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f. Gómez
Domingo, 27 de julio 2014, 12:29
La mayor parte de los datos con los que trabajan en estos momentos el equipo de investigadores de Francisco Sierro y Abel Flores proceden de la Expedición 339, en la que un grupo de científicos de élite permaneció dos meses a bordo del barco americano Joides Resolution, dotado con uno de los laboratorios móviles de ciencias de la tierra más avanzado del mundo, trabajando en el Golfo de Cádiz.
El objetivo de estas labores era comprender el papel del Estrecho de Gibraltar en la comunicación entre el Mediterráneo y el océano Atlántico, primero como una barrera y posteriormente como una puerta de entrada.
Francisco Sierro señala que la investigación ha permitido conocer esta relación a lo largo de 6 millones de años, lo que ha sido un éxito sin precedentes y además «ponderar el papel de del flujo profundo del Mediterráneo en el Atlántico». Esta agua mediterránea profunda «aporta calor y una enorme salinidad al Atlántico, lo que lleva ese calentamiento hacia el mar de Noruega y Groenlandia», en un fenómeno que solo se produce de manera significativa desde hace 2,5 millones de años, explica Sierro.
Los resultados además han permitido obtener datos sobre la existencia de hidrocarburos y gas en esa zona, objeto de otro de los programas de investigación que lidera Francisco Sierro desde la Universidad de Salamanca con el apoyo de distintas empresas energéticas.
Es la cosecha que se está llevando a cabo de una intensa campaña de trabajo en el Joides. Abel Flores recuerda que «éramos 34 científicos trabajando dos meses en dos turnos, sin parar».
El geólogo destaca que «así disfrutamos nuestras vacaciones de Navidad, pero allí no había tiempo, si viene Santa Claus y estás analizando tus muestras, lo ves de lejos, lo saludas y sigues a lo tuyo».
El Joides Resolution tiene capacidad para recuperar ocho kilómetros de columnas de sedimento bajo el agua.
Esos sustratos son analizados primeramente a bordo del barco por los miembros de la expedición, que generan unos primeros datos preliminares que posteriormente son tratados en los distintos laboratorios de procedencia y permiten comenzar a llevar a cabo publicaciones de tanto impacto como la que tenía lugar recientemente en la revista Science.
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