Fachadas con sabor a historia y tradición serrana
Asam y Florencio Maíllo impulsan un taller para enseñar a los albañiles de la zona la técnica del esgrafiado y evitar así que siga desapareciendo
ELENA GÓMEZ / WORD
Viernes, 3 de julio 2015, 14:03
Cuando se habla de historia y tradición, automáticamente nuestra mente se va a los libros, las leyendas, la comida, la música o incluso los trajes típicos, todos ellos elementos que, con el tiempo, se han impregnado del carácter y la forma de ser de las gentes de un territorio, siendo fieles testigos del pasado, presente y futuro de una zona.
Sin embargo, en la Sierra de Francia hay otro testigo mudo de la historia y la tradición serrana: la arquitectura, conocida más allá de las fronteras naturales que marca la propia sierra y que, no solo atrae a cientos de turistas cada año, si no que le ha valido, a muchos municipios, varias distinciones de Conjunto Histórico Artístico o, incluso, llegar a ser considerados como algunos de los pueblos más bonitos de España, en el caso de La Alberca y Mogarraz.
De esta arquitectura tan particular que tiene la Sierra de Francia hay un elemento que, si bien en su momento adornaba gran parte de las casas serranas, con el tiempo ha ido desapareciendo progresivamente: los esgrafiados.
Se trata de un elemento decorativo utilizado en el exterior de los edificios y que consiste en una superposición de capas de revoque con distintos colores. Partiendo de un diseño, y quitando alguna de estas capas, se van creando curiosos dibujos típicos del folclore serrano o llamativas cenefas que atraen la atención de todos los visitantes.
El pintor Florencio Maíllo, serrano amante de su tierra y del arte, lleva tiempo investigando esta técnica y compartiendo sus conocimientos a través de su blog De la materia y su memoria.
En este rincón de la red, desde el que reivindica las tradiciones y el arte serranos, señala que el esgrafiado tiene una doble función. Por una parte, y la más evidente, tiene una función decorativa y es que, tal y como señala Maíllo «esta técnica nos ofrece la posibilidad de ornamentar exteriormente los edificios con decoraciones que mucho tienen que ver con la estética presente en las labores de los bordados y del propio traje festivo tradicional, unos motivos que llenan todos los espacios y que, a su vez, sirven para ocultar los materiales usados en la construcción, por lo general pobres, como los entramados, las mamposterías y los muros de adobes».
La segunda función del esgrafiado, es la de protección, ya que, la típica casa serrana se construye con madera, piedras y adobe, que tradicionalmente se recubrían con un revoco de cal que les proporcionaba protección ante la adversa climatología serrana (con sus abundantes lluvias y viento de suroeste), a la vez que impermeabilizaba y aislaba las viviendas.
Con el tiempo y la aparición de nuevas técnicas, especialmente con el cemento, se fue perdiendo la costumbre de hacer esgrafiados y, el tiempo, se iba encargando de deteriorar y hacer desaparecer muchos de los que adornaban las fachadas.
Además, tal y como señala Maíllo, se empezó a dejar a la vista en las nuevas construcciones (o las rehabilitaciones) las tramoneras, que es el nombre que reciben los palos de madera de castaño que son parte de la construcción y que, a simple vista, se ven cruzando las paredes de las casas serranas.«Tradicionalmente no eran así, no se veían, solo se dejaba así en las casas humildes o donde no se recibía el hostigo, el resto iban recubiertas de revoco», sentencia Maíllo.
Esta idea también la comparte Ángel de Prado, gerente de Asam (Asociación Salmantina de Agricultura de Montaña)que se puso en contacto con el pintor para llevar a cabo algún tipo de iniciativa que permitiera recuperar la tradición de los esgrafiados serranos.
Taller de esgrafiados
Con la unión de las ideas de ambos se ha impulsado un taller de esgrafiados que se impartirá mañana en la localidad de Mogarraz y que está dirigido a profesionales del mundo de la construcción.
«Parece que había una corriente de albañiles interesados en aprender esta técnica que, por otra parte, podría suponer una ayuda al mantenimiento del empleo en la zona gracias para el mantenimiento de la arquitectura popular y la restauración de fachadas», señalaba Ángel de Prado quien apuesta por dar todos los pasos que sean necesarios para «recuperar la tradición de cómo eran las casas de la Sierra de Francia, que tenían unas características diferenciadoras y que no eran como las dejan ahora, con las tramoneras a la vista».
El esgrafiado, según ha podido descubrir Florencio Maíllo, es una técnica que tiene sus orígenes ya en la antigüedad. «Lo usaban en Mesopotamia y también los egipcios y fue gracias a los griegos y los romanos cuando vivió su mayor expansión». En la Sierra, explica Maíllo, «hasta los años 50 se hacían los revocos con cal, pero con la aparición del cemento todo desapareció, se eliminaron los barros y arcillas ricas en tonos cromáticos con los que se hacían los esgrafiados».
Precisamente para revertir este proceso, además del punto de vista laboral que destacaba Ángel de Prado, se desarrollará el taller de mañana, con la esperanza de que, un mayor conocimiento de esta técnica, su significado y su importancia en la vida, la cultura y la tradición serranas, haga que los esgrafiados entren en una situación de auge y vuelvan a adornar, de manera mucho más habitual que en la actualidad, las casas y edificios de los municipios de la Sierra de Francia.
Y es que, tal y como señala Florencio Maíllo, «los esgrafiados forman parte de la idiosincrasia serrana, ya que tienen mucho color, el cual es un elemento muy vinculado con las formas de vida de la gente de la Sierra» añadiendo que «me preocupa la pérdida de este color, de esta identidad, porque el serrano es un tipo alegre y eso siempre se ha visto reflejado en sus fiestas, en sus trajes y también en sus casas».
Una alegría que no solo no están dispuestos a dejar que se pierda, sino al contrario, están sentando las bases para que estas fachadas con sabor a historia y tradición serrana sigan siendo testigos mudos del paso de los años y de las gentes en este mágico rincón situado al sur de nuestra provincia.
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