FRANCISCO GÓMEZ
Miércoles, 8 de abril 2015, 12:08
Si un momento iconográfico ha centrado de manera especialmente original los últimos años de trabajo de Venancio Blanco, ha sido sin duda ese complejo proceso de transición de la muerte a la vida, la Resurrección. En las Edades del Hombre de Salamanca, el ábside mayor de la Catedral Vieja servía como gran escenario para descubrir el ahora ya célebre yacente de madera, en el que ahondaba por primera vez en esa idea del soplo de la resurrección. 22 años después, con motivo de otras Edades, las de Ávila y Alba de Tormes, Venancio Blanco sorprende de nuevo con una obra que continúa esa senda: Cristo vuelve al Padre. Se trata del fruto de ocho años de intenso trabajo, «algunos más que de labor con el material, solo de reflexión y de oración», explica el propio autor, que presenta por primera vez este trabajo escultórico de grandes dimensiones, realizado en bronce, en el que «Jesús se incorpora después de haber sido crucificado y se dispone a volver a Dios, que le agradece de esta forma su entrega por los hombres».
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Mirada de paz, pecho hinchado al que vuelve el soplo de la vida. Es el gran momento escultórico de una exposición singular, Escultura religiosa. Venancio Blanco, con la que se establece en la iglesia de San Juan de Alba de Tormes un itinerario que coincide en el tiempo y casi en el espacio con el desarrollo de Las Edades del Hombre en la basílica de Santa Teresa de Jesús. Una muestra que la consejera de Cultura, Alicia García, consideró por este motivo como «un aliciente más para visitar este conjunto histórico de Alba de Tormes en este momento especial del V Centenario de Santa Teresa de Jesús».
En este sentido, Alicia García subrayó que la exposición es, además, «el reflejo de la buena sintonía y trabajo en colaboración de muchas entidades e instituciones» a la hora de elaborar la programación cultural de los cinco siglos de la Santa, ya que se cuenta con el apoyo de administraciones, entidades privadas y personas como Venancio Blanco, que permiten que «2015 sea un verdadero año teresiano en la tierra de la Santa, en Castilla y León».
De hecho, una de las acciones previas al centenario fue la restauración de la propia iglesia de San Juan, ahora sede de esta muestra, donde se han invertido más de 275.000 euros en distintas obras de mejora de las cubiertas y la torre del campanario.
Iglesia románico-mudéjar que ahora sirve de punto de encuentro entre algunas de las interesantes obras que alberga habitualmente y las piezas escultóricas surgidas del trabajo de Venancio Blanco a lo largo de las últimas décadas. «Si algo me interesa de esto especialmente es que es un diálogo», explicó el escultor, que también subrayó su pasión por las obras de temática espiritual. «He volcado en la escultura religiosa la ilusión que me va quedando y esa ilusión creo que es lo que me ha permitido seguir vivo», afirmó. Vida para dar sentido a un diálogo entre siglos, corrientes y tendencias. Porque el particular informalismo de Venancio encuentra réplica en piezas emblemáticas del templo. Conversación evidente entre su Sagrada Cena y el famoso Apostolado de Alba, conjunto románico del siglo XII que aunque procedente de una fachada ya desaparecida, en la villa siempre se ha expuesto en forma de cenáculo.
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También dialogan la Piedad de Venancio, en la que el cuerpo de Jesús parece flotar en el vacío, escapando de la tierra, y la venerada Virgen de las Angustias (siglo XV), conjunto en el que es la madre con su gesto de dolor la que sostiene al cuerpo del hijo muerto, o el Calvario policromado del siglo XIII con el moderno Calvario en bronce de Venancio, una de las obras de más rotunda monumentalidad de la exposición.
Así un largo etcétera de composiciones que se acercan y se alejan de lo figurativo siguiendo los caprichos de la inspiración, pero siempre con un hilo conductor «creo que mi obra no podría ya entenderse sin las piezas religiosas», insiste Venancio.
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Por eso, tampoco faltan algunos de sus famosos iconos, como su reconocible interpretación de Francisco de Asís (que recoge uno de los grandes hallazgos escultóricos del autor salmantino, la hilada de pájaros en el regazo del santo), San Juan de la Cruz, San Sebastián o sus ángeles alados. Catorce obras en total, en una exposición que subraya el carácter de Alba de epicentro, junto con Ávila, de este año teresiano.
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