Valeriano Hernández, en su taller de la plaza San Cristóbal junto a las tallas ‘El gran beso’, la Virgen de la Salud y La Inmaculada.

El escultor contrarrelojista

Valeriano Hernández reparte obra por medio mundo gracias a concursos rápidos. «Llegas al parque y te dan diez días para terminar tu trabajo», apunta el escultor salmantino, camino ya de Argentina

Luis Miguel de Pablos

Miércoles, 14 de octubre 2015, 11:56

Lee las bases, formaliza la inscripción con el correspondiente proyecto y se presenta in situ para, en un plazo aproximado de diez días en la gran mayoría de los casos, dar forma cincel en mano a la escultura. Son concursos contrarreloj que se han convertido en habituales en distintos países, y que tienen al escultor salmantino Valeriano Hernández en todo un especialista. Con este método ha conseguido dejar su sello en no pocos parques, caso de Ringkobing en Dinamarca o Caransebes en Rumanía, y lo hará en breve en lugares tan dispares como Santa Fé (Argentina), Burdeos o Nueva Delhi.

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Una práctica que Valeriano Hernández alterna con trabajos más pausados y estudiados, pero que le han convertido en un escultor peculiar más reconocido lejos de Salamanca que en su propia tierra. El último lugaar donde se ha reconocido su trabajo comprando una de sus esculturas ha sido en tierras belgas, concretamente en La Roche En Ardenne, donde se levanta El beso, una pieza de dos metros y medio esculpida en granito belga. «Allí fundaron una asociación denominada La Roche en ARTEdenne que se preocupa mucho por el arte, y crearon uno de los parques escultóricos más importantes de la Unión Europea en el que descansa mi obra», apunta Valeriano Hernández con cierta envidia. «Es un proyecto, el del parque escultórico, que lo he ofrecido repetidamente al Ayuntamiento de Salamanca pero que no se han dado por aludidos. Y no creo que sea un problema económico porque con un presupuesto mínimo me comprometería a hacerlo para convertir a Salamanca en una ciudad más monumental de lo que ya es», añade, apuntando rincones como el parque de los Jesuitas, La Aldehuela «o incluso aprovechar distintas rotondas», asegura. «No resultaría muy costoso y le daría a la ciudad un aire mucho más vistoso», apunta Hernández, con obra en rincones como San Juan de Sahagún, San Cristóbal, Villares o Pizarrales.

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