Artistas y asistentes a la visita guiada.

Nuevas obras de arte efímero en El Collao de Herguijuela de la Sierra

Los artistas muestran sus obras del ‘land-art’ durante el vigésimoprimer Encuentro de OMA

MARÍA JESÚS GUTIÉRREZ / WORD

Lunes, 1 de septiembre 2014, 12:32

El Collao de Herguijuela de la Sierra ya cuenta con nuevas obras de arte efímeras, obras que puede que duren un día, una semana o varios meses, pero que son creadas sabiendo que el tiempo las transformará e incluso, en algunos casos, las destruirá.

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Así ocurre cada año durante la última semana del mes de agosto, cuando un nutrido grupo de artistas especialistas en land-art se dan cita en este municipio serrano durante el Encuentro de OMA (Arte y Otros Medios), un encuentro que este año ha cumplido su vigésimo primera edición y que ha contado con artistas habituales pero también con otros que se han vuelto a reencontrar con El Collao, después de varias ediciones sin participar en esta iniciativa. Junto a ellos, jóvenes promesas, los hijos de los artistas que parecen haber mamado desde bien pequeños el arte de sus progenitores. Todos ellos mostraron ayer, durante una visita guiada, las obras creadas durante los últimos días en El Collao.

Una visita que se inició con unas explicaciones previas de Juanvi Sánchez, quien informó que el encuentro de OMA «es tiempo de trabajo personal y de compartir experiencias; tiempo de generar proyectos» y adelantó que uno de esos proyectos será una exposición que se desarrollará en junio en la Diputación. Asimismo, explicó que en los encuentros de OMA cada vez tienen más protagonismo los niños, de ahí el taller El poder de las palabras realizado con ellos, que ha dado como fruto una de las intervenciones de El Collao, que fue explicada por Manu Pérez de Arrilucea. Junto a dicha pieza, que se podía ver en el tronco de un árbol donde se habían colocado letras realizadas con barro, han sido varias las obras creadas por niños, como el mosaico que hay en la entrada de la finca que realizaron junto a Juana Cerezo, una vecina de Herguijuela de la Sierra.

Además, Henar Sánchez y Adriana Juárez habían realizado con piedras y palos una escultura que se movía. Por su parte, Jorge Sánchez, de 8 años, creo diferentes piezas, entre ellas una que tenía como elementos un tronco cortado, una pieza de hierro y un libro de aventuras, que él mismo había tallado con la corteza de un pino.

Junto a la nueva savia, los mayores explicaron sus intervenciones. Miguel Poza creo Haicu, una pieza en la que las sombras tienen un papel fundamental y requiere observación y tiempo para ver cómo cambia.

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Manu Pérez de Arrilucea mostró su Encuentro entre dos elementos: un tronco seco y una cabeza roja de maniquí de una peluca. «Los encuentros muchas veces funcionan bien», señaló, y el de ambas cosas así lo demostraban.

Juárez, por su parte, de forma irónica y humorista, explicó el porqué y el sentido de su High voltage flowers (flores de alto voltaje) -flores de plástico situadas en el interior de una torreta de la luz-, una pieza que «abre un mundo de infinitas posibilidades», sobre todo de cara a la exposición del próximo año, como aseguró.

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Ramón Martín, que el año pasado participó con un vídeo que envió desde Inglaterra, realizó una intervención entorno a la que había hecho hace dos años en El Collao, que lleva por título Caminos hacia la mar, «caminos que sabiendo de dónde salen no sabemos hacia dónde van a llegar ni cómo van a cambiar», algo que representó con unas líneas de color rojo -«color potente, de la sangre y también del amor», según manifestó- que salen de un forma circular, que el artista relación con «la rueda de la fortuna».

300 puntos rojos fue la propuesta de Juanvi Sánchez. «300 puntos de atención» que se repartían por el suelo, troncos, hojas... y con los que el artista invita «a mirar detenidamente, a adivinar dónde están y también a priorizar».

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El corazón -relacionado con el sufrimiento, con el homenaje a las madres, con el dolor de vidas sesgadas- fue el elemento que Juanjo Martín utilizó y pintó en varios troncos cortados, «diversos corazones violentados con puntas» en una serie lineal que dan como resultado Tripalium.

Pase sin llamar es la propuesta de este año de Fernando Méndez, una puerta -que para otros un somier- que se integra con la naturaleza y que permite pasar a través de ella. «Con sólo un dintel limitas el espacio y olvidas lo que hay detrás», explicó el artista.

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La última intervención visitada, que fue la que llamó más la atención de los asistentes y quizás la más efímera de todas -como lo es también el título al que responde- fue Memoria histórica (una docena de cuerpos muertos con posturas que muestran el dolor en un camino realizados con restos de la naturaleza que recordaban un hecho histórico, cuando cerca de allí mataron al maestro de Colmenar), creada por Carlos Beltrán, que este año volvía de forma llamativa a los encuentros de OMA.

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