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Francisco Jesús Martín Delgado, en su terraza junto a algunos de sus prebonsais.
Un pequeño bosque de prebonsáis

Un pequeño bosque de prebonsáis

Los aficionados salmantinos paran en julio y agosto para que los árboles crezcan. Alrededor de 30 personas se reunirán de nuevo a partir de septiembre con el fin de incrementar sus bosques de pequeños ejemplares

Jorge Holguera Illera

Lunes, 4 de agosto 2014, 12:30

Un prebonsái es lo que Francisco Jesús Martín Delgado describe como «un árbol que va en camino de convertirse en un bonsái, pero que no lo es, tiene buen tronco, buen nevari, buen movimiento y está bien estructurado».

Ahora, los prebonsais de este aficionado al mundo de los árboles en miniatura, descansan, crecen y se desarrollan rápidamente para volver a ser intervenidos por su propietario a partir de septiembre.

Francisco Jesús Martín Delgado es el secretario de la Asociación Salmantina de Bonsáis. Pertenece a la misma desde hace tres años. Es aficionado a este mundo desde hace más de cinco años, aunque reconoce que entró en el mundo de los bonsáis hace años, cuando su madre le dejó un bonsái de olivo que le regalaron a ella. El se encargó de su cuidado y lo dejó morir. Pocos años después se empeñó en crear un bonsái de olivo para reparar aquella deuda que tenía con su madre. A partir de ese momento se hizo aficionado.

En su terraza casi no hay sitio para sentarse porque está repleta de plantas y arbolitos, sobre todo los que el denomina prebonsáis. Aunque para los no expertos bien podrían pasar por buenos bonsáis.

Este salmantino explica que su pertenencia a la Asociación Salmantina de Bonsáis es lo que le ayuda a aprender a hacer buenos bonsáis. Primero se empapó de literatura al respecto y de tutoriales en internet pero lo realmente efectivo fueron las lecciones recibidas como socio de esta entidad.

Treinta socios

La Asociación Salmantina de Bonsáis esta formada por cerca de una treintena de personas de todas las edades. Las dinámicas de la misma se desarrollan desde septiembre hasta junio. Durante los meses de julio y agosto se para por dos circunstancias. Una por ser los típicos meses de vacaciones. La segunda por ser el momento de mayor desarrollo de los árboles, entonces se les deja crecer para que a partir de septiembre se puedan ejecutar las labores propias para dar forma estas especies de plantas privilegiadas.

En lo que respecta a la organización de las dinámicas formativas que desarrolla esta asociación se establecen en tres niveles. El primero de ellos es una clase invitación a los nuevos socios, que pretende introducirlos en el mundo del bonsái de la manera adecuada. Primero los socios más avezados les ofrecen un clase sobre estilos, para darles a conocer estas pautas a respetar por todo buen aficionado al mundo del bonsái. Esta clase inicial también trata de instruir en los cuidados a propiciados de los árboles, es decir, las labores de mantenimiento necesarias para que no se estropeen. La tercera dinámica de los primeros pasos es la del alambrado.

La técnica del alambrado, «es una de las más nuevas en este mundo, tiene unos 40 años de antigüedad», aclara Martín Delgado. Esta permite avanzar más rápidamente en la creación de la forma esperada. «Antes se hacía mediante cortes y había que esperar muchos años más», aclara.

La segunda forma de aprender que ofrece esta asociación, es la más completa y se produce con carácter mensual, en concreto los primeros y terceros martes de cada mes. Cada socio lleva un árbol. En estas reuniones unos se aportan puntos de vista a otros. Los más avanzados siempre tienen algo que enseñar a los más novatos.

En su versión más especializada, las clases más importantes suelen ser las que reciben de Marco Invernizzi. Este es un profesor italiano que cuenta con el privilegio de ser una de las primeras personas europeas en recibir de primera mano las técnicas japonesas con Masaiko Kimura. Estas lecciones suelen atraer personas procedentes de otras provincias.

Una vez que se cuentan con estos apoyos, el tiempo no es inconveniente para personas como Francisco Jesús Martín Delgado, que se considera amante de esta afición. Para ellos las horas se pasan volando mientras realizan las podas, alambrados u otras serie de labores. El fin es conseguir un resultado lo más natural posible, e imitar las formas que se pueden encontrar en la naturaleza. Si bien, parece ser que los bonsáis se confunden entre ser originarios de China y Japón, Jesús Martín considera que estos últimos fueron quienes reformaron la técnica para darle consistencia a través las categorías que crearon.

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