El Cristo de la Agonía durante su paso por la plaza de la Constitución.

Peñaranda recibe al Cristo de la Agonía en el día de su festividad

Elisabeth Ronco y Susana Redondo son las nuevas mayordomas de esta imagen, conocida popularmente como el Cristo de San Luis

Cecilia Hernández

Lunes, 15 de septiembre 2014, 13:10

Como cada año con ocasión de la festividad de la Exaltación de la Santa Cruz, el Santísimo Cristo de la Agonía, o Cristo de San Luis, de Peñaranda de Bracamonte, celebra el día grande de su mayordomía. Elisabeth Ronco y Susana Redondo portaron las varas que las definen como mayordomas para los próximos doce meses, a lo largo de una procesión que comenzó cerca del mediodía en la pequeña ermita del Cristo tras la celebración eucarística a cargo del párroco Demetrio Franco.

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La procesión transcurrió sin novedad por las calles del centro de Peñaranda, aunque hubo de desviarse algo de su recorrido habitual ya que la calle Gómez de Liaño continúa cerrada al tráfico por las obras del edificio de la plaza de la Constitución. Tras ese pequeño retraso, la marcha procesional accedió al ágora, desde donde enfiló la calle Ricardo Soriano en camino de regreso a la ermita. La dulzaina Alborada acompañó con su música todo el recorrido, en el que no faltaron representantes de las cofradías y hermandades peñarandinas ni integrantes de la Corporación municipal.

El Santo Cristo de la Agonía es considerado una de las joyas de la imaginería peñarandina. Se cree que procede de los siglos XV-XVI, y aunque se desconoce donde fue realizado, su estilo claramente pertenece al hispano-flamenco que dominaba el norte de Europa en aquella época. En Semana Santa suele desfilar acompañado de dos tallas que representan a los dos ladrones, obra de Esteban de Rueda, autor también del desaparecido retablo de la iglesia parroquial de San Miguel Arcángel. Durante el tiempo que Esteban de Rueda permaneció en Peñaranda construyendo ese retablo, entre los años 1620 y 1623, recibió otros encargos, como el de la creación de un conjunto escultórico de tamaño casi natural para las celebraciones del Viernes Santo, el sermón de las siete palabras y el descendimiento de Cristo.

De todas las tallas que Esteban de Rueda talló durante aquellos años, sólo se conservan estos dos ladrones, el Cristo atado a la columna y un San Francisco. El tiempo y las desgracias como el incendio que devastó la parroquia en 1971, acabaron con el resto de la producción de este escultor en Peñaranda. De hecho, las tallas de los dos ladrones permanecieron a lo largo de varias décadas arrinconadas bajo el coro de la iglesia, perdiendo por ese motivo la policromía con la que De Rueda las decoró.

Hay que señalar que Esteban de Rueda pertenecía al taller de Sebastián Ducete, en Toro, Zamora, pero que la muerte del que fuera su maestro le dio mayor libertad para entrar de lleno en el estilo Barroco, que quedó inaugurado de este modo en Castilla, como así se observa en las tallas de los ladrones, llenas de expresividad y movimiento.

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