a la figura de la Madre Teresa de Calcuta como ejemplo de entrega y de lucha en un mundo de injusticias y dramas.

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