María Carpio, una salmantina que convive con los maasai
La fundadora de la ONG Carpio Pérez dejó su trabajo en el mundo financiero en Londres para crear su proyecto en Tanzania
Silvia G. Rojo
Lunes, 10 de noviembre 2014, 12:38
La de María Carpio es una de esas historias que no dejan indiferentes a nadie. Con una vida que podría considerarse como exitosa en Londres, tal y como se entienden los patrones actuales, decidió dejar el trabajo que desarrollaba desde hace años en el mundo financiero y dar un giro para centrarse en el mundo de la cooperación. Ella misma explica que «cuando decidí meterme en este mundo tuve muchas dudas de con qué organización irme ya que si dejaba mi vida, tenía que ser por algo en lo que creyera de corazón y ese fue el motivo principal de crear mi propia organización no gubernamental de desarrollo, creer de corazón en lo que iba a estar haciendo siempre y ofrecer una transparencia del 100%, eso solo podría ofrecerlo estando yo al mando».
Esta salmantina no encuentra un momento para el aburrimiento, «mi día a día nunca suele ser igual», comenta, «hay días en los que me paso horas delante del ordenador trabajando en algún proyecto, mandado e-mails o actualizando la página de Facebook y luego están los días en los que estoy en las aldeas». El trabajo de María Carpio se desarrolla con la tribu maasai, principalmente con viudas y los hijos de éstas y según explica no siempre puede estar en las aldeas pues «tristemente solo somos dos personas para hacerlo todo y no daríamos a basto; luego hay días que hay alguna emergencia y hay que salir corriendo, hacia un lado o hacia otro»
Los proyectos de la Fundación Carpio Pérez, que es como se llama su ONG, se llevan a cabo en esta parte tan concreta de Tanzania y se materializan en un proyecto educativo donde ofrecen educación gratuita de guardería y pre-primaria de calidad a niños maasai, en su mayoría hijos de viudas sin recursos o de familias muy pobres. «Nuestro gran sueño es conseguir fondos para poder ofrecer el ciclo de primaria y poder continuar esa educación de calidad que sí cambiaría la vida de estos niños y de sus familias», explica María Carpio. Además, ofrecen formación sanitaria a las viudas y mujeres de las aldeas en la que trabajan.
Una tercera parte del trabajo, engloba las actividades generadoras de ingresos para las viudas maasai y que se dividen en la compra y entrega de cabras y burros a las mujeres para permitirles un nuevo comienzo si se tiene en cuenta que es un acceso a una fuente de ingresos.
La otra actividad generadora de ingresos son los artículos hechos con abalorios tradicionales que se venden online a través de su página www.fundacioncarpioperez.org, de Facebook, de amigos y en breve, a través de la e-tienda www.lamasaiblanca.com. El 75% de los ingresos de la venta de esos artículos se entregan a las artesanas y el 25% restante se utiliza para la compra de los materiales.
Por último, acaban de empezar formación legal en las aldeas con seminarios mensuales para ayudar a que los maasai, en su mayoría analfabetos, conozcan sus derechos y puedan luchar por ellos.
Cómo es lógico, para ejecutar todos estos proyectos hacen falta recursos económicos que llegan, principalmente, a través de fondos de la propia ONG, y de las cuotas de los socios que colaboran con una mensualidad y donaciones puntuales de amigos. María Carpio lamenta que «las muchas promesas, aplausos y palmaditas en la espalda» luego no se traduzcan en ayuda aunque reconoce que «somos afortunados porque contamos con un grupo maravilloso de amigas del colegio de las Jesuitinas que se han volcado en ayudarnos en vender abalorios, organizar eventos y sobre todo hablar de nosotros, cuento con el apoyo incondicional de mi familia por supuesto y de alguna amiga que en sus propio negocio ayuda a vender todo lo que puede». Y es que la ayuda puede ser de muchas maneras, «evidentemente necesitamos apoyo económico para poder continuar; el día al día conlleva unos gastos tremendos y es para eso precisamente para lo que no tenemos casi dinero».
Por eso, su petición es que las personas se hagan socias aportando lo que puedan u organizando algún evento «como hemos hecho con el grupo de teatro Bambalinas el pasado mes de septiembre, eventos deportivos gracias a 1kmsonrisa.org, y si Dios quiere en diciembre en Salamanca organizaremos un concierto de música clásica» .
María Carpio asegura que «jamás» podría volver a su vida de antes, «después de lo que he visto y vivido si lo hiciera, no tendría corazón, no sería persona y no habría aprendido nada». Y es que, a lo largo de este tiempo, asegura que ha aprendido que «el ser humano es egoísta de naturaleza, mucho más de lo que yo creía; he aprendido que muy poquitas personas dan algo a cambio de nada aunque se crean que sí lo hacen; que la solidaridad es muy relativa y muy interesada en muchos casos; que la justicia brilla por su ausencia. He aprendido a vivir con la frustración y la impotencia de la pobreza, a ser más dura, a que me engañen menos». Y aunque dice que «no hay solución para los problemas graves del mundo porque nadie está dispuesto a renunciar a nada». En el lado positivo asegura que «he aprendido a conocer culturas que nos dan mil vueltas, que se puede vivir con muy poquito, he aprendido a ser feliz, que hay gente maravillosa que no pide nada a cambio, he aprendido a valorar más las oportunidades que la vida me ha ido dando, he aprendido a querer de una manera sobrenatural».
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