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El chileno Juan Cameron repasa unos libros en su despacho.
«Debemos defender el lenguaje incluso del intento de eliminar la tilde en aún y sólo»

«Debemos defender el lenguaje incluso del intento de eliminar la tilde en aún y sólo»

El chileno subraya que la posibilidad de volver a Salamanca le animó a responder a la convocatoria

Luis Miguel de Pablos

Lunes, 2 de febrero 2015, 12:25

En abril visitará de nuevo Salamanca, esta vez como voz protagonista y destacada gracias al Premio de Poesía Pilar Fernández Labrador conquistado por su poemario Fragmentos de un cuaderno con vista al mar.

Cameron (Valparaíso, 1947) nos habla de su obra, de su trayectoria, y también de sus vicisitudes antes y después de abandonar su tierra natal, Chile.

¿Qué supone ganar un premio al que accedían nada menos que 371 trabajos de medio mundo?

Lo que más me sorprendió fue el eco que produjo en mi país esta noticia. No es el primer galardón que obtengo más allá de las fronteras. Acabo de ganar uno en Ecuador, y todos estos logros han pasado desapercibidos. Éste, en cambio, fue una explosión noticiosa. Hasta el canal CNN Chile, que no suelo ver, señalaba en sus tiras noticiosas a pie de imagen esta noticia. Como si se tratara del Nobel. Tal vez la mención de Salamanca inspira, por historia y carga cultural, mucho respeto en el idioma. De hecho, la posibilidad de volver a Salamanca me llevó sin duda a concursar.

¿Qué le inspira Salamanca?

Estuve en Salamanca en el décimoprimer Encuentro de Poetas Iberoamericanos, año 2008, aquel dedicado a Nancy Morejón. Tres años después volví con mi mujer como espectador, en ocasión de mi viaje a Suecia en busca de mi jubilación. Y su nombre va a ligado a tanto y tanto en la literatura, desde mi amigo el Lazarillo, que hasta algún poema he trazado por ahí.

¿Cómo define su verso en general y su trabajo en Fragmentos de un cuaderno con vista al mar en particular?

En mi poesía, al menos lo intento, el protagonista es el lenguaje. Su contenido puede resultar autobiográfico o reunir todos los temas ya conocidos en el oficio; pero es la forma el objetivo central de esta escritura. En Fragmentos hay una cierta nostalgia, sin duda alguna, en el observar desde mi ventana la bahía y ese pasar del mundo. Y del tiempo también, que me ha llevado a recorrer las tierras de mis antepasados celtas en busca de esas escondidas raíces. La construcción de ese libro, en tres cuadernillos, buscaba además un equilibrio numérico que diera razón a este registro. Por cierto se trata de fragmentos, apuntes, observaciones; pero que reunidos necesariamente deben formar un todo. Es un trabajo aparentemente simple, pequeño, que me ha llevado al menos tres años armarlo.

¿Cree que la poesía está más en auge que nunca por la crisis ética que vivimos en la actualidad?

Se trata más bien de un deber ser. Es obligación del arte, de cada oficio, mantener su lenguaje en resguardo y cuidado mientras la tormenta de la tontería humana sacuda sus basamentos, la gramática. Es un tarea similar, y lo digo con absoluto pudor y casi vergüenza, a la de los monjes durante la más obscura Edad Media. Debemos defenderlo, incluso a espada, de toda invasión, incluso del incomprensible intento por eliminar las tildes en aún y sólo, cuando así corresponde; cuestión que en América por cierto no aceptamos.

¿Hay diferencia para un poeta y para el resultado de su obra escribir en su tierra natal, en su caso Chile, o hacerlo desde Argentina, Suecia o España?

Estimo que no. Pero tampoco esta afirmación es absoluta. El escribir desde un país con una vibración distinta en el habla supone, primero, sintonizarse con el medio. Y tratándose directamente de otro idioma, aún cuando escribamos en nuestro castellano aragonés, es preciso conocer el medio, entender las miradas, leer -aunque sea deletreando- el clima y el transcurrir cotidiano. No es fácil recomenzar a escribir en tierra extraña.

¿En qué medida escribir le ayudó a escapar de las realidades vividas en el ámbito personal?

Pues se me ocurre verlo a la inversa. El escribir, parece, es asumir una vez más el entorno y el individuo sostenido por éste. El revisitar esos lugares de la memoria me ha ayudado a escapar, sin duda alguna, de los efectos no siempre buenos producidos por la experiencia.

¿Qué Chile se encontró a su vuelta cuando ganó el Premio de Literatura Valparaíso?

Mi regreso a Chile, en 1996, me produjo extrañeza. Encontré un país empobrecido, dividido, con dos lenguajes muy distintos. Y para qué hablar si ya lo sabemos- de aquella solidaridad aplastada por la competición; o del humanismo por el individualismo. Ese país que conocí ya no existe. No es grato hablar de ello.

Todo este movimiento que estamos viviendo y se está generando en distintos rincones del planeta a raíz de la crisis, ¿le servirá de algo a la raza humana, es una transición a algún sitio o simplemente un puente o paréntesis para regresar al mismo punto en el que estábamos?

No existe ninguna crisis generada por el azar. Sabemos, y no queremos indicarlos, qué poderes dirigen nuestros pasos. De regreso a la Edad Media del lenguaje estamos tristemente a la espera de un nuevo Renacimiento. Ojalá los poetas tuviéramos algo que ver en este proceso.

Después de veinticinco poemarios, ¿cuáles son sus próximos proyectos, su próximo trabajo, su próximo verso,...?

Acabo de publicar un libro de crónicas, una supuesta historia personal de la literatura en mi ciudad, y pienso comenzar un par de recopilaciones más. Durante mi estancia en Suecia escribí más de un millar de notas en un semanario en castellano en el que trabajaba. Ahora las reúno por temas. También la Universidad de Valparaíso editará este año mi Poesía Reunida; y algo más, seguramente, aparecerá en el horizonte gracias a este fantástico premio. Espero concurrir a los premios. Junto esfuerzos y voluntades para lograrlo.

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