La artesanía y la tecnología no están reñidas a la hora de elaborar gaitas

Llegar a la jubilación a algunas personas las sume en una profunda tristeza por no saber qué hacer a diario, pero en cambio a otras les da fuerzas para iniciar nuevos proyectos en su vida, nuevos hobbies «que estaban dormidos con ganas de salir». Y esto es precisamente lo que le ha ocurrido a Nicasio Sánchez Cerezo, de Herguijuela de la Sierra, que tras jubilarse ha iniciado un hobby de lo más creativo e ilusionante: la realización de gaitas.

Este hombre, técnico de mantenimiento hasta su jubilación, vive en Aranda de Duero pero viaja a menudo a Herguijuela de la Sierra, municipio donde este año ha mostrado a todos los vecinos su nuevo quehacer desde «hace año y medio», que es cuando comenzó «esta aventura. Era un sueño de niñez, cuando con cinco o seis años escuché el baile una tarde de domingo, fue como una premonición», dice este artesano tardía que recuerda que «quería hacer gaitas, ser tamborilero». Una labor y un oficio que tenía y tiene bien cerca pues su padre hacía y tocaba las castañuelas y ahora tiene un sobrino que es tamborilero, Javier Montes.

La elaboración de gaitas la realiza de forma totalmente artesanal y de forma «bastante creativa», lo que persigue es «que suenen bien», explica, a la vez que señala que «es una aventura maravillosa» que le impulsa a buscar «la pureza de la música de forma artesanal». Después, llega el momento de descubrir lo que ofrece de estética y de posibilidades cada una de las gaitas.

Nicanor Sánchez Cerezo ha elaborado hasta el momento en torno a 40 gaitas, realizando «el trabajo más intenso en los meses de invierno». Se trata de instrumentos que en algunos casos ha regalado, «mis hijos, por ejemplo, tienen dos cada uno» y en otros, los guarda para hacer una colección de gaitas, ya que hay que tener en cuenta que «ninguna es igual. No he hecho ninguna serie, he buscado maderas diferentes y cosas diferentes en cada una de ellas».

Así, es fácil encontrar entre su colección gaitas de olivo, fresno, encina, haya, ébano, palo rojo de Brasil... Todas son diferentes a la vista, pero también su sonido lo es, aunque como asegura Nicanor Sánchez es difícil señalar qué madera suena mejor. «La madera no determina el sonido; la buena madera ayuda, colabora, pero no lo determina; al menos, es lo que yo voy descubriendo. Y todavía, después de lo que he hecho, no sé nada», asegura este artesano serrano, el cual no está reñido con la tecnología.

En ese sentido, manifiesta que quiere hacer un cambio tecnológico, pues considera que «la tecnología es algo que beneficia y ayuda a mejorar la fabricación», ya que ofrece la posibilidad de obtener elementos con precisión, y pone como ejemplo la «lengüeta de la gaita; hecha con precisión es una mejora importante en la terminación». Y es que, como recalca, «una lengüeta hecha en una máquina de alta tecnología sin abandonar la manualidad en el resto de elementos ayuda a mejorar la calidad» del instrumento.

Por ello, él continúa apostando por la artesanía pero con la vista puesta en la tecnología; ya que hoy día no hay paciencia para hacerlo todo a mano. Y pone como ejemplo el número de horas que se tarda en elaborar una gaita de forma totalmente artesana, lo que significa unas 40 horas de trabajo, mientras que utilizando tecnología puntera podrían ser unas cuatro o seis horas.

Por el momento, Nicasio Sánchez utiliza herramientas manuales pero también el taladro y el torno para labrar la madera y seguir creando gaitas, que para él no es más que «una aventura maravillosa, apasionante, creativa y con mucha satisfacción; por lo que si tengo salud seguiré con ella», a la vez que ya están pensando en extender su labor «al campo de las castañuelas y a buscar maderas nuevas con el fin de, en una palabra, innovar», concluye.