D. BAJO / WORD
Miércoles, 12 de agosto 2015, 12:17
Algunos vecinos de Puente Ladrillo habían oído rumores de que los párrocos del barrio, Antonio Romo y Francisco Buitrago, se marchaban. El Obispado lo confirmó el lunes por la tarde y ayer era un tema de conversación más en las calles de Puente Ladrillo. Antonio Romo lleva más de 25 años ejerciendo como sacerdote en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, muchos de ellos acompañados por Francisco Buitrago. A lo largo de este tiempo ha dejado su impronta en un barrio que le echará de menos.
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Romo ya tiene 75 años y, al llegar a esa edad, los sacerdotes pasan a la jubilación canónica. Según la nota publicada por el Obispado de Salamanca, en el que detalla los cambios al frente de varios templos, Romo será el administrador parroquial de Arabayona de Mógica, aunque en el barrio no dudan de que seguirá desarrollando sus iniciativas solidarias. En cuanto a Francisco Buitrago, se ocupará, junto a Gonzalo Escamilla, de varias iglesias de la comarca de Alba de Tormes.
En uno de los bares de la zona comentaban que la marcha de Romo y Buitrago iba a dejar «pena» y «muchas preguntas» en Puente Ladrillo, por su implicación en los asuntos del barrio y por su disposición para echar una mano donde hiciese falta. «Se implicaba con todos. Es una persona muy cercana y muy querida», afirmaban.
Las preguntas girarán en torno a qué sucederá con la obra social edificada por Romo a lo largo de estos años. La casa de acogida, por ejemplo, se ubicará en la casa parroquial de Gomecello. Otras iniciativas, como la participación en la Semana de la Solidaridad, dependerán, según fuentes cercanas, de los nuevos párrocos. Éstos explicaban esta semana su intención de seguir la misma línea de actividades habituales de la parroquia y de añadir nuevas iniciativas.
Incomprensión
Algunos vecinos del barrio no esconden que la marcha de los dos sacerdotes no les agrada, a pesar de que Romo ya ha alcanzado la edad de jubilación canónica. Hay quien se resigna con el donde manda patrón no manda marinero y los hay que critican que la Iglesia «no vea más allá de los simples rezos. Mucha lectura, pero nada de implicarse». Romo y Buitrago «son la otra cara de la moneda». «Es triste que la gente tenga que marcharse», comentan.
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En esta línea, creen que la Iglesia, como institución, tendría que «alentar» la asistencia de los jóvenes y hacer lo posible para «recuperar su confianza». Estos vecinos creen que la casa de acogida ha sido «una oportunidad» para muchas personas que lo necesitaban y opinan que, aunque siga abierta en Gomecello, no tendrá la repercusión que ha tenido hasta ahora.
En Puente Ladrillo afirman que «nos gustaría que alguien viniese y tratase de seguir el día a día de ambos». (Romo y Buitrago). «Hacen muchas cosas y si no las consiguen, al menos las intentan». Los cambios llegarán a las parroquias a finales de septiembre.
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