Amancio Prada, en uno de los primeros temas del recital ‘La voz descalza’, que ofreció ayer en Salamanca.

Amancio Prada se descalza ante San Juan y Santa Teresa

El cantautor dialoga con los poetas en Salamanca a través de un repertorio de diez canciones lleno de sentimiento

Luis Miguel de Pablos

Martes, 9 de junio 2015, 12:40

Dice Amancio Prada que él no aprende de los poetas a los que canta hasta una vez cantados. Antes, no los persigue ni estudia. Deja que le sorprendan en el escenario. Y ellos, se sincera, le pillan descalzo. Desnudo. «Reconozco que lo poco que sé de los poetas a los que canto lo he aprendido después. Mi aproximación a la poesía ha sido siempre descalzo, para terminar frente al pentagrama y escribir las canciones», explicó ayer.

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Amancio Prada (Ponferrada, 1949) se reunió ayer en Salamanca con San Juan de la Cruz, su poeta de cabecera, en un diálogo al que incorpora a Santa Teresa de Jesús en lo que él mismo ha venido en llamar «las dos llamas de amor viva». El recital La voz descalza emprenderá en su momento una gira internacional pero antes visita las ciudades teresianas, un hecho que el propio Prada no considera trascendental. «No importa dónde nacen los poetas, la palabra está siempre saltando del calendario de su tiempo porque su patria verdadera es donde resuenan sus versos», señaló ayer.

El concierto, que arrancó con el encendido de dos grandes velas en el escenario colocadas junto al cantautor, permitió al público recuperar la conocida canción Vivo sin vivir en mí, a la que se unieron otras inspiradas en poemas de la mística abulense, como Nada te turbe, Oh hermosura que excedéis, Ya toda me entregué y di, Ayes del destierro, Si el padecer con amor, Vuestra soy, para vos nací, Buena ventura, Soberano esposo mío y Oh dichosa la zagala, que se intercalaron con otras concebidas con letras de poemas de San Juan de la Cruz.

El repertorio que acompaña al compositor leonés no le ocupó mucho tiempo pese a lo que se pueda pensar. En diez días compuso nueve canciones, algunas breves y otras más largas de lo habitual, y a ese proceso le unió una más para redondear un programa que ayer resonó con fuerza entre las paredes del Teatro Juan del Enzina. Diez canciones que se fueron entrelazando como si de un diálogo se tratara entre San Juan y Teresa, bajo un guion elaborado por el también leonés Juan Carlos Mestre y sobre un espacio escénico trabajado por Marco Herreros. Un diálogo en el que las canciones de Santa Teresa guían a las del santo y viceversa, «como si dos velas de cera se juntasen tan en extremo que toda la luz fuese una», reconoció.

Indecisión inicial

Se trata La voz descalza de un proyecto que en un principio no le entró por el ojo a Amancio Prada, y al que solo la insistencia de terceras personas le llevaron a afrontar. Fue entonces cuando decidió revisar algunos textos de la monja para ahondar en poemas que desconocía.

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«Mi relación con San Juan viene de lejos, pero de Santa Teresa solo había hecho una canción en 1981 a petición de un director francés que me pidió que le pusiera música a Vivo sin vivir en mí, sin duda el poema paradigma de la unión de los dos santos, y en el que se funden ambos en el recital. «Fue entonces cuando una especie de lluvia cayó sobre mí en forma de melodías para dialogar con el poeta máximo que en mi opinión es San Juan de la Cruz», apuntó ayer Prada.

El cantautor tuvo su primer contacto con San Juan de la Cruz al leer Cántico Espiritual, cuando vivía en una buhardilla de París, y desde entonces siempre le ha acompañado en sus recitales, tal y como recordó ayer en su visita a Salamanca, a la que calificó como la Atenas española. «¡Cómo es posible que en un momento de nuestra historia se haya podido levantar tanta belleza, y que perdure!», exclamó.

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