Actuación del grupo de bailes de paleo, al inicio del Sacramento.

Los grupos de paleo y dulzainas impulsan el folclore de Cantalapiedra

Bernabé Illera es el impulsor del grupo que ha retomado los ancestrales paleos al son de dulzaina

Jorge Holguera Illera

Jueves, 3 de septiembre 2015, 12:23

El folclore tradicional de Cantalapiedra se está activando gracias al empeño de tres grupos, dos de dulzainas y uno de paleo y cintas, coordinado por Bernabé Illera. Por su parte, tanto la Agrupación de dulzainas Villa de Cantalapiedra, como el grupo dulzainero El Laurel tienen como germen la escuela de dulzainas que desde hace unos años ha puesto la Diputación en Cantalapiedra y que, según ha adelantado para este diario la alcaldesa de la localidad, Juana González, continuará en funcionamiento durante el próximo curso.

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Además, se pondrán en marcha varios talleres de cultura tradicional. Uno de ellos dedicado a la alfarería, oficio ya extinguido que dio fama a Cantalapiedra y por el que aún es conocida esta villa, gracias a sus grandes y habilidosos artesanos. Otro de ellos de bordado charro, que servirá para recuperar esa vinculación de Cantalapiedra con la capital de la provincia de la que forma parte, Salamanca, si bien Cantalapiedra carece de folclore charro en el legado tradicional que se conserva, quizá por haber tomado elementos más castellanos. Yes que esta villa se encuentra en la esquina noreste de la provincia de Salamanca, limitando su término, con las provincias de Zamora, Valladolid y Ávila. Quizá ahí radique el que en Cantalapiedra se haya adoptado un instrumento más abulense y pucelano que salmantino, como es la dulzaina.

Este instrumento castellano es el que pone música a los bailes de paleo de esta localidad. Ahora lo tocan los componentes de las agrupaciones que se turnan en todos los actos festivos de la villa para animar tanto con la dulzaina como con bombo y caja o redoblante. Los del grupo El Laurel se apoyan en sus conocimientos de solfeo y suelen acudir con tres dulzainas, caja y bombo, y los de la Agrupación Villa de Cantalapiedra suelen acudir con bastantes instrumentos, pues el grupo lo componen numerosas personas de diferentes edades. Antes de todos ellos Santi Martínez, conocido como Santi El Músico, se encargaba de hacer sonar las melodías más tradicionales de la villa y sobre todo de mantener vivo este folclore que ha estado a las puertas de la desaparición.

Ahora, una de las piezas clave del folclore de Cantalapiedra es el paleo, que gracias a Bernabé Illera y otros ocho jóvenes está manteniéndose vivo. En concreto, Illera lo recuerda de cuando lo aprendió de niño, a los doce años de edad. Desde entonces no había vuelto a bailarlo pero lo llevaba en su corazón, hasta que hace unos seis años se decidió a recuperarlo.

En Cantalapiedra siempre ha habido grupo de paleo y cintas, es decir, había un grupo de chicos que danzaban haciendo sonar los palos de encina y a su vez realizaban otro baile que consiste en tejer las cintas. En otras ocasiones eran mujeres las que tejían las cintas. Lo cierto es que el paleo ha tenido varias etapas, con intermitentes desapariciones.

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Esta danza que bailan un grupo de ocho personas haciendo sonar palos de encina es «original de Cantalapiedra», destaca Illera, quien reconoce que se desconocen los orígenes pero que «dijeron una vez que venía de los árabes». Y tiene letra, aunque Illera considera que es para ensayar y para bailar recordando la misma, porque en realidad se baila solo al son de la dulzaina. Como anécdota, Bernabé Illera recuerda que Santi El Músico la llegó a tocar con saxofón.

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