El pistacho, un cultivo con futuro en la provincia de Salamanca
Un estudio llevado a cabo desde 2013 en cuatro zonas convierte a este fruto seco en una alternativa a la cereza, el olivo o el almendro
E.M. / ICAL
Martes, 28 de julio 2015, 12:26
Salamanca, conocida como el mar de cereales y la dehesa castellana, busca nuevos cultivos con los que ampliar su horizonte productor. Las nuevas generaciones que llegan al campo se han fijado en un fruto seco en expansión en el resto de España, con gran demanda entre los consumidores, y que obliga al país a importar cada año más de 12.000 toneladas. Se trata del pistacho, que no es nuevo en España ya que los romanos lo plantaron y los árabes lo explotaron al máximo, pero fue erradicado en la Edad Media de los campos españoles.
En el último cuarto del siglo XX, el Centro de Investigación Agraria Más Bové, de Cataluña, decidió reintroducir una planta que da muy buenos resultados en Irán, Estados Unidos, Turquía, Siria, China, Grecia o Italia, los grandes países productores.
En la actualidad, en España, se cultivan unas 6.000 hectáreas de árbol pistachero, la mayor parte de ellas en Castilla La Mancha, donde se ubica el Centro Agrario y Medioambiental El Chaparrillo, considerado como el centro de referencia nacional sobre el cultivo del pistachero. Su presencia en Castilla y León es testimonial y la información de su cultivo en esta zona apenas es relevante.
La Asociación de Jóvenes Agricultores (Asaja) decidió, con la colaboración de la Diputación de Salamanca, iniciar en 2013 un proyecto de investigación para conocer la capacidad de adaptación que tendría el pistachero en la provincia, y comprobar si puede ser un cultivo complementario al olivo, el almendro, los frutales e incluso las viñas. Luis Ángel Cabezas, presidente de la organización agraria, afirma que el pistacho es un cultivo al alza en España, que es deficitaria, y que se está plantando en muchas zonas.
En el caso de Salamanca se da la circunstancia de que las zonas a priori más favorables para su cultivo, como puede ser la Sierra o Arribes, tienen una población envejecida que se ve respaldada en épocas de recolección por familiares los fines de semana. Unas circunstancias que se evidencian, por ejemplo, en la cereza que cada vez queda más producción sin recoger.
«Si el pistachero se adapta a esta zona, introduciríamos otro cultivo alternativo, con una época de recolección diferente al cerezo, al olivo, el nogal o el almendro, en Arribes, convirtiéndose en una nueva alternativa económica y de desarrollo para estas zonas. Por ese motivo, quisimos hacer en colaboración con la Diputación, este estudio, para que las personas que se interesen por el cultivo del pistachero tengan información adaptada a Salamanca y no tengan que basarse en la mucha documentación que hay relacionada con otras zonas, como Castilla La Mancha, cuyas condiciones climatológicas no tienen nada que ver con las nuestras», tal y como explica Cabezas.
El estudio climatológico de toda la provincia de Salamanca, basado en las horas de calor y las heladas, dos aspectos claves para el desarrollo del fruto, revela la existencia de determinadas zonas donde el pistachero puede adaptarse con facilidad y obtener una producción rentable. Las Arribes del Duero, una franja en la Sierra de Francia en las cercanías al río Alagón y una pequeña zona en el norte de la provincia, con el municipio de Topas como epicentro, son los mejores terrenos para introducir este nuevo cultivo.
Plantaciones experimentales
Con el objetivo de pasar la teoría a la práctica, se realizaron cuatro plantaciones experimentales en cuatro emplazamientos con diferente aptitud climática para el cultivo y con una variedad de terrenos también significativa. Hinojosa de Duero, Madroñal de la Sierra, Topas y Aldehuela de la Bóveda fueron las cuatro localizaciones que se seleccionaron para el estudio. En ellas se han plantado pistacheros de la variedad Kerman, Pistacia atlántica, y un híbrido mezcla de otras dos variedades.
El pistachero es un árbol de hoja caduca, generalmente de entre cinco y siete metros de altura, propio de climas templados y secos, veranos largos y calurosos, e inviernos fríos, y escasa pluviometría. Las heladas primaverales tardías le afectan negativamente, y no se recomienda su cultivo en aquellas zonas de la provincia donde se alcanzan heladas de menos dos grados centígrados después del 15 de abril.
No es un árbol exigente respecto a las características del suelo. De hecho, tiene una gran capacidad de adaptación, siempre que cumplan la condición de no ser muy arcillosos o encharcadizos.
