Misioneros salmantinos por el mundo
Ciudad Rodrigo y Salamanca tienen repartidos por el planeta a 340 hombres y mujeres divulgando el mensaje de Jesucristo
Jorge Holguera Illera
Viernes, 25 de julio 2014, 11:56
Hay personas a las que la crisis no las pilla desprevenidas, porque son ellas las que acuden a los lugares más pobres del planeta. Los misioneros van donde más necesidad hay para intentar ayudar a las gentes de esas tierras donde las situaciones son superiores a la capacidad del hombre para salir adelante.
Aunque a cualquiera pueda parecer un acto heroico, el espíritu del misionero es tan humilde que no considera nada extraordinario su trabajo. No se lo plantean, se ponen en manos de Dios y van a donde su congregación les destina.
En la actualidad escasean vocaciones misionales con edades inferiores a los 30 años. No obstante continúa abundando la presencia salmantina en el extranjero, gracias a la perpetuación de muchos misioneros que van alargando sus estancias para continuar haciendo posible la puesta en práctica de su labor.
El pasado domingo una nutrida representación de misioneros, que están aquí de vacaciones, y sus familiares se congregaron en Ciudad Rodrigo para celebrar el Día del Misionero Diocesano.
Una jornada compartida entre las diócesis de Salamanca y Ciudad Rodrigo para rendir homenaje a los 340 hombres y mujeres que ambas diócesis tienen evangelizando por el mundo.
La representación de misioneros salmantinos se hace efectiva desde la China a Japón, pasando por diferentes partes de África y sobre todo en Sudamérica. Los destinos son inciertos para los misioneros que van a partir. Lo importante es el objetivo a cumplir.
Las Misioneras de Nuestra Señora de África, más conocidas como Hermanas Blancas, por el color de su hábito, trabajan por conseguir que «la verdadera evangelización la hagan los propios africanos». Una frase que emana de este movimiento y que parafrasea la hermana Felisa García, natural de Fuenteguinaldo y hasta este año, misionera en Burundi. En este pequeño país ha estado ejerciendo como enfermera «en centros de salud donde no hay médico», explica.
Francisco Javier Olivera es sacerdote secular, miembro del Camino Neocatecumenal. Ha estado de misionero en Japón durante 16 años como sacerdote diocesano, en China el resto de los 24 que lleva en misiones. Ahora le han destinado a Mongolia, donde tendrá que aprender el mongol y el ruso.
Lugares insospechados
Sorprende el testimonio de este misionero que dice «lo que más me impresiona es ver como Dios prepara el terreno, el camino ya estaba preparado». En China, donde tienen que estar escondidos porque la religión católica es prohibida y no podían hacer publicidad de sus celebraciones a puerta cerrada, se encontraba con que llegaba gente de lugares insospechados. Explica que en más de una ocasión ha sido por un sueño. «Me decían que habían soñado que llegaba su padre o su madre y les decía vete a tal sitio que hay unos extranjeros», relata Francisco Javier Olivera.
La hermana Comboniana, Teresa Herrero ha estado en Ecuador, a donde volverá en octubre para continuar ayudando como enfermera en la pertinente evangelización. Esta misionera cuenta su vivencia en la isla de Limones, en la provincia de Esmeralda. Un lugar en el que una vez al mes todo el pueblo queda sumergido bajo las aguas, fenómeno para el que sus entre 4.000 y 5.000 habitantes estaban preparados con canoas.
La misionera Dominica del Rosario, Andrea Alfajeme ha estado 43 años realizando la labor de misionera en Bolivia, dos de los cuales en Perú. Su primer trabajo fue con los hijos de los mineros. A mediados de febrero regresó con una hermana enferma de cáncer para ver si podría ser curada aquí, pero tristemente falleció. En el mes de agosto, Andrea Alfajeme volverá a su país de misión.
María Nieves Fonseca trae acento de Brasil , donde ha estado la mayor parte de su medio siglo de misionera. Antes estuvo en Portugal y en África. Esta alegre Carmelita Misionera, explica que pese a las riquezas que se exhiben en el reciente Mundial de Fútbol del país luso americano, en Brasil hay tres grandes problemas difíciles de resolver. La injusticia social, «hay tanta desigualdad hoy como ayer», aclara. La corrupción y la droga que «arrasa a la juventud», lamenta.
Después de la misión
La hermana Alicia Huerta forma parte de la Familia Misionera del Verbum Dei. Ha vivido en distintos países y ahora es profesora en un colegio de la ciudad, donde continúa transmitiendo los valores que adquirió tras años junto a los más necesitados. Explica que son religiosas, si bien se identifican más como misioneras que como religiosas.
En su experiencia como misionera ha visto que «al poner a la gente en conocimiento de Jesús, toma conciencia y lo va poniendo al servicio de su país».
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.