Variedad cultivada
Las parcelas que se eligieron para el proyecto se encuentran en terrenos soleados y abiertos, donde el aire puede circular sin obstáculos para favorecer la polinización. En la actualidad, existen multitud de variedades que, aparte de las características del fruto, se diferencian en la época de floración y la duración de su ciclo, dos aspectos claves a la hora de decidir la planta a cultivar en Salamanca. La elección se debe hacer en función de las heladas tardías, la pluviometría y las unidades de calor.
Uno de los objetivos marcados con el plan piloto se centraba en conocer qué planta se adapta mejor a Salamanca. Finalmente se optó por plantar Kerman sobre distintos injertos, aunque en una de las plantaciones el propietario decidió completarla con otra variedad, Mateur, que también tuvo una adaptación irregular.
En el estudio se realizó además un cuadro orientativo por localidades con recomendaciones de variedades atendiendo a sus condiciones climatológicas. «Uno de los puntos más importantes para determinar si es un cultivo rentable para Salamanca depende de aspectos como las últimas heladas en época de floración, o las unidades de calor que haya en cada localidad para la maduración del fruto en el otoño», asegura Cabezas.
El árbol pistachero posee una copa globosa y abierta, con abundante ramificación. Las hojas son de color verde oscuro en el haz y más claro en el envés, tornándose de un rojo anaranjado muy atractivo en otoño. La floración se produce en abril y en las ramas de un año de edad, y la maduración de los frutos, dependiendo de las variedades y la climatología de la temporada, desde finales agosto hasta primeros de noviembre. El fruto, posee una cáscara leñosa, ovalada, dura y lisa de color marrón claro, que presenta una sutura longitudinal que facilita la apertura del fruto para obtener la semilla, que es la parte comestible.
El mercado del pistacho es emergente, al igual que la industria que lo rodea, como lo demuestran los avances de la maquinaria vinculada a su cultivo. En la actualidad, los productores de pistacho están aprovechando las experiencias de otros cultivos.
Desde Asaja confirman que existía un interés previo por parte de algunos agricultores, y por eso pusieron en marcha el proyecto. «Tras darse a conocer, lo que hemos percibido es que la demanda es más grande de lo que pensábamos. Han sido muchos los agricultores, sobre todo jóvenes, los que se han interesado por las características de este cultivo. Las orientaciones del estudio técnico han sido útiles a muchos de ellos tanto a la hora de decidir si plantarlo en su pueblo, como en la forma de trabajarlo», explica el presidente de Asaja.
Al tratarse de un árbol, el pistachero, al igual que un manzano o peral, primero tiene que desarrollarse antes de dar fruto. «Lo normal es que al quinto año ya se obtenga una cantidad destacada de fruto, pero habrá que esperar al séptimo año para decir que entra en la fase alta de producción. De todas formas, lo que intenta el estudio es determinar esos datos», agrega.
Recolección
La recolección puede ser manual o mecanizada, como la aceituna. El uso del paraguas enganchado al tractor, en aquellas plantaciones donde el espacio entre árboles lo permite, se ha generalizado. A la hora de sepaar la cáscara del fruto, también se pueden utilizar estructuras similares a la de una almazara, con un vaso de recepción, una cinta transportadora hasta la limpiadora, otra cinta que llevará el fruto a una peladora, como la de las almendras, y finalmente, un tanque de secado que permitirá eliminar la humedad excesiva para su conservación.
El fruto, el pistacho, se puede comer en verde aunque la mayoría de lo que vemos en el lineal del supermercado está tostado. En los últimos años se está fomentando la agrupación de productores para favorecer la comercialización de este fruto seco, un modelo que podría aplicarse perfectamente a las zonas de Salamanca donde el cultivo tiene inicialmente una mayor viabilidad, como son Arribes del Duero y la Sierra de Salamanca. En estas comarcas, con una economía debilitada, sus agricultores están acostumbrados a trabajar bajo el modelo de cooperativa donde entregan sus frutos.
La rentabilidad del pistachero en la provincia de Salamanca es todavía una incógnita por desvelar. Su adaptación inicial ha sido buena y su cultivo no requiere demasiado costes de producción, más allá del sistema de riego, el deshierbe para eliminar competencia al árbol, los tratamientos fitosanitarios, y el uso de fertilizantes, que no debe ser abundante pues se trata de un árbol extremadamente sensible la toxicidad provocada por abonados excesivos.
Los primeros datos desvelados por el estudio realizado por Asaja en la provincia indican que el pistachero puede ser un cultivo con futuro en Salamanca. Ahora, es necesaria la paciencia para que el árbol crezca y dé su fruto.
